domingo, 26 de noviembre de 2017

Carta abierta a Jorge Iván Cuervo (@cuervoji en Twitter)

Sé que no soy de su agrado desde hace mucho tiempo y creo saber por qué: es usted un hombre machista, clasista y amigo de que los secretos de sus amigos poderosos se queden muy bien guardados. Hace ya varios años me ocupé de una de sus grandes amigas y eso a usted lo marcó para siempre en contra mía porque una persona como yo no puede burlarse de personas como ustedes y entonces durante varios meses estuvo diciendo que yo NO PUEDO ser una mujer porque soy muy inteligente, muy hábil y escribo muy bien y que soy UNA MALA PERSONA. ¿Alcanza a ver los niveles de su machismo? Subestima tanto a las mujeres que si aparece una que desenmascara impostores intelectuales, falsos sabios, falsos profetas, falsos eruditos… es una persona mala y no puede ser una mujer. Si esos impostores son amigos suyos entonces su dolor y su ira se multiplican, se convierte en una especie de señora histérica descontrolada.
Si quien quitara mascaritas fuera un amigo suyo seguramente celebraría la habilidad de semejante portento, hasta diría que está al lado de Quevedo o de la inexistente critica cultural en Colombia. ¿Me equivoco?
Está hecho usted un mar de lágrimas porque Catalina Ruiz-Navarro perdió todo el prestigio como intelectual, feminista, filósofa, defensora de Causas y experta en poses y el nivel de su odio hacia mí es tan ciego y tan desproporcionado, tan locamente desmedido, casi como si fuera una señora menopáusica, que cree que LA LOCA ELSY se inventó un plagio de 40 páginas en un trabajo de grado en la Universidad Javeriana porque soy mala y voy por ahí dañando la honra de gente admirable, así de emocional es su mente, así lo pone a procesar pensamientos su machismo y su clasismo.
El hecho de que desde hace más de seis años venga denunciando las incoherencias de Catalina Ruiz-Navarro no me convierten en loca ni en mala persona sino en profeta. En vez de llenar su cabeza de veneno porque le molesta mucho que yo pueda ver primero donde nadie más no puede ver debería felicitarme por ser tan inteligente, por saber ver, por no fallar nunca en mis hipótesis sobre impostores de toda pelambre.

Un mensaje privado

donald

¿Machismo, racismo, clasismo o simple odio?

Con ustedes el comentario dejado en Facebook por Laura Gómez Camargo, a propósito del plagio de 40 páginas de Catalina Ruiz-Navarro en su trabajo de grado en la Universidad Javeriana denunciado ayer por una figura a la que esperamos ahora sí la Universidad Javeriana y los medios tengan en cuenta para analizar el delito cometido por la columnista, feminista, abanderada de varias causas, todas relacionadas con la ética y la justicia.
Laura cree que si yo denuncio el plagio soy la negra Candela; si es el hombre blanco, rubio, alto, de apellido raro -me refiero a Mario Jursich Durán- es sensacional y debe tomarse en serio. Tengamos en cuenta que Laura es admiradora de Catalina (es decir, feminista) y de forma implícita da a entender que lucha por la justicia y el orden:
“Elsy Rosas Crespo no hace ninguna denuncia de ningún tipo, es como un perfil tipo la negra Candela, llena de bobería y calumnia sin análisis de nada ni crítica de nada. Importante sería sacarla/lo de este debate para que lo del plagio sea tomado enserio, porque yo también vi esto compartido por ese perfil y me pareció otra de sus quejas sin fundamento ni rigor. Ahora que lo veo compartido por Mario, cambia la cosa”.

Don Mario Jursich Durán denuncia el plagio de Catalina Ruiz-Navarro en Facebook

A continuación comparto con ustedes una nota dejada en Facebook por Mario Jursich Durán. Veo que está tan escandalizado como yo y hasta ahora se enteró de las travesuras intelectuales de Cata:
“A mí, como a tantos otros, me llegó la noticia de que Catalina Ruiz-Navarro plagió su tesis de grado en la Universidad Javeriana. Confieso que al principio no le di importancia. Las acusaciones de plagio suelen tener un punto histérico: aparte de que a veces son excesivas y responden a concepciones anticuadas sobre la propiedad intelectual, también acarrean consecuencias desproporcionadas en relación a la gravedad de la falta. Me repugna que por haber birlado dos frases de un escrito ajeno —cosa que debe condenarse— alguien sea sometido a la muerte social, la pérdida de patrimonio e incluso la cárcel.
Sin embargo, después de haber leído con calma el alegato en contra de Ruiz-Navarro, debo decir que el suyo es un caso totalmente distinto. El portal Plagiosos.com detectó en su tesis “El caribe como territorio estético y minoritario” copias en aproximadamente ¡40! de las 127 páginas que tiene el manuscrito. Hago hincapié en que no se trata de bagatelas: Ruiz-Navarro se apropia indebidamente de por lo menos 53 párrafos provenientes de 17 publicaciones previas. Son tan largos los fragmentos a los que echa mano que a menudo tienen más de nueve líneas.
Ni ustedes ni yo somos jueces en este asunto. Serán las autoridades competentes las que decidan sobre el alcance de la falta y sobre la sanción que le corresponde (o que no le corresponde) a Ruiz-Navarro. Pero, sea cual sea el rumbo que tome la acusación, este es uno de esos casos en que nadie puede quedarse callado. Ruiz-Navarro, que ya fue sorprendida con un plagio en su columna de El Espectador, debe dar las explicaciones pertinentes, sin ampararse —como parece estar haciendo— en que esta es una persecución en su contra porque dice verdades incómodas para el machismo. La Universidad Javeriana, si quiere que la consideremos una institución respetuosa del saber y de la cortesía intelectual, debe establecer con claridad cuál es su posición al respecto, y nosotros, lectores y escritores, debemos (antes de emitir nuestro juicio) tomarnos el trabajo de evaluar las pruebas presentadas por Plagiosos.com.
Aquí está el link donde pueden verlas: http://www.plagios.org/estudio-de-caso-n-25-plagio-en-trab…/
Tómense su tiempo. Ya veremos si a ustedes, como a mí, el caso les resulta igual de escandaloso”.

Bogotá no es sólo caos. Mensaje de un bogotano desde el llano

Bogotá es una ciudad llena de oportunidades, desordenada y todo, pero es la ciudad de los colombianos. Muchos la critican, pero es lo que nos representa y no por eso tiene que ser mala.
Vivo en el Llano, un lugar muy hermoso. Pero, para todos aquí Bogotá es algo más que caos. Bogotá para los niños es un lugar mágico, su clima, su inmensidad, el trajín de la ciudad es algo muy curioso para aquellos infantes que están acostumbrados a la quietud de un pueblo o mejor aún el campo; para los jóvenes significa oportunidades, el lugar donde están todas las universidades, donde se cree que es el lugar idóneo para empezar tu vida sino se quiere ser más que un campesino reproductor y tomador; para los adultos y viejos la encuentran como un martirio porque ellos, generalmente, no es que gusten de ir pero es el centro de todo, donde se pueden conseguir desde repuestos en general a las atenciones médicas especializadas que sólo se encuentran allí.
Soy bogotano y empecé a entender la importancia de esta ciudad cuando la dejé, aunque no es algo de extrañar. Todos estos sentimientos claramente son culpa del centralismo bogotano. Es inconcebible pensar que para casi cualquier cosa que se quiera hacer, toque ir hasta la dichosa ciudad. Es verdad, lo que dicen los comentarios “para muchos venir es un fastidio, o para otros es un sueño a alcanzar” pero hay verlo así: Es la misma situación en la que se ven muchos latinoamericanos cuando piensan en Europa. Muchos sentimientos a favor y en contra del viejo continente.
Sin embargo, hay que admitir que Bogotá es una ciudad muy bella y eso nos hace orgullosos de ésta.

En Colombia no hay escritoras

Carolina Sanín no tiene talento, sentido del humor ni gracia pero se empeña en ser reconocida como una de las grandes escritoras colombianas del Nuevo Milenio. Posa de feminista irreverente, sueña con que es la fusión entre Quevedo y Fernando Vallejo, se toma por la mejor copia de las humoristas norteamericanas a las que tanto imita con logros bastante lamentables -porque Carolina no nació con la vis comica– y aunque quiera renegar de su clase se siente cómoda en su condición privilegiada. Con esos antecedentes es imposible hacer arte, feminismo, humor o cualquier objetivo que se proponga en la vida.
Cada cierto tiempo Carolina arma un escándalo y logra su objetivo: trascender Facebook y crear alboroto a partir de una tontería y esas actitudes de niña mimada siempre arrastran a seres inocentes bien sea porque atenta contra instituciones prestigiosas o porque al querer hacer el bien termina haciendo el mal y cae la máscara de algún impostor. Con la última travesura intelectual de Carolina Sanín fueron varias las damnificadas, todas mujeres, claro, y no precisamente porque el heteropatriarcado haya querido prescindir de mujeres en un tonto evento en París (ese fue el origen de todos los males) sino porque gracias al show de más de cincuenta mujeres que no saben escribir -incluida Carolina- descubrimos que en Colombia no hay escritoras consagradas como Gabriel García Márquez o Fernando Vallejo y que estamos muy mal de crítica literaria y de aproximaciones feministas a apuestas estéticas cuando son abordadas por mujeres. No hay escritoras, no hay críticas y el feminismo está en manos de Carolina Sanín y Catalina Ruiz-Navarro. El panorama no puede ser más desolador.
Carolina no quiere ni respeta a Catalina pero Catalina cometió la torpeza de seguirle el juego a Carolina y escribió una columna “demoledora” contra García Márquez que ha sido objeto de análisis por parte varios críticos hombres, ninguna mujer. ¿Dónde están las críticas colombianas?
El mandato de Carolina Sanín fue  contundente: si hay diez hombres en París el Ministerio está obligado a encontrar a las mujeres, a las escritoras colombianas. Y entonces las mujeres empoderadas empezaron a buscarlas y terminaron encontrando a las modelos SoHo que ya pasaron de moda por viejas y gastadas, porque ya fueron a todas las ferias y fiestas del cuerpo y están agotadas. Encontraron a las escritoras consagradas que no alcanzan el nivel de los hombres y siguieron buscando para hacer una gran lista de mujeres que escriben y las listas no son muy extensas, son listas cortas y son tan escasas nuestras maestras de las letras que terminó colada en los listados hasta Estefanía Uribe Wolff. El panorama no puede ser más desolador.
De lista en lista y de Manifiesto en Manifiesto hasta los señoritos Ricardo Silva Romero y Juan Esteban Constaín trataron de alzar un poco la voz y parecer un poco indignados y acompañaron a las exmodelos y a otras mujeres a decir en tono de reproche: ¡En Colombia sí hay escritoras!
De este lamentable circo llamado Cultura Colombiana hay algo que podemos rescatar: por fin los lectores expertos y el público en general están empezando a notar que Catalina Ruiz-Navarro pasó por la universidad pero no fue tocada por el mundo académico y su feminismo y empoderamiento son tan frágiles que se pueden desbaratar en dos columnas. Esa es la noticia positiva.

Paisaje natural

elsy 2elsy 3elsy 4elsy 5