La pérdida de referencias y de valores, la búsqueda de sentido frecuentemente nombrada son un resultado directo de la sustitución de la cultura clásica por la mediática. Mientras que la primera fijaba escalas de valores, brindaba puntos de referencia y erigía una moral, la segunda responde a una lógica diferente. Más allá de fijar jerarquías y de ofrecer cuadros de análisis, la cultura mediática está regida por un principio de seducción. Responde a la demanda. Va donde se le espera. Allí donde la audiencia está garantizada y donde las partes del mercado están a la orden. Una cultura que brindaba credos perennes es sustituida por una cultura oportunista y superficial. Una cultura de lo efímero, de geometría variable, que se orienta en función del viento y obedece a la lógica del suceso, de lo fugitivo; una lógica "televisual" que privilegia la conexión de imágenes en vez del rigor del análisis.
Nicolas Riou, en La publicidad. La ficción de hoy. Bogotá: Panamericana. 2008: 34.
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