jueves, 24 de septiembre de 2015

23 años de esclavitud

Una dama no tentada no puede jactarse de castidad.
Montaigne
Hace doce años escribí el ensayo titulado “Superación del amor alucinado”, era un ajuste de cuentas con el amor y la conclusión es simple: el sexo es pura acrobacia y muestra evidente de salud, apertura mental y bienestar, el amor es una ilusión muy persistente, vale la pena amar el conocimiento y no a un hombre, poner por sobre todos los amores el amor al conocimiento o a la lectura o al cultivo del intelecto porque el conocimiento nos enaltece y el amor se acaba o se degrada. Como dice Flaubert: el tiempo pasa y el corazón olvida y porque se puede admirar a las personas más admirables del mundo gracias a lo que escribieron.
De mi primer amor no recuerdo casi nada, Flaubert me gusta desde 1979, es un amor para siempre, profundo y verdadero. Casi todos los días de mi vida pienso en una frase de Flaubert y me siento identificada con cada palabra. Hoy he pasado el día entero pensando en esta frase: Porque un imbécil tenga dos pies como yo, en vez de cuatro como un burro, no me creo obligado a quererlo, o al menos, a decir que lo quiero y que me interesa.
El ensayo sobre el amor -un portento de veinte páginas con cincuenta citas y siete páginas de bibliografía- lo escribí hace doce años y todavía me gusta, recuerdo mi estado de ánimo y lo que sentía mientras escribía; gracias al amor leí más de cien libros y aprendí mucho, debo reconocerlo. Lo escribí inspirada en la desilusión que me causó mi primer amor cuando descubrí que no era para siempre, que no era un ser sobrenatural, que era un humano más. Con ese amor fue una historia de trece años, un poco tormentosa porque fue el primero, supongo que a todas las personas les debe ocurrir más o menos lo mismo porque el primer amor es el de la inocencia.
Luego conocí a Andrés, el segundo amor, el verdadero, el de la madurez, la racionalidad, los planes conscientes, la fidelidad total y la confianza. Siete años de noviazgo y tres de convivencia fueron suficientes para convencerme de que 23 años de amor y erotismo son más que suficientes y no quiero seguir experimentando. Supongo que mi actual desidia tiene que ver con el hecho de que me entregué a esas dos experiencias con absoluta fe, franqueza, pasión y transparencia y como ya sé cómo es el comienzo, el nudo y el desenlace de las bellas historias de amor, esas experiencias fantásticas y fascinantes que nos hacen creer que somos seres afortunados porque encontramos a la persona con la que habíamos soñado siempre, como ya conozco el comienzo y el final esas experiencias  han dejado de ser seductoras para mí. La lectura todavía sigue siendo una experiencia fascinante y prometedora.
No puedo ser como la mayor parte de la gente, no puedo vivir por imitación, por prestigio o por presión social. La mayoría de la gente confunde el amor con llenar su miseria existencial al lado de una persona por la que no sienten nada o a la que incluso odian; el amor es una  empresa, el marido es  auxiliar de cocina y de plomería, y en el peor de los casos un par de seres humanos se unen para ver cómo se engendra, nace, crece, envejece y muere un ser humano fruto de un cruce entre un hombre y una mujer que confundieron esa experiencia con lo que llama El amor.
Gracias a mis dotes intelectuales tengo el privilegio de contar con pretendientes permanentes durante todos los días del año, hombres entusiasmados con la idea de que podrían llegar a vivir una experiencia conmigo. Sexo o amor, nunca me queda del todo claro, pero el problema es que el amor empieza con sexo y el sexo es una lotería: para encontrar al príncipe hay que besar antes a cuatro sapos, dice la leyenda, y eso, a estas alturas de la vida, me parece simplemente ridículo y asqueroso.

martes, 22 de septiembre de 2015

Adictos a la lectura

Está científicamente comprobado que leer es una adicción. La buena noticia es que los adictos a la lectura son los únicos adictos que no se hacen daño ni buscan ayuda para superar su adicción sino que a medida que pasa el tiempo son más adictos y se convencen de que leer ha sido la gran experiencia de su vida, la mejor por encima de cualquier otra porque la lectura enaltece y el placer no se agota nunca; al contrario, entre más leen más aman la lectura.
El adicto a la lectura no es formado por su entorno, por sus padres, maestros, colegas o amigos sino que surge de manera espontánea, es un ser nacido para leer que descubre los libros por sí mismo en el instante mismo en el que es consciente de que puede leer y escribir. Cuando el adicto descubre que puede leer frases del tipo amo a mi mamá, mi mamá me ama, mi mamá me mima, yo mimo a mi mamá,  el enano come banano… empieza a leer no no puede parar. Para cuando llena la 

domingo, 20 de septiembre de 2015

Historia de una casa

Vivo en esta casa desde hace diez años pero mi sueño era vivir en la misma casa durante toda la vida porque había leído a Flaubert y quería ser como él. Flaubert admiraba a unos habitantes apasionados que ocupaban la misma vivienda desde el nacimiento hasta la muerte, cuando el habitante moría quemaban la casa con todas las pertenencias del difunto, no se vendía ni se regalaba nada. Yo quería ser como esa gente y Flaubert también pero la vida se encargó de que no se hiciera realidad mi sueño. El único sueño que realicé fue el de quemar mi biblioteca personal tres veces cuando vivía en la primera casa, aquí no puedo soñar con eso porque no tengo terraza y además, como ya crecí y trabajo, tengo muchos libros y ahora no me estorban ni los miro con odio como en esa época de confusión. Ahora lo veo todo mucho más claro. A medida que pasa el tiempo compro más libros y voy con menos frecuencia a la biblioteca pública. Cosas de la edad, supongo. En esa época, cuando vivía en la otra casa, entre los quince y los treinta años, cuando era una joven furiosa y apasionada, tenía crisis como las de Baudelaire, que odiaba las bibliotecas personales por miedo a convertirse en un gran intelectual o en un comprador compulsivo de libros. A Baudelaire le gustaba leer en la biblioteca pública, a mí también. No sé si quemaba libros o si se los regalaba a sus mejores amigos pero a mí sí me encantaba hacer eso, me siento orgullosa de haber incendiado varias veces los libros que más quería.
Diez años han bastado para que ahora desee cambiar de vivienda de nuevo. Ahora sueño con un apartamento muy pequeño para concentrar mejor las ideas y para morir ahí, quiero crear el espacio perfecto para morir, una muerte a lo Rilke en un espacio digno de mi sensibilidad exacerbada. Quiero menos luz, madera, calidez, no quiero escaleras dentro de la vivienda, quiero vivir en una torre, como Montaigne y no quiero volver a vivir acompañada porque las mujeres que escriben son muy diferentes a los hombres que escriben. Los hombres necesitan la presencia de una mujer para darse valor y las mujeres necesitan estar absolutamente solas, como monjas enclaustradas, para concentrarse plenamente en la tarea. Lo más probable es que la pobre Virginia Woolf no deseaba una habitación propia sino una casa propia y por eso terminó llenando los bolsillos del abrigo de piedras y caminando hasta dejarse arrastrar por las olas del lago que quedaba cerca de su casa.
La fusión que quiero crear en la nueva vivienda es una mezcla explosiva entre los sueños realizados por tres grandes mujeres que amaban la soledad y que no eran unas pobres viejas brutas: Marguerite Duras (la borracha), Emily Dickinson (la mujer que hablaba con las hadas) y la Venerable Madre Sor María de Jesús de Ágreda (monja bilocada). No quiero ese nuevo espacio para beber como una puta depresiva, para contactar entes ni para aconsejar a ningún rey sino para escribir de forma diferente. Cuando llegué a esta casa dejé de ser la gran intelectual que escribía en la primera casa, esa casa era perfecta para escribir ensayos argumentativos de veinte páginas. En estos días he estado pensando en la gran intelectual que era yo en ese tiempo con una mesa gigante, apuntes pegados en las paredes y una gran fichero que se constituía en una Gran Memoria (en esa época no había internet, ni siquiera Word).

viernes, 18 de septiembre de 2015

Mi inconstancia con los amigos

Pero no nos sorprende enterarnos, del hombre que pudo justificar “las invectivas de Proust contra la amistad”, de que Benjamin también podía abandonar brutalmente a sus amigos cuando ya no le interesaron.
Susan Sontag, en “Bajo el signo de Saturno”
Proust y Benjamin son adorables y yo también puedo llegar a serlo
Pero no somos precisamente las personas más fieles a la amistad que puedas llegar a conocer.
Lo siento de verdad, amigo.
Es buena idea que lo vayas sabiendo de una vez.
Es muy complicado estar fingiendo todo el tiempo.
Adoro a las personas que prefieren quedarse leyendo que oyendo las bobadas que dicen sus amigos.
La gente me entusiasma al comienzo y al final me desespera.
Como le pasaba a Bukowski con los recitales me pasa a mí con los amigos:
“Había terminado mi sucia tarea. El puterío poético.
Yo nunca me insinuaba.
Eran ellos quienes llamaban a su puta.
Y yo acudía a la llamada”.
Hay días como hoy en los que tiemblo de miedo
Porque recuerdo la lista interminable de personas a las que he despreciado
Y como estamos en Colombia sé que la admiración se les puede terminar convirtiendo en odio.
Y si un día me buscaron para decirme que soy muy inteligente,
Que escribo muy bien,
Que soy muy natural,
Que esperan ansiosos la publicación de mi libro,
Que me veo mucho más joven que en las fotos que publico,
Que mucha gente me lee y me admira,
Que mi blog se ha convertido en un medio,
Que inspiro un poco de miedo,
Que mi voz, mi  sonrisa, mi mirada, mis tetas… toda yo reboso pura salud…
Si me han dicho todo eso con sinceridad o con zalamería
Ellos nunca esperan que los vea una vez y nada más
O que luego escriba sobre su bobería
O que en el momento menos pensado los deje de tratar.
Y como estamos en Colombia me da miedo que la admiración se les convierta en odio
Y piensen en matarme,
En calumniarme,
En seguir inventando mentiras sobre mí,
En esperarme a la salida para darme lo que me merezco como si fuera un bicho malo.
Estamos en Colombia
Eso no lo olvido nunca
Pero por más que estemos en Colombia
No puedo hablar a media voz
No puedo soportar a la gente insoportable
Prefiero saber que me odian a tener que soportarlos
Esa es la verdad
No hay otra.
¡Me han dicho tantas cosas y de tantas maneras que llego a hartarme!
Y como soy de sensibilidad extrema
Cuando descubro que la persona en la que confíe resultó ser un fraude más
Lloro y me estremezco de dolor y me vuelvo a prometer no volver a confiar en nadie.
Pero siempre llega alguien más a decirme que me admira
Y soy sencilla
Sonrío,
Soy amable,
Digo que sí cuando dicen que quieren verme
Porque no me gusta fingir que estoy ocupada
O que soy una dama muy exclusiva y sofisticada.
Veo todo el show que representan para mí
Para hacerse dignos de mis ojos
A veces me da risa
A veces siento pena
A veces me siento halagada
Hoy me siento desilusionada de toda la gente que he conocido
Recuerdo con amargura  su risa falsa
Su deseo de agradarme
Su deseo de sacar algún provecho de mí.
¿Pero cómo?
¿Por qué?
¿Acaso quién soy yo?
¿Por quién me toman?
¡Dios mío!
Su ansiedad por ponerse al nivel de lo que imaginan que yo soy
Eso me perturba
Y luego, cuando estoy sola de nuevo
Me pregunto por qué la gente es tan boba
Por qué no tienen dignidad
Por qué creen que yo valgo tanto como creen que valgo.
Eso es todo.
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¿Y qué tiene de malo el amor?

Meg y Tony llevaron a la mujer de Tony al aeropuerto. En cuanto Dolly estuvo a bordo, fueron al bar del aeropuerto a tomar algo. Meg pidió un whisky con soda. Tony con agua.
—Tu mujer confía en ti —dijo Meg.
—Sí —dijo Tony.
—Me pregunto si yo puedo confiar en ti.
—¿No te gustaría echar un polvo?
—Esa no es la cuestión.
—¿Cuál es la cuestión?
—La cuestión es que Dolly y yo somos amigas.
—Nosotros podemos ser amigos.
—De esa manera no.
—Tienes que ser moderna. Estamos en la edad moderna. La gente se divierte. Se desinhibe. Joden de mil modos. Se tiran perros, niños, pollos, peces…
—A mí me gusta escoger. Tengo que sentirme interesada.
—No seas pueblerina. Sentir interés está pasado de moda. Si sigues por ese rollo mucho tiempo, cuando te des cuenta, acabarás creyendo en el amor.
—¿Y qué? ¿Qué tiene el amor de malo, Tony?
—El amor es una forma de prejuicio. Amamos lo que necesitamos, amamos lo que nos hace sentirnos bien, amamos lo que es conveniente. ¿Cómo puedes decir que amas a una persona cuando hay diez mil personas en el mundo a las que amarías más si llegases a conocerlas? Pero nunca las conoceremos.
—Sí, de acuerdo, pero hay que hacer todo lo posible.
—Concedido. Pero hay que tener en cuenta, de todos modos, que el amor sólo es consecuencia de un encuentro al azar. La mayoría de la gente le da demasiada importancia. Sobre esta base, un buen polvo es algo de lo que no hay por qué burlarse.
Charles Bukowski, en Golpes en el vacío

domingo, 13 de septiembre de 2015

Dos mil lectores diarios en el blog (autoentrevista)

¿Siente que logró su sueño?
¿Cuál sueño?
El de volverse famosa sin necesidad de publicar libros ni aceptar entrevistas. Haciendo todo por sus propios medios, en las redes sociales y con la ayuda de Google.
Supongo que sí.
¿Cuánto tiempo le costó volverse influyente?
Estoy publicando en internet desde hace trece años.
¿Cuando empezó a publicar sus ensayos tenía claro hasta dónde quería llegar?
Sí, lo tenía muy claro. Siempre lo he tenido todo muy claro.
¿Cuándo escribió sus mejores ensayos? ¿O todavía no los ha escrito?
Los escribí entre el 2000 y el 2005, justo antes de conocer a Andrés y antes de que aparecieran las redes sociales, cuando el furor era publicar en revistas universitarias en versión digital.
¿La gente sigue leyendo esos ensayos? ¿Los que la hicieron convencerse de que tenía que ser reconocida como Ensayista en el futuro?
Sí, todavía los leen y los citan.
¿Esos son los textos que más le gustan?
Sí.
¿Cree que es más importante lo que escribe en Twitter o lo que escribe en el blog?
Son textos diferentes, son emociones diferentes, son propósitos diferentes, son temas diferentes.
¿La han seguido amenazando de muerte?
No, después de que suspendieron la cuenta @ensayista y volví como @marcodelenguaje desaparecieron como por arte de magia las agresiones. Todavía hay personas que insultan pero nada comparado con lo que ocurría antes de la suspensión de la cuenta.
¿Supo quién fue el encargado de organizar la reportada de la cuenta en masa?
No, nunca lo supe. El secreto está muy bien guardado.
¿Extraña la cuenta @ensayista?
No.
¿Cree que también suspenderán @marcodelenguaje?
Es probable.
¿Si la vuelven a censurar regresará con otra cuenta?
No sé, tendría que esperar a que pasara.
Tiene tres blogs. ¿Por qué?
Porque el más antiguo lo van a cerrar, desaparece el dominio y desaparecen todos los blogs, no sólo el mío. Tengo dos blogs en caso de que censuren uno, es una medida preventiva. Si borran uno creo el otro, lo importante es que no se pierda la información que más me interesa.
¿Siempre ha tenido dos blogs?
No, sólo desde cuando empecé a interactuar con colombianos.
¿Desde cuándo tiene el blog que van a cerrar?
Desde 2007.
¿Fue su primer blog?
No, antes tuve otro pero lo borré. Tenía dudas.
¿Le duele que desaparezca su blog más antiguo?
No, las cosas pasan y ya, hay que asumirlo todo con tranquilidad.
¿Recuperó toda la información de ese blog?
No, sólo una parte, menos de la mitad. Es mucho y no tengo tanta paciencia como para recuperarlo todo.
¿Ese blog tiene más visitas que el de WordPress?
Sí, claro, más del doble.
¿Cuántas visitas diarias tiene el blog de WordPress?
Dos mil.
¿La entusiasman esas cifras?
No, estoy acostumbrada a que me lean muchas personas todos los días.
¿La reconocen en la calle?
Algunas veces.
¿Le molesta?
Me da igual.
¿Firma autógrafos?
No (risas grabadas).
¿Siguen apareciendo pretendientes ilusionados con la mujer que escribe?
Sí, claro. Todo el tiempo.
¿Por qué cree que se enamoran?
Porque les gusta mi estilo en la escritura, que tiene poco que ver con la persona que soy.
¿Es muy diferente la persona a su escritura?
Sí, claro. No hablo como escribo, soy una persona muy sencilla. La escritura es mucho más sofisticada.
¿Tiene proyectos para el futuro?
Sí, claro. Son los mismos que he tenido desde hace veinte años.
¿Cuáles son esos planes?
Seguir leyendo y escribiendo.
¿Nunca se dejará entrevistar por nadie que no sea usted misma?
No.
¿Han vuelto a aparecer los periodistas con sus preguntas y sus cámaras?
No.
¿Saben que es impenetrable?
Sí.
¿La odian más los periodistas, los escritores, los humoristas o los divos tuiteros?
No sé, es difícil saberlo.
¿Cree que hay gente que la odia de verdad?
Me cuesta trabajo creerlo pero me han dicho que sí.
¿Sigue sin tenerle miedo a la muerte?
Sí.
¿Si la matan como quiere que la recuerden?
Como la persona que no merecía morir de esa manera.
¿Publicará un libro?
No.
¿Participará en foros?
No.
¿Dará cursos de emprendimiento?
No.
¿Dará cursos de escritura creativa?
No.
¿Nunca cederá?
No.
¿Nunca cobrará por escribir?
No.
¿Usted es rebelde?
No.
¿Se ríe mientras se autoentrevista?
A veces sí y a veces no.
¿Hoy se está riendo?
No.
¿Por qué?
Porque tengo mucho sueño.
¿No durmió bien anoche?
No, me acosté tarde.
¿Por qué?
Porque estuve en Twitter hasta la media noche.
¿Hablando con un pretendiente?
No.
¿Entonces?
Explicando que no había amenazado de muerte a @jeringa42
¿Usted ha amenazado de muerte a alguien?
No.
¿Usted sería capaz de matar?


No.

Que dizque yo voy a mandar matar a @jeringa42

Twitter es perfecto para informarse pero también es perfecto para ver cómo se desfigura la información. Como por arte de magia  dejé de ser la víctima, la persona que ha sido agredida de todas las formas posibles, y ahora soy la victimaria.

Esta es la historia:

Hay un humorista colombiano llamado Jeringa, en Twitter @jeringa42. En un video -disfrazado de payaso- se burla de Juan Manuel Santos, a mí me parece gracioso y le dejo este comentario: “Este payaso se va a ganar una muerte pendeja”. La expresión Se va a ganar una muerte pendeja es una expresión muy popular en Bogotá para decirle a alguien que se está arriesgando mucho y no se toma como amenaza de muerte; es una frase que se usa entre amigos y se acompaña de risas. A mí varias veces me han dicho la bendita frase y no me he sentido amenazada.

El humorista hace un chiste muy pesado sobre el presidente de Colombia, yo pienso que al presidente podría llegar a molestarle, pero en ningún momento le estoy diciendo que yo lo voy a matar, no tengo nada en contra del humorista y no he matado a nadie ni pienso hacerlo, soy una persona absolutamente inofensiva.

Señor Jeringa: si lo ofendí le ofrezco mis más sinceras disculpas y le digo además que me pareció gracioso el video, me parece muy arriesgado lo que hace, burlarse de manera tan directa del presidente de Colombia. En este país pocas personas se han atrevido porque saben lo peligroso que puede llegar a ser burlarse de los poderosos. Muchos humoristas han muerto gracias a sus chistes.

Es importante tener en cuenta el contexto en el que escribí el comentario: no me estaba refiriendo a la persona que encarna al payaso sino al personaje, a la representación a través del maquillaje, la peluca y la frase que pronuncia.

Parece increíble pero tengo que explicarle todo esto a un humorista. El debería saberlo.

¿Será que voy a terminar en la cárcel por semejante confusión?

En Colombia vamos de mal en peor.


sábado, 12 de septiembre de 2015

Renuncio a mi carrera

Para renunciar es preciso estar facultado, tener talento y vitalidad para realizar una tarea. Se renuncia para emprender un nuevo camino, porque las pruebas han sido superadas o porque ha dejado de ser emocionante eso que tanto nos motivaba al comienzo, cuando sentíamos que eso que hacíamos era lo mejor que habíamos hecho en la vida, lo que nos hacía sentir plenos y felices. No vale la pena seguir haciendo algo sólo porque es lo que debemos hacer, porque todos lo hacen, porque así es el comportamiento de las personas normales y porque debemos dar una buena impresión, parecer felices, plenos y realizados.
No estoy hablando del trabajo sino del amor. Después de 23 años de pasión intacta, después de haber disfrutado plenamente primero durante trece años y luego durante diez con dos hombres encantadores creo que el amor es una prueba superada para mí y no me interesa volver a experimentar porque no sé lo que es actuar, porque no puedo hacer nada sin entusiasmo y porque tengo otros planes para mí, planes acordes con mi edad, mis deseos y lo que he ido cultivando a lo largo de la vida. El amor entre un hombre y una mujer es una prueba superada para mí, con lo vivido hasta ahora me sobra y me basta, no me apetece más. Estoy satisfecha.
El primer amor es el amor para siempre, el segundo amor es el verdadero y no quiero saber nada del tercer amor porque lo más seguro es que se trata de otra nueva ilusión muy persistente, otra interpretación de la realidad que me hará creer que llegó aquello que había estado soñando durante tanto tiempo sin esperarlo ni buscarlo. No quiero saber cómo es el tercer amor, no quiero saber cómo es el amor en la vejez, siempre tuve claro que el amor apasionado y el ejercicio de la sexualidad son experiencias dignas de la gente joven; después de los 45 no vale la pena soñar con grandes amores y con grandes pasiones porque a esa edad uno ya sabe qué es lo que de verdad le apasiona y la gran pasión de mi vida es la lectura: comprar libros, leerlos, recordarlos y escribir sobre esos libros. Descubrí la lectura hace treinta y cinco años y desde el primer día no he podido parar de leer. A eso me voy a dedicar durante el tiempo que me queda de vida.
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El infierno según Bukowski

La mayor parte de la especie humana es un gran pedazo de mierda, pero de alguna manera necesito salir, y asegurarme de que casi toda la humanidad sigue siendo un gran pedazo de mierda.
Y yo me marcho de aquí sin creer en Dios. Eso estará bien, puedo encajarlo de frente. Es algo que tienes que hacer, como ponerte los zapatos por la mañana. Creo que voy a echar de menos escribir. Escribir es mejor que beber. Y escribir mientras bebes, eso siempre ha hecho que bailen las paredes. Puede que exista el infierno, ¿eh? Si es así, yo estaré allí, y ¿sabéis una cosa? Todos los poetas estarán allí, leyendo sus obras, y yo tendré que escuchar. Me ahogaré entre sus pavoneos de vanidad, su desbordante autoestima. Si existe el infierno, ése será el mío: un poeta detrás de otro, leyendo sin parar…
Charles Bukowski

La sencillez es la clave

El principal problema, para los filósofos, es que deben humanizar su lenguaje, hacerlo más accesible, porque entonces los pensamientos se iluminan mejor, se hacen todavía más interesantes. Creo que están aprendiendo que es así. La sencillez es la clave.
Cuando escribes debes delizarte. Puede que las palabras se retuerzan y entrecorten, pero si se deslizan, entonces hay un cierto encanto que lo ilumina todo. La escritura cuidadosa es escritura muerta. Creo que Sherwood Anderson fue uno de los que mejor jugaban con las palabras, como si fueran rocas, o trozos de comida que se pudieran comer. PINTABA sus palabras en el papel. Y eran tan sencillas que sentías fogonazos de luz, puertas que se abrían, paredes que resplandecían. Veías alfombras y zapatos y dedos. Él tenía las palabras. Encantador. Y sin embargo, eran como balas también. Te podían noquear. Sherwood Anderson sabía algo, tenía el instinto. Hemingway se esforzaba demasiado. Percibías todo ese esfuerzo en su escritura. Eran duros bloques, pegados entre sí. Y Anderson era capaz de reírse mientras te contaba algo serio. Hemingway nunca se reía. Alguien que escribe de pie a las 6 de la mañana no puede tener sentido del humor. Quiere derrotar algo.
Charles Bukowski

Estupidez y miedo animal

La especie humana me ha repugnado siempre. Y lo que les hacía repugnantes era, básicamente, la enfermedad relación-familia, que incluía matrimonio, intercambio de poder y ayuda, que como una llaga, una lepra, se convertía luego en tu vecino de la puerta de al lado, tu barrio, tu distrito, tu ciudad, tu condado, tu estado, tu nación… cada cual cogiendo el culo del otro en el panal de la supervivencia por pura estupidez y miedo animal.
Charles Bukowski, en La gran boda zen.

martes, 8 de septiembre de 2015

La embriaguez del mal gusto

Lo que existe de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de disgustar.
Ch. B.
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Son contados los dramaturgos decentes en Colombia

Un comentario sobre teatro colombiano que vale la pena compartir:
No puedes hablar de forma general sobre el teatro colombiano y decir que todo es malo tomando como punto de referencia a un personaje salido del mundo de la farándula como Fabio Rubiano. Es bien sabido que hay muchos desastres como él que se creen unos maravilloso dramaturgos, ahí tenemos una de las peores y más sobrevaloradas actrices de la televisión colombiana: Alejandra Borrero, la fundadora de la Casa Ensamble, otro teatro dedicado a vender basura sobrevalorada y hasta hace poco en teatro se tuvo el debut del care papa sin gracia de Rafael Novoa (un desastre) Y como todos ellos hay muchos personajes deplorables en el mundo del teatro nacional pero no por eso vamos a decir que es una cosa decadente, es como decir que la música colombiana es una mierda si nos centramos en Juanes, Shakira y los reguetoneros.
Es verdad que son contados los dramaturgos decentes en Colombia pero los hay. Te invito a conocer las obras de Enrique Buenaventura, de Santiago García fundador del Teatro la Candelaria y autor de una de mis obras de teatro favoritas “El dialogo del rebusque” una adaptación maravillosa de “Pablus”. Además de ellos esos dos grandes en la historia del teatro colombiano hay que ver las propuestas de teatros como el Varasanta. Hace un tiempo hicieron un montaje de una obra también colombiana llamada “Kilele” esta es de Federico García Lombarda y toma estructuras del teatro clásico para escribir una obra sobre el conflicto en Colombia que a diferencia de muchas otras no está llena de clichés y por último debes conocer la historia del Teatro Libre; aunque el Libre trabaja teatro de autor no tiene actores compartidos con la televisión, tienen un maravilloso sentido de la estética, basta con recordar sus mejores montajes como “La orestiada”, “El rey Lear” las adopciones al teatro que hicieron a las noveles de Dostoevsky “Crimen y castigo” y “El idiota”.
Puedo concordar en la crítica a Fabio Rubiano y los divos de la farándula que quieren ser actores de teatro cuando no saben más que ser ellos mismos. Por el momento elijo creer que ese juicio tan negativo fue por desinformación ya que me gustan mucho tus ensayos y este me dejó con un mal sabor de boca.

domingo, 6 de septiembre de 2015

El maestro Fabio Rubiano

El teatro en Colombia es un completo desastre si pensamos que el teatro es arte, arte excelso como la música, la danza y la pintura. Las obras las escriben los artistas y son representadas por los actores, que también son artistas. Los dramaturgos (Shakespeare, Ibsen, Brecht, Bernhard…) escriben las obras para ser representadas en un escenario  por los actores y -como pasa con la música, la danza y todo lo que implique la presencia de artistas en el escenario- el público debe ser un público cultivado, el público debe conocer la obra, amar el arte y presenciar cada representación con pleno conocimiento de lo que significa el teatro y la actuación en un contexto bien definido. El teatro no es la televisión, el cine ni la ópera, el teatro es el teatro, se rige a partir de unas reglas bien definidas, no es diversión ni entretenimiento, es arte y como arte debe ser escrito, representado y contemplado. En el teatro, como en la música, la danza y la pintura, no se vive de buenas intenciones sino de ejecución, de la puesta en escena segundo a segundo, es como el deporte de alto nivel: no se valora el esfuerzo del artista ni el aplauso del público.
Cuando el teatro se convierte en un circo merece ser despreciado y en Colombia el teatro siempre ha sido un circo. Merece todo nuestro desprecio. Un libro sobre el teatro en Colombia merece un buen título: La náusea. Debemos imaginar que leemos ese libro y luego vomitamos y sacamos todos nuestros demonios internos, los que nos dicen que en Colombia todo es un fracaso y tiende a empeorar.
El principal drama del teatro en Colombia es que se trata como otra forma de rebusque, el teatro se maltrata más que la televisión y el cine porque para hacer teatro no se necesita nada y la prueba de eso es que cualquier persona en Colombia puede terminar convertida en actriz o en actor de teatro como quien se lanza a una pista de baile sin saber bailar. Son actores La gorda Fabiola, La gorda Mayer, La exgorda Azcárate y El flaco Solórzano. Las personas que actúan en Sábados Felices y en las telenovelas de Dago Producciones son las mismas que sin ningún tipo de pudor se presentan en una sala de teatro con el rótulo de actores; lo peor de todo es que esas personas y esas obras tienen público, el público compra las boletas, llena los espacios y aplaude de pie ante esos espectáculos que llaman El teatro en Colombia. Ese público que ama el teatro colombiano es el mismo que ama Sábados Felices, la telenovela de Diomedes y las películas de Dago. El panorama es aterrador.
La televisión colombiana tiende a empeorar pero el teatro tiende a ganar estatus gracias a Fabio Rubiano, un hombre con buenas intenciones que se para al lado de los grandes para hablar de arte y se atrevió a humillar y ofender a Héctor Abad Faciolince, le dio clases de erudición a uno de los escritores más eruditos y con mejor ortografía de Colombia. ¡No hay derecho!
El maestro Fabio Rubiano -así lo llaman ahora en los perfiles y las entrevistas- se presenta a sí mismo como un gran artista, pensador, filósofo y hombre comprometido, es una especie de Camus del siglo XXI en la tierra de Gabo. La figura del maestro da como para escribir una buena comedia titulada El hombre sin atributos:
Érase una vez un niño que nació en Fusagasugá pero no era de Fusagasugá sino de Bogotá, más rolo que Andrés Ospina, ala. Ese niño vivía en el barrio Restrepo pero luego se fue a vivir a Chapinero; fue mesero y arreglaba máquinas de escribir, inició más de cinco carreras y no terminó ninguna, tenía un bar y una noche se dijo “tengo que escoger entre el teatro o la noche”, escogió el teatro pero lo vimos en televisión actuando de él mismo -como casi todos los actores colombianos- en Vuelo secreto (una de las serias colombianas más vistas en la historia de la televisión colombiana -lo que no sabe el maestro Fabio es que los colombianos tienen muy mal gusto y por eso Sábados Felices es el programa más antiguo de la televisión colombiana). El maestro conoció a Marcela Valencia (su compañera de toda la vida) fundaron Petra y es ahí, en ese momento, cuando Fabio se sintió al lado de los grandes dramaturgos, se presenta como tal, asume la pose de pensador y erudito y todos los periodistas y el público no exigente le siguen el juego. Su última Gran Obra es Labio de librey ante Labio de liebre todos salen estupefactos y el más estupefacto es él. Gracias a su genio se da el lujo de cambiar de esposa con cierta frecuencia y esas muchachas se sienten a su lado como ante la Idea hecha hombre, habría que ver cómo se desvivía en palabras hacia Fabio la recién reemplazada Carolina Cuervo, en fin.
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Me daban ganas de llorar de lo bueno que era

En fin, me lancé a los pechos, chupando primero uno, luego el otro, me sentía como un niño. Al menos sentía lo que yo imaginaba que podría sentir un niño. Me daban ganas de llorar de lo bueno que era. Tenía la sensación de poder estar allí chupando aquellos pechos eternamente. A la chica parecía no importarle. ¡De hecho, brotó una lágrima! ¡Era tan delicioso, el que brotara una lágrima! Una lágrima de plácido gozo. Navegando, navegando. Dios, ¡lo que tienen que aprender los hombres! Yo había sido siempre hombre de piernas, mis ojos siempre quedaban atrapados por las piernas: las mujeres que salían de los coches me dejaban siempre absolutamente extasiado. No sabía qué hacer. Ay, cuando salía una mujer de un coche y yo veía aquellas PIERNAS… SUBIENDO. Todo aquel nylon, aquellas trampas, toda aquella mierda… ¡SUBIENDO! ¡Demasiado! ¡No puedo soportarlo! ¡Piedad! ¡Que me capen como a los bueyes!… Sí, era demasiado… Y ahora, me veía chupando pechos. En fin.
Metí las manos bajo aquellos pechos, los alcé. Toneladas de carne. Carne sin boca ni ojos. CARNE
CARNE CARNE. Me la metí en la boca y volé al cielo.
Charles Bukowski, en “La barba blanca”.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Un viejo de 45 años

Vi a una araña arrastrándose por el borde de la ventana. Vi un viejo periódico en el suelo. Había una foto de tres jovencitas saltando una valla, mostrando mucha pierna. El lugar entero se parecía a mí y olía como yo. El papel de la pared me conocía. Era perfecto. Yo era consciente de mis pies, mis codos y mi pelo. No me sentía un viejo de 45 años. Me sentía como un condenado monje que acaba de tener una revelación. Sentí como si estuviese enamorado de algo que era muy bueno pero no estaba seguro de lo que era, sólo sabía que estaba allí. Escuché todos los sonidos, los sonidos de las motos y de los coches. Oí perros ladrando. Gente riéndose. Entonces me dormí. Dormí y dormí y dormí. Mientras, una planta miraba por la ventana, mientras una planta me miraba. El sol seguía brillando y la araña se arrastraba por las paredes.
Charles Bukowski

El gas es como una especie de beso

Cuando el vino se acabó, la depresión, el miedo, la inutilidad de seguir, vinieron con más y más fuerza y supe que iba a hacerlo. La primera vez que ella salió de la habitación, todo acabó para mí. Era la hora. Cómo hacerlo, no lo sabía muy bien, pero había cientos de maneras. Teníamos una pequeña estufa de gas. El gas era atrayente. El gas es como una especie de beso. Deja el cuerpo entero. El vino se había acabado. Yo apenas podía andar. Ejércitos de miedo y sudor corrían de un lado a otro por mi cuerpo. Era muy sencillo. La mayor recompensa era el no tener que volver nunca a cruzarse con otro ser humano por la acera, verlos pasear en su obesidad, ver sus pequeños ojos de rata, sus caras rotas y crueles, sus gestos animales. Vaya un dulce sueño: no tener que volver a mirar nunca otro rostro humano.
Charles Bukowski

martes, 1 de septiembre de 2015

Deje de mirarme las tetas, señor

Big Bart era el tío más salvaje del Oeste. Tenía la pistola más veloz del Oeste, y se había follado mayor variedad de mujeres que cualquier otro tío en el Oeste. No era aficionado a bañarse, ni a la mierda de toro, ni a discutir, ni a ser un segundón. También era guía de una caravana de emigrantes, y no había otro hombre de su edad que hubiese matado más indios, o follado más mujeres, o matado más hombres blancos.
Big Bart era un tío grande y él lo sabía y todo el mundo lo sabía. Incluso sus pedos eran excepcionales, más sonoros que la campana de la cena; y estaba además muy bien dotado, un gran mango siempre tieso e infernal. Su deber consistía en llevar las carretas a través de la sabana sanas y salvas, fornicar con las mujeres, matar a unos cuantos hombres, y entonces volver al Este a por otra caravana. Tenía una barba negra, unos sucios orificios en la nariz, y unos radiantes dientes amarillentos.
Acababa de metérsela a la joven esposa de Billy Joe, la estaba sacando los infiernos a martillazos de polla mientras obligaba a Billy Joe a observarlos. Obligaba a la chica a hablarle a su marido mientras lo hacían. Le obligaba a decir:
—¡Ah, Billy Joe, todo este palo, este cuello de pavo me atraviesa desde el coño hasta la garganta, no puedo respirar, me ahoga! ¡Sálvame, Billy Joe! ¡No, Billy Joe, no me salves! ¡Aaah!
Luego de que Big Bart se corriera, hizo que Billy Joe le lavara las partes y entonces salieron todos juntos a disfrutar de una espléndida cena a base de tocino, judías y galletas.
Al día siguiente se encontraron con una carreta solitaria que atravesaba la pradera por sus propios medios. Un chico delgaducho, de unos dieciséis años, con un acné cosa mala, llevaba las riendas. Big Bart se acercó cabalgando.
—¡Eh, chico! —dijo.
El chico no contestó.
—Te estoy hablando, chaval…
—Chúpame el culo —dijo el chico.
—Soy Big Bart.
—Chúpame el culo.
—¿Cómo te llamas, hijo?
—Me llaman «El Niño».
—Mira, Niño, no hay manera de que un hombre atraviese estas praderas con una sola carreta.
—Yo pienso hacerlo.
—Bueno, son tus pelotas, Niño —dijo Big Bart, y se dispuso a dar la vuelta a su caballo, cuando se abrieron las cortinas de la carreta y apareció esa mujercita, con unos pechos increíbles, un culo grande y bonito, y unos ojos como el cielo después de la lluvia. Dirigió su mirada hacia Big Bart, y el cuello de pavo se puso duro y chocó contra el torno de la silla de montar.
—Por tu propio bien, Niño, vente con nosotros.
—Que te den por el culo, viejo —dijo el chico—. No hago caso de avisos de viejos follamadres con los calzoncillos sucios.
—He matado a hombres sólo porque me disgustaba su mirada.
El Niño escupió al suelo. Entonces se incorporó y se rascó los cojones.
—Mira, viejo, me aburres. Ahora desaparece de mi vista o te voy a convertir en una plasta de queso suizo.
—Niño —dijo la chica asomándose por encima de él, saliéndosele una teta y poniendo cachondo al sol—. Niño, creo que este hombre tiene razón. No tenemos posibilidades contra esos cabronazos de indios si vamos solos. No seas gilipollas. Dile a este hombre que nos uniremos a ellos.
—Nos uniremos —dijo el Niño.
—¿Cómo se llama tu chica? —preguntó Big Bart.
—Rocío de Miel —dijo el Niño.
—Y deje de mirarme las tetas, señor —dijo Rocío de Miel— o le voy a sacar la mierda a hostias.
Las cosas fueron bien por un tiempo. Hubo una escaramuza con los indios en Blueball Canyon. 37 indios muertos, uno prisionero. Sin bajas americanas. Big Bart le puso una argolla en la nariz…
Era obvio que Big Bart se ponía cachondo con Rocío de Miel. No podía apartar sus ojos de ella. Ese culo, casi todo por culpa de ese culo. Una vez mirándola se cayó de su caballo y uno de los cocineros indios se puso a reír. Quedó un sólo cocinero indio.
Un día Big Bart mandó al Niño con una partida de caza a matar algunos búfalos. Big Bart esperó hasta que desaparecieron de la vista y entonces se fue hacia la carreta del Niño. Subió por el sillín, apartó la cortina, y entró. Rocío de Miel estaba tumbada en el centro de la carreta masturbándose.
—Cristo, nena —dijo Big Bart—. ¡No lo malgastes!
—Lárgate de aquí —dijo Rocío de Miel sacando el dedo de su chocho y apuntando a Big Bart—. ¡Lárgate de aquí echando leches y déjame hacer mis cosas!
—¡Tu hombre no te cuida lo suficiente, Rocío de Miel!
—Claro que me cuida, gilipollas, sólo que no tengo bastante. Lo único que ocurre es que después del período me pongo cachonda.
—Escucha, nena…
—¡Que te den por el culo!
—Escucha, nena, contempla…
Entonces sacó el gran martillo. Era púrpura, descapullado, infernal, y basculaba de un lado a otro como el péndulo de un gran reloj. Gotas de semen lubricante cayeron al suelo.
Rocío de Miel no pudo apartar sus ojos de tal instrumento. Después de un rato
dijo:
—¡No me vas a meter esa condenada cosa dentro!
—Dilo como si de verdad lo sintieras, Rocío de Miel.
—¡NO VAS A METERME ESA CONDENADA COSA DENTRO!
—¿Pero por qué? ¿Por qué? ¡Mírala!
—¡La estoy mirando!
—¿Pero por qué no la deseas?
—Porque estoy enamorada del Niño.
—¿Amor? —dijo Big Bart riéndose—. ¿Amor? ¡Eso es un cuento para idiotas! ¡Mira esta condenada estaca! ¡Puede matar de amor a cualquier hora!
—Yo amo al Niño, Big Bart.
—Y también está mi lengua —dijo Big Bart—. ¡La mejor lengua del Oeste!
La sacó e hizo ejercicios gimnásticos con ella.
—Yo amo al Niño —dijo Rocío de Miel.
—Bueno, pues jódete —dijo Big Bart y de un salto se echó encima de ella. Era un trabajo de perros meter toda esa cosa, y cuando lo consiguió, Rocío de Miel gritó. Había dado unos siete caderazos entre los muslos de la chica, cuando se vio arrastrado rudamente hacia atrás.
ERA EL NIÑO, DE VUELTA DE LA PARTIDA DE CAZA.
—Te trajimos tus búfalos, hijoputa. Ahora, si te subes los pantalones y sales afuera, arreglaremos el resto…
—Soy la pistola más rápida del Oeste —dijo Big Bart.
—Te haré un agujero tan grande, que el ojo de tu culo parecerá sólo un poro de la piel —dijo el Niño—. Vamos, acabemos de una vez. Estoy hambriento y quiero cenar. Cazar búfalos abre el apetito…
Los hombres se sentaron alrededor del campo de tiro, observando. Había una tensa vibración en el aire. Las mujeres se quedaron en las carretas, rezando, masturbándose y bebiendo ginebra. Big Bart tenía 34 muescas en su pistola, y una fama infernal. El Niño no tenía ninguna muesca en su arma, pero tenía una confianza en sí mismo que Big Bart no había visto nunca en sus otros oponentes. Big Bart parecía el más nervioso de los dos. Se tomó un trago de whisky, bebiéndose la mitad de la botella, y entonces caminó hacia el Niño.
—Mira, Niño…
—¿Sí, hijoputa…?
—Mira, quiero decir, ¿por qué te cabreas?
—¡Te voy a volar las pelotas, viejo!
—¿Pero por qué?
—¡Estabas jodiendo con mi mujer, viejo!
—Escucha, Niño, ¿es que no lo ves? Las mujeres juegan con un hombre detrás de otro. Sólo somos víctimas del mismo juego.
—No quiero escuchar tu mierda, papá. ¡Ahora aléjate y prepárate a desenfundar!
—Niño…
—¡Aléjate y listo para disparar!
Los hombres en el campo de fuego se levantaron. Una ligera brisa vino del Oeste oliendo a mierda de caballo. Alguien tosió. Las mujeres se agazaparon en las carretas, bebiendo ginebra, rezando y masturbándose. El crepúsculo caía.
Big Bart y el Niño estaban separados 30 pasos.
—Desenfunda tú, mierda seca —dijo el Niño—, desenfunda, viejo de mierda, sucio rijoso.
Despacio, a través de las cortinas de una carreta, apareció una mujer con un rifle. Era Rocío de Miel. Se puso el rifle al hombro y lo apoyó en un barril.
—Vamos, violador cornudo —dijo el Niño—. ¡DESENFUNDA!
La mano de Big Bart bajó hacia su revolver. Sonó un disparo cortando el crepúsculo. Rocío de Miel bajó su rifle humeante y volvió a meterse en la carreta. El Niño estaba muerto en el suelo, con un agujero en la nuca. Big Bart enfundó su pistola sin usar y caminó hacia la carreta. La luna estaba ya alta.
Charles Bukowski