sábado, 18 de julio de 2015

La dama del cochecito

La acción se desarrolla en Bogotá. Yo miro con ojo acusador: "Otra madre con cara de niña, senos perturbadores, mirada entre lasciva y desilusionada y un cochecito". Camina sola. Vale la pena imaginarse los labios del bebé succionando su seno, el ejercicio que lo llevará a pronunciar la palabra mágica: mamá.
Llama más la atención la dama del cochecito que el bebé, al recién nacido no se le ve la cara, debe ser un niño muy bonito, casi todos los son, es una de las razones por las cuales las madres aman a sus hijos: su carita, sus manitos, su sonrisa inocente, son tan lindos, uno se pierde en su mirada. Lástima que crezcan tan rápido y luego se confundan, por su vejez, con sus madres.
La dama del cochecito debe amar a su hijo, como todas las madres, lástima que ese amor se vea socavado por detalles sin importancia: ese bebé llora, gimotea, aúlla, chilla, se retuerce, se arquea, se pone morado, pierde la respiración, la recupera... estas escenas suelen desarrollarse a las dos de la mañana, cuando la madre suda de gozo divertida con sus sueños. Nuestra madre es una madre soltera.
Por qué llora, por qué se queja, no está mojado, no tiene hambre, no tiene frío, pero llora, así son las travesuras de los niños pequeños. La madre debe tener paciencia, ella sabe que está experimentado uno de los placeres dignos sólo de su condición de mujer, es madre, con eso basta, no necesita saber nada más, debe aprender a comprender que la realización personal implica sacrificio, desvelo, la valoración del amor de nuestros propios padres, hasta ahora lo comprende, y pensar que en algún momento ella les gritó a quienes le dieron la vida: "yo no les pedí que me trajeran", ¿será posible que en el futuro este ángel se ensañe en contra de ella? No es posible, es un niño muy bonito.
Es desagradable cambiarle el pañal a un niño de ocho meses a las dos de la mañana. Sí, quién lo niega, los bebés de ocho meses a veces desbordan el pañal, hay que cambiarles toda la ropa y limpiarles todo el cuerpo cuando pensamos que se trataba sólo de cambiar un pañal, el bebé es inocente, no sabe nada del bien ni del mal, eso lo salva de una mirada llena de desprecio.
Nuestra madre soltera a veces se siente sola a pesar de su realización, es consciente de su cuerpo y del deseo pero sabe también que gracias al cuerpo y al deseo se da también el milagro de la vida y, aunque es maravilloso ser madre, recuerda que cuando se dio el milagro ella no estaba concentrada pensando precisamente en sus desvelos de madre realizada, en cómo serían las manitos y la sonrisa de su bebé, sino en el placer que le proporcionaba ese hombre, el responsable, en parte, de su realización.
En el colegio había varias niñas embarazadas cuando ella lo estuvo, las niñas embarazadas en los colegios a veces padecen exceso de protagonismo y los coordinadores de disciplina debe asumir su posición, ellos, como los padres, se preguntan: ¿en qué fallamos? La niña habla con la coordinadora y le dice: "Sí, yo sé, pero cuando uno está con un hombre que le gusta y las cosas se dan, simplemente pasa, no se piensa, uno se vuelve como un animal y cuando está pasando uno sabe que se está equivocando pero no se detiene".

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