Las cosas están ordenadas si se comportan como uno espera que lo hagan; uno puede dejarlas a un lado cuando planifica sus acciones. Esta es la principal atracción del orden: la seguridad que acompaña a la capacidad de predecir, con escaso o ningún error, cuáles serán las consecuencias de nuestras acciones. Podemos seguir intentando lo que estamos intentando, concentrándonos en lo que tenemos que hacer y sin temer ninguna sorpresa: ningún obstáculo que uno no pudiera, con un mínimo de esfuerzo, anticipar e incluir en sus cálculos. Por decirlo en otras palabras: las cosas están en orden si no tenemos que preocuparnos por el orden de las cosas; las cosas están ordenadas si pensamos, o no tenemos la necesidad de pensar, en el orden como un problema y mucho menos como una tarea. Y una vez que uno empieza a pensar en el orden, este es un signo seguro de que algo, en alguna parte, está desordenado: que las cosas están escapando de nuestras manos y, por tanto, tenemos que hacer algo para volverlas a meter en vereda.
Zygmunt Bauman
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