miércoles, 15 de julio de 2015

Cultura y cursilería

Festival de los sentimientos, trueque de libros, abrazos gratis, Bogotá, capital mundial del libro, festival de verano (en Bogotá), el elogio de la lectura.... Al parecer Bogotá es una ciudad muy culta, de mucha tertulia y afán de conocimiento, una ciudad habitada por personas amorosas, reflexivas y respetuosas, así se construye la historia de las grandes ciudades, a partir de sueños frustrados y mentiras que luego pasan a la Historia como grandes verdades. Se habla de algunos de los eventos culturales realizados en Bogotá como si se tratara de los hechos histórico-culturales más conmovedores jamás vividos, yo no he vuelto a este tipo de eventos porque a veces llueve, a veces cancelan, a veces asisten sólo diez personas o el invitado de honor encuentra algo más estimulante que hacer a última hora. Los recuerdos de estos tiempos son de enojo, lástima o una mezcla de sensaciones encontradas, la que sobresale es la certeza de que desplazarse a determinado sitio ha sido, por sobre todas las cosas, una pérdida de tiempo. Cuando se lee la reseña del evento o se ve la transmisión en directo se descubren dos hechos: la realidad no es la misma desde dentro que desde afuera y la mayoría de las reseñas o noticias culturales pretenden hacer ver y creer lo que no ha sucedido. Conclusión: asistir a los eventos es una pérdida de tiempo, ver o leer la noticia sobre el evento va a crear la sensación en el lector o espectador de que no se ha permitido vivir una experiencia emotiva, leer periódicos o revistas culturales ni tiene sentido, ver noticieros también se constituye en una pérdida de tiempo.
La cursilería y el arte parecen ir de la mano, tanto como la política y la persuasión; la política y el arte comparten algunas afinidades: los miembros que conforman los partidos son una especie de dinastía, casi siempre se trata de reconocidas familias en las que el setenta por ciento de los miembros se identifica de manera total con la política o con el arte, a veces con la política y con el arte. La política se hace con el tiempo más humana, los políticos hablan y piensan como la mayoría de la gente, son del pueblo, sienten como el pueblo, se identifican con el pueblo; la literatura no está muy lejos de este universo de paz y amor, cuando se habla de literatura o se lee poesía en voz alta, con entonación y pausas bien marcadas parece que se vive de manera más efectiva el placer estético, se entra en una especie de éxtasis aunque se trate de textos sin méritos, si se le quitara la pompa, la emoción del poeta ante la tribuna, el vino y la sonrisa del público, el hermoso poema no significaría nada, dejaría de ser hermoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario