miércoles, 15 de julio de 2015

Escribir por escribir

Ejercicios de estilo, claves de la argumentación, curso básico de redacción técnica, argumentación escrita, argumentación básica, el estilo de los textos escritos, el poder de la palabra, la gramática al alcance de los niños, gramática de la fantasía, juguemos a escribir bla, bla, bla, bla son títulos de textos muy sugerentes en los que se nos enseña a escribir con corrección. El aprendizaje se logra a través del juego (ni el profesor ni el escritor son policías de la lengua, ¡ni más faltaba!) o, bien, a través de la aplicación de reglas gramaticales.
En algunos de los textos escritos por policías sus autores se concentran en la gramática del tipo correcto e incorrecto sin ningún tipo de explicación: está bien porque está bien, está mal porque está mal y punto, no se hable más, asunto resuelto; otros optan por dedicarse al estilo, hay quienes prefieren la originalidad, la rigurosidad y la claridad con la que se presentan y se desarrollan los argumentos; no puede faltar el autor que ha creado una teoría infalible a partir de la cual se descubre el sentido último, los límites y milagros de un párrafo bien estructurado. Las tipologías textuales se han constituido en un bello pretexto para escribir una cantidad de textos lo suficientemente considerable, tanto como para merecer la dignidad de ser recogidos en un compendio que se podría titular Historia y filosofía de las tipologías textuales (una conclusión provisional, un poco arriesgada y bastante parcial que podemos sacar de este fenómeno tan particular tiene que ver con el hecho de que, al parecer, hay mucha gente ociosa que no encuentra nada mejor que hacer con su tiempo libre, yo les sugiero probar con la finca raíz, no hay nada más estimulante que formar parte de este enigmático mundo, ajeno, por su naturaleza en apariencia trivial, al universo de las letras; hay acaso una actividad más contundente para materializar el equilibrio entre cuerpo y alma, mente e intelecto, melancolía y espíritu festivo que alternar la lectura del último capítulo o la introducción de cualquier libro de Touraine, Foucault, Deleuze, Habermas, Derrida... con la compra de un bulto de cemento?).
Los tratados sobre escritura se escriben con las mejores intenciones, no cabe ninguna duda, sin embargo, cuando se leen los clásicos, sean éstos relacionados con arte, ciencia o gramática, nos encontrarmos con que los Maestros casi siempre transgreden las reglas más sencillas a su antojo, la diferencia entre un maestro y otro radica en que el énfasis de sus manías es tan notorio y persistente que se convierte en parte de su estilo, tener estilo es transgedir las reglas y estructuras gramáticales de tal forma que esta transgresión se convierta en una marca que denota originalidad y desenfado: así como podemos encontrar párrafos de una línea en una lumbrera intelectual, puntos y coma donde no deberían ir, puntos seguidos que podrían ser comas, también se da el caso de escritores, preferiblemente alemanes, que escriben párrafos de veinte páginas y todos sus lectores damos a entender con nuestra actitud que la ideas expresadas por el Maestro han sido comprendidas cuando en realidad lo único que hemos comprendido es que este autor escribe de manera muy complicada para que nosotros, pobre pueblo subdesarrollado, nos aferremos más a la idea de que el eurocentrismo es la mejor opción intelectual y cultural para un Pueblo sumido en la desesperanza.

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