miércoles, 15 de julio de 2015

Las promesas de los niños

Casi todo a nuestro alrededor parece constituirse en una serie de obstáculos o interferencias que nos distraen de ser lo que habíamos proyectado en determinado momento, resulta casi imposible materializar el designio de Holderlin: "Que así, el hombre mantenga lo que de niño prometió".
La vida casi nunca se desarrolla en línea recta sino como un remolino, de ahí la sensación de inestabilidad a nuestro alrededor, la inestabilidad nos obliga a revisar permanentemente aquello que deseamos realizar, seguramente el gran valor de un hombre adulto sea la aceptación de que la vida se rige por algo que está mucho más allá de su propia voluntad.
El problema fundamental para hacer realidad los sueños humanos está relacionado con lo inexorable, la incapacidad para controlar la naturaleza y los encuentros fortuitos, aquellos que suelen cambiar la vida de manera radical, los que nos obligan a decir no ante lo que antes decíamos sí y nos presentan ante los demás como seres pocos racionales o faltos de carácter, precisamente porque no hemos cumplido aquello que prometimos en un momento de solemnidad; si estos encuentros azarosos vienen acompañados de una buena dosis de placer, la censura y el castigo no se harán esperar, nada es más despreciable ante la mirada de una persona dotada de cierta autoridad que observar cómo alguien considerado sensato se soloza en su propio placer y lo abandona todo por una promesa, una situación en la que la satisfacción del deseo parece constituirse en la razón fundamental para arriesgarse a cambiar su sistema de vida de manera radical.
Es muy probable que al llegar a una edad lo suficientemente grata como para poder ver la vida en perspectiva, aquellas personas que se han arriesgado a dejarse conducir por la curiosidad o el deseo supongan que hubiera sido más conveniente haber vivido con más calma, que tal vez habría valido la pena contemplar más puestas de sol, haber amado a un solo ser de manera incondicional durante toda la vida; si se trata del caso opuesto, el de alguien que ha encaminado su ruta a partir del cálculo y la racionalidad, una de aquellas personas que ha sopesado cada una de las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida, es probable que en su fuero interno se asuma como un cobarde, un miedoso, un ser amilanado, alguien que nunca arriesgó nada a cambio de la pérdida de su estabilidad, que su supuesto paraíso no fue sino una de las tantas maneras existentes de ser cobarde ante la vida bajo la imagen del buen padre, el buen hijo, el buen vecino o el buen cristiano, en conclusión, como decía el sabio: "hagas lo que hagas de todas maneras te vas a arrepentir", y sin embargo, es necesario continuar emprendiendo nuevas rutas o cometiendo los mismo errores de aquí a la eternidad.
En medio de la incertidumbre quién no sueña con la estabilidad, cuando se ha satisfecho un deseo aparece otro que anula el anterior, todo estado de plenitud incuba aburrimiento o desesperación, deseo de cambio; la lucha interna que libra a diario cada persona se halla en su propio ser: en medio del aburrimiento surge el deseo de aventura, de riesgo, la necesidad imperante de cambios radicales y todo cambio implica una pequeña catástrofe interna y externa, es entonces cuando se anhela la tranquilidad. El proceso se repite una y otra vez a lo largo de la vida.
Los eventos que ocurren sin que haya habido premeditación, aquellos que no son resultado del cálculo sino del más inmaculado azar, en la mayoría de los casos son los que delimitan el rumbo que se ha de tomar, cada vez que nos cruzamos con una persona en nuestra vida ésta parece encaminarse de manera diferente a como la habíamos previsto y entonces los proyectos toman un nuevo rumbo. La pregunta que vale la pena formular es la siguiente: la vida de los seres humanos es el resultado del cálculo, del trabajo o del azar, somos tan vulnerables como los demás seres vivos ante las leyes del universo y de la vida, vale la pena tratar de soñar el camino que se ha de seguir o lo más conveniente será dejarse arrastrar por el peso de los acontecimientos sin cuestionarlos, vivir a imagen y semejanza de las bestias? Cuando los perros de la calle se cruzan con nosotros y parecen llevar más afán que un alto ejecutivo de la alta sociedad hacia dónde se dirigen? los perros también cumplen citas, tiene almuerzos de trabajo, creen, como algunas personas optimistas, que si han venido a la tierra es porque tiene una misión que cumplir, suponen que nada de lo que ocurre, bien sea a la luz del sol o de la luna, ocurre por causalidad?
El ser humano no se libra del azar, no ha sido dotado de poderes sobrenaturales que lo salven de la enfermedad, el dolor, la vejez o la muerte, está condenado a aceptar su desaparición en el momento menos esperado, en eso consiste su grandeza y su pequeñez, su alegría y su dolor, en saber que existe y que está dotado con unas cualidades extraordinarias, pero que en cualquier momento va a morir y seguramente va a tener conciencia mientras esto ocurre de lo que significa el hecho.
El ser humano se ha asumido como la suma de sus propias contradicciones, un gran desconocido para sí mismo y para los demás, ni ángel ni bestia pero con el potencial suficiente para ser consciente de su propia condición, la pregunta que cabría hacer es por qué extraña razón, teniendo el ser humano un potencial tan alto para hacer de su vida algo digno, estético, una experiencia que no se agota tan fácilmente, la mayor parte de las personas no son conscientes de este potencial y pasan la vida de la misma manera en que la viven la mayoría de perros y gatos?

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