viernes, 17 de julio de 2015

Las seis cosas por las que vale la pena vivir

Para saber lo que uno quiere hacer
lo mejor es fijarse en qué se van los ratos de ocio
Monserrat Ordoñez
¿Qué se puede hacer en ochenta años?
Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo había que vivir
y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.
Ernesto Sabato
Las seis cosas por las que vale la pena vivir: amar, comer, hablar, reír, ver películas y leer. Cada uno de estos placeres tiene sus propias ramificaciones, no se puede comparar el amor a las personas con el amor al arte, el amor a los seres vivos es intenso y se alimenta del recuerdo, el amor al arte se hace más intenso en la repetición y en el goce de fragmentos; si se trata de libros hay que encontrar los pasajes indicados y leerlos muy despacio, después prepararse un café y beberlo muy despacio para saborear mejor el pasaje del libro; la relectura de algunos pasajes de los libros preferidos se parece un poco al amor apasionado por un hombre del sexo masculino. Comer y reír son placeres no precisamente complementarios. Amarse a sí mismo por encima de todas las cosas, después a los padres, hermanos, sobrinos, hombres del sexo masculino, estudiantes, animales y paisajes. Comer alimentos sencillos calientes o fríos despacio o rápido de acuerdo con las cualidades de lo que se come, si se come solo o acompañado, si hay tiempo o no, si es placentero comer despacio o rápido, comer mucho o poco, quedar antojado o saciarse, disfrutar de lo que se come recordando un momento o disfrutar el simple hecho de comer algo delicioso porque es un alimento cotidiano o por el placer de la novedad recién descubierta. Un placer duradero consiste en cocinar el propio alimento, un alimento sencillo, servirlo y sentarse a comer solo. Un placer sublime consiste en detener la lectura de una carta amorosa de Flaubert a Louise Colet para prepararse un café y saborearlo muy despacio, no tiene que ser capuchino ni expreso, un simple café con leche instantáneo preparado en la estufa con agua común. Hablar, reír, ver películas y leer son cuatro acciones que se complementan, no tiene sentido leer o ir a cine si no es para compartir luego con alguien las apreciaciones sobre la experiencia y hablar sin reír es tan aburrido como leer sin tener con quien hablar sobre lo leído.

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