domingo, 19 de julio de 2015

Debatirse por un objeto impenetrable es religión pura

Hacer del otro un enigma insoluble del que depende mi vida es consagrarlo como un dios; no llegaré nunca a resolver la cuestión que me plantea; el enamorado no es Edipo. No me queda, entonces, más que trastocar mi ignorancia en verdad. No es cierto que cuando más se ama mejor se comprende; lo que la acción amorosa obtiene de mí es solamente esta sabiduría: que el otro no es para conocerlo; su opacidad no es en absoluto la pantalla de un secreto sino más bien una especie de evidencia, en la cual se anula el juego de la apariencia y del ser. Me sobreviene entonces esta exaltación de amar a fondo a alguien desconocido, y que lo seguirá siendo siempre: movimiento místico: accedo al conocimiento del no conocimiento.
Roland Barthes, en Fragmentos de un discurso amoroso, Bogotá, Siglo XXI, 2004. 156-157.

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