lunes, 20 de julio de 2015

El matrimonio: la mejor carrera de la mujer

No es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia histórica, sino que ha sido su insignificancia histórica lo que las ha destinado a la inferioridad.

Educadas por mujeres en el seno de un mundo femenino, su destino normal es el matrimonio, que las subordina todavía prácticamente al hombre; el prestigio viril está muy lejos de haberse borrado: todavía descansa en sólidas bases económicas y sociales.

Se abren a las mujeres las puertas de las fábricas, las oficinas, las Facultades, pero se continúa considerando que el matrimonio es para ellas una de las carreras más honorables, una carrera que las dispensa de toda otra participación en la vida colectiva.

Los padres aún educan a la hija con vistas al matrimonio más que propician su desarrollo personal, y la hija ve en ello tantas ventajas, que llega a desearlo ella misma; resulta así que, a menudo, está menos especializada, menos sólidamente formada que sus hermanos, se entrega menos totalmente a su profesión; de este modo, se condena a permanecer inferior; y el círculo vicioso se cierra: esa inferioridad refuerza su deseo de hallar marido.

Simone de Beauvoir, en El segundo sexo

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