miércoles, 22 de julio de 2015

Twitter le cambió la vida a Virginia Mayer

Para quienes no conocen a Virginia Mayer a continuación una breve descripción:
Es una mujer muy gorda, muy fea, muy masculina, muy agresiva, muy burda y muy reconocida -por ella misma- como: lesbiana insaciable, crítica despiadada, implacable desbaratando figuras públicas en Kienyke, sin pelos en la lengua para hablar de sexualidad sucia y reveladora de Grandes Verdades. Debe suponer que como nadie está dispuesto a decir la verdad, ella está condenada a realizar tan honorable tarea a pesar de que el ejercicio pueda resultar doloroso para el lector, no para ella.
La conclusión que saco de su perfil es que todo lo que ella quiere parecer revelar con su supuesta rudeza no es más que una máscara que usa para ocultar su verdadera naturaleza. Virginia Mayer es una ciudadana más, una persona común, como la mayoría. Vamos a demostrarlo analizando sus propias letras.
En su última columna se ocupa de Twitter, lo aborda con humor e ironía. Para solaz mío no nos habla sólo de cómo Twitter le cambió la vida sino que nos presenta rasgos de su ser que está empeñada en ocultar. Con ustedes Virginia Mayer:
1. El domingo en la noche me acosté muy angustiada, pues al día siguiente era lunes. Tuve pesadillas toda la noche, pero la peor fue una en que ya no había Twitter. ¡Fue horrible! Cuando sonó el despertador lo primero que hice fue mirar Twitter en mi BlackBerry. Ahí estaba, bendito.
Análisis: entre chiste y chanza Virginia nos confiesa que pasa el bendito día y la bendita noche pensando en Twitter. ¡A Virginia le falta vida, le faltan emociones que ocupen su mente, tal vez Twitter se ha convertido en su prioridad! Y la pregunta es por qué: Twitter es una red social más, lo que vino después de Facebook y lo que nos entretiene mientras aparece otra que sintetice las demás, ese ha sido el orden de las cosas hasta ahora.
2. Durante la noche me habían seguido siete personas, cada una con una biografía más ridícula que la anterior, pero bienvenidos, bienvenidos todos, enhorabuena. Esta semana he sufrido, pues habiendo llegado a los 6 mil seguidores, parecen haberse detenido. ¿Será que no voy a pasar de los 6100 seguidores? Sufro.
Análisis: Nuestra periodista irreverente se fija en cuántas personas la siguen diariamente y lee sus biografías, quiere saber quiénes son sus fans. Le importan los seguidores como a cualquier pelmazo que hace lo que sea para hacerse notar, para parecer popular. 6.100 le parece una cifra nada despreciable, pero espera más.
3. ¿Y de qué me sirve toda esta gente? A veces he pensado en pedirle mil pesos a cada uno de mis seguidores, pero con eso no pagaría ni la deuda de la tarjeta de crédito.
Análisis: Virginia quiere que sepamos que tiene tarjeta de crédito. Es típico del tuitero típico presumir con objetos de supuesto lujo. La tarjeta de crédito dejó de serlo hace mucho tiempo, pero bueno, a ella todavía le parece un bien digno de ser mencionado para que nos hagamos una idea de su valía.
4. La realidad es que en Twitter nadie te da nada, al menos nada tangible. Entonces, ¿de qué me ha servido? Allí comencé a promocionar mis columnas hace dos años, también me hice una idea de cuántos de ustedes me leían. A través de Twitter he conocido personas que ya ocupan un lugar importante en mi corazón: @sergioaraujoc, @Sanchezbaute, @bocasdeceniza, @ninolatex, @SoyAndresParra, @AspasiaSegunda, @delosnervios, @catalinapordios y @Perroacuadros.
Análisis: es aquí donde Virginia empieza a revelarse como una ciudadana más, una colombiana común: Twitter no le da nada tangible pero le brinda la posibilidad de promocionarse, de venderse. Mientras ella se vende vende a otros que también la venderán porque son buenos vendedores en Twitter, y si tú me vendes yo te vendo y todos ganamos. Yo leo el párrafo y me pregunto: ¿Dónde está la Virginia Mayer que se sale del montón? ¡Admira a zalameros profesionales dispuestos a promocionar a otros zalameros profesionales para crear entre todos la ilusión de que no son simples zalameros sino que son gente de mundo, grandes intelectuales, periodistas, trabajadores honestos y bla bla bla! Virginia sabe a quién vale la pena mencionar en su lista de "personas que ya ocupan un lugar importante en su corazón". En lenguaje mundano esa frase bonita se traduce en buenos términos colombianos en un: "Esas personas son buenos contactos para proyectos futuros". ¡Virginia es una colombiana promedio!
5. También he conseguido trabajo; editores de diferentes revistas han visto mis tweets con mis columnas y me han pedido que escriba para ellos. Inclusive, he hecho investigaciones a punta de hacerle preguntas a mis seguidores.
Análisis: Aquí el análisis pierde su tono de objetividad y me apropio de un tono epistolar indignado con la tuitera exitosa:
Virginia, a todos nos han ofrecido dulces de todos los sabores en Twitter, a todas nos han pedido que nos vendamos y vendamos todo tipo de productos. Tú misma quisiste venderme como buen producto en Kienyke para ser más "famosas" las dos y no acepté porque Kienyke es un pasquín inmundo y tú eres una periodista deshonesta y tramposa. Me convencí más de mi decisión cuando me dijiste que serías complaciente conmigo para hacerme sentir bien. ¿Mientras me hacías esas propuestas te pasaba por la mente que yo sería un buen contacto para un proyecto colectivo en el futuro? Supongo que sí, estás acostumbrada a tratar con gente ávida de protagonismo en revistas infames,con personas dispuestas a venderse por lo que sea, sin medir las consecuencias, sin pensar en ética, en honestidad, en pertinencia... sin pensar ni siquiera en el daño que se le puede hacer a otros con la realización de esos proyectos.
6. También he hecho denuncias y sometido al escarnio público a un par de personajes absurdos que han pretendido sabotearme o matonearme sin éxito. Y es que Twitter se presta, precisamente, para eso.
Análisis: Nuestra irreverente es tan valiente que denuncia que es implacable denunciando pero ni siquiera se toma el trabajo de anotar los nombres de los denunciados. Le tiembla la mano como en casi toda la columna y su texto adquiere el tono de conversación de viejas chismosas que dicen el milagro pero no el santo. ¡Esa es Colombia!
7. Con todo el lío de la columna del periodista Daniel Pardo en Kien&Ke, María Elvira Bonilla y Adriana Bernal fueron sometidas a un matoneo desagradable, y es que esta red social permite que todos opinemos. Los que saben y los que no tienen ni idea. Se siente como una herramienta para el desahogo, para la expresión desbocada de pensamientos y sentimientos que parecen ser pensados a medida que van siendo tecleados.
Análisis: como buena empleada es obediente, servil y conforme con los jefes, los defiende, es feliz en su rol de perro guardián de los poderosos. Esto ya es demasiado, ¿Será posible que los dueños de Kienyke le pidieron a la guerrera Virginia que los defendiera de los agresores porque ellos solos no pueden? ¡Virginia es más sumisa que un cajero de Carrefour!
8. En Twitter la gente no piensa antes de escribir, la mayoría se vomita, más que expresarse. Y yo, que soy más impulsiva, me enciendo en ira y comienzo a responder animaladas que ya comienzan a identificarme.
Análisis: esta es la Virginia acostumbrada a autopromocionarse como la mujer que describimos al comienzo. Este párrafo desdice a la mansa paloma que leímos en los párrafos anteriores.
9. La gran dicha es que uno puede borrar todo lo que escribe, y aunque haya desocupados tomando fotos de pantalla, lo que borre sale de mi TL y es como si nunca hubiese sido escrito. A mí me gusta mantener un TL limpio de menciones, me gusta así porque lo considero más estético. Como si cada tweet fuera una estanza en un poema.
Análisis: Virginia nos explica, como si de una niña pequeña que acaba de cometer una travesura inaceptable se tratara, por qué es tan ruda con sus lectores. Las personas rudas de verdad no sienten ningún deseo de justificar la naturaleza de sus actos, son rudas y ya. ¡Virginia ¿por qué eres tan niña?!
10. Me da risa la gente que cuestiona que borre tweets, como si fuera un documento público, la Constitución. La gente que se toma Twitter muy en serio aún no ha entendido que se trata de un juego.
Análisis: Virginia acaba de pronunciar dos frases del tuitero promedio, el adicto, el que se reúne con otro tuiteros a hablar de lo buenos tuiteros que son. Al tuitero promedio todo le da risa (risa furiosa, por supuesto) y no se toma tuiter en serio (pero llora por todo: porque los dejan de seguir, porque los bloquean...)
11. Hoy día existen varias herramientas para que la experiencia en Twitter sea más enriquecedora. Existe who.stolemytweet.com, que permite ver quién ha plagiado sus tweets. Está www.favstar.fm, que es lo más preciso para ver quién le ha dado RT o FAV. También existen compañías que venden seguidores, o cuentas que ya tienen miles de seguidores, pero esta última herramienta nadie la admite. Yo no he comprado seguidores, pero le he mendigado el follow a un par, por lo que Adolfo Zableh me regañó y me llamó patética. Y sí, a veces soy patética. A veces vale la pena.
Análisis: Virginia sigue manifestando que está obsesionada con Twitter y quiere muchos seguidores. Ahora nombra a @azableh, él también es un muy buen contacto para proyectos futuros, publica en casi todas las revistas colombianas ¿tan mal pagan?
12. ¿Y qué pasaría si este juego un día se acaba? Yo andaría de luto y quizá volvería mi perfil de Facebook algo más creativo y tendría más de los 50 amigos que allí tengo. Leería más libros, escribiría más, pasaría menos tiempo prestándole atención a mi celular y en la calle.
Análisis: Virginia sigue confesándonos que es adicta.
13. Me entregaría al destino a la hora de publicar mis textos, esperando que a ustedes se les ocurriera visitar Kien&Ke para ver qué se ha publicado y cruzando los dedos para que recomendaran mis textos a sus amigos por teléfono o a la hora del almuerzo.
Análisis: Virginia sigue reafirmando sus serios problemas de autoestima. Esta joven necesita ser leída, valorada, amada. No es justo, no es la virginia que nos ha querido hacer imaginar, nos engañó.
14. Las redes sociales se han vuelto parte esencial de nuestras vidas. Confieso que muchas de las cosas que se me ocurren son líneas para Twitter.
Análisis: ¿Es posible leer una descripción más patética de una persona sin vida real?
15. Muchos de los comentarios geniales, ridículos o chistosos de mi gente van para Twitter, con comillas, claro. Antes lo anotaba todo en pequeñas libretas que cabían en mi bolsillo, pero nadie me festejaba lo que escribía.
Análisis: ¿Es posible leer una descripción más patética de una persona sin vida real?
16. Twitter da reconocimiento, saca del anonimato y les da voz a las personas. También le da peso en las huevas a los más cobardes, que son aquellos que abren cuentas anónimas y quienes más duro matonean. Desde el anonimato todos son valientes, pero la gran mayoría de estas cuentas son seudónimos creados por gente que no es capaz de decir lo que piensa dando la cara por miedo a ser juzgados.
Análisis: al parecer a Virginia le duele mucho el matoneo, probablemente es una mujer muy insegura, muy frágil, muy necesitada de ternura, afecto y cursilería y yo me vuelvo a preguntar: ¿Por qué se empeña en presentarse como lo que no es? ¿Por qué no nos presenta su fragilidad, su necesidad de aprobación, su miedo a perder el trabajo y a quedarse sin contactos que le hagan pensar en futuros proyectos? ¿Tan incierta ve la vida? ¿Tan desvalida se siente como para mendigar amor y reconocimiento de esa manera?
17. Si Twitter se acabara varios personajes patéticos volverían a la soledad de sus sabanas pegajosas y sus comics, y sus caras seguirían llenándose de granos por no poder desahogarse matoneando a quienes, de otra manera, jamás los oirían.
Análisis: Virginia sigue transpirando fragilidad.
18. También se desinflarían las reinas tuiteras que fueron elegidas, arbitrariamente, por otro personaje que aunque no lo declare así, bien podría ser el rey de Twitter en Colombia, el cazatalentos, la catapulta a las estrellas: @luisharistizbal. Estas mujeres que destilan creatividad e inteligencia volverían a su cotidianidad, a sus libros y calculadoras, sus busetas y los salones de clases que todavía hacen parte de sus vidas.
Análisis: Aquí está Virginia Mayer en todo su esplendor ante el rey de la zalamería en la vida real y en la vida virtual: Luis H. Aristizábal. Quién sino Luis H. Aristizábal tenía que ser proclamado Rey de Twitter en Colombia por la más irreverente de todas; qué sería de él sin las inocentes niñas que lo adoran -como parte de su inocencia y de su ignorancia- y sin Virginia Mayer para proclamarlo Rey. ¿Dónde ha quedado la supuesta mujer implacable? Esta parte final del texto bien podría ser parte fundamental de un discurso de despedida de un grupo de niñas cristianas o discurso de grado de un colegio femenino de monjas donde las estudiantes adoran a su rey, a cualquier rey. A Virginia la educaron para adorar a la gente que tiene talento para hacer contactos y Luis H. Aristizábal es Maestro indiscutible en ese arte.
19. ¿Qué sería de las controversias de Alejandra Azcárate sin sus 878.809 seguidores? ¿Cómo promocionaría Daniel Samper Ospina sus columnas y libros? ¿Cómo se desahogaría Álvaro Uribe Vélez? ¿Qué haría Andrés Parra para denunciar los abusos y el pésimo servicio de Claro? ¿Por dónde contaría Antonio García Ángel sus cuentos cortos con tanta inmediatez? ¿Por dónde expresaría Bret Easton Ellis su inconformidad con la industria del entretenimiento en Hollywood?
Análisis: Virginia es devota de Twitter.
20. Yo no creo en Dios, pero esta noche voy a orar y le voy a pedir que no se acabe Twitter, que no se acabe nunca. Y yo sé que todos ustedes me acompañarán en mi oración.
Análisis: el final no podría ser más lastimero. He de confesarle a quien se tome el trabajo de leer este post hasta aquí que quedé con infinitos deseos de vomitar después de haber revelado a Virginia Mayer en todo sus esplendor.
Hasta pronto
Elsy

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