Un animal que se muestre perfectamente altruista, que siempre le ceda el turno a sus compañeros, que no acapare recursos vitales cuando se presenta la oportunidad, que no responda con violencia a las agresiones o las injusticias, que no se muestre vengativo, que no se interese en el sexo, que no descanse de trabajar en bien de sus parientes o que no se alimente en abundancia cuando las circunstancias lo propicien, ese animal no dejará descendientes, o dejará muy pocos en relación con sus compañeros de grupo. En cambio, los lujuriosos, los egoístas, los altruistas con sus parientes próximos, los ventajosos, los agresivos, los maquiavélicos, los codiciosos y los avaros tenderán a dejar más descendientes y en consecuencia, esas "virtudes" - "pecados" desde la perspectiva humana- serán elegidos por la selección natural para incorporarlos en la dotación biológica de cada especie. Y el hombre no es ninguna excepción.
Antonio Vélez, en Homo Sapiens. Bogotá: Villegas Editores. 2007: 29.
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