sábado, 18 de julio de 2015

Raymond Chandler y la entrega de los premios

Si usted puede pasar frente a las caras horriblemente idiotas en las gradas afuera del salón sin un sentimiento de colapso de la inteligencia humana; si puede soportar la tempestad de flashes estallando ante los pobres pacientes actores que, como reyes y reinas, nunca tienen derecho a lucir su aburrimiento; si puede echar una mirada a esta asamblea de lo que se supone que es la élite de Hollywood y decirse, sin un sentimiento de angustia: "en estas manos están los destinos del único arte original que ha concebido el mundo moderno"; si puede reírse, y probablemente lo hará, de los chistes de los presentadores en el escenario, chistes que no fueron los bastante buenos para usar en sus programas de radio; si puede soportar el falso sentimentalismo y los lugares comunes de los funcionarios y la afectada dicción de las reinas del glamour (debería oírlas después de cuatro martinis); si puede hacer todo eso con elegancia y placer, y no sentir una oleada de horror salvaje y desamparado ante la idea de que la mayoría de estas personas realmente se toman sus vulgares actuaciones en serio; y si después puede salir a la noche a ver a la mitad de la fuerza policial de Los Ángeles reunida para proteger a los seres dorados de la plebe en los asientos gratuitos, aunque no puedan protegerlos de ese espantoso gemido que produce su aparición, como el destino silbando a través de una caracola vacía; si pueden hacer todo eso y seguir pensando a la mañana siguiente que el negocio del cine merece la atención de una sola mente inteligente y artística, entonces es seguro que usted pertenece al negocio del cine.
El simple arte de escribir. Raymond Chandler. Cartas y ensayos escogidos. España: Emecé. 2004: 326 páginas.

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