jueves, 7 de julio de 2016

Vivo con la sensación de que no he vuelto a escribir

Cuando me encuentro con la gente siempre me preguntan por qué escribo tanto.
Preguntan si programo los tuits para que se publiquen solos y si tengo un plan de trabajo para escribir en el blog.
Yo sonrío con dulzura y les digo que no, que todo fluye siempre de forma natural.
Pero ocurre algo extraño: cada cierto tiempo -mientras estoy sentada leyendo- (nunca me pasa mientra almuerzo o mientra camino), siento que estoy pasando por un muy mal momento, que he dejado de escribir, que ya no es como antes, que se esfumó la inspiración, que ya exprimí todos los recuerdos y sensaciones y que llegará un día en el que deje de escribir. Siento que ya dije todo lo que tenía que decir y pienso que seguramente lo mejor -relacionado con procesos de escritura- no es lo que está por venir sino lo que ya pasó.
Pero luego me animo y pienso que mis autores favoritos tienen más de setenta y cinco años o ya están muertos y yo apenas tengo 46 y llevo más de quince escribiendo y pienso también que no es poco lo que he escrito. Pienso que si todo lo que he escrito en internet lo publicara en libros armaría una pequeña biblioteca.
No leo lo que escribo porque -como los grandes- escribo para olvidar. No es una pose ni es una frase bonita. Es cierto: se escribe para olvidar.
Desde hace seis meses estoy viviendo una experiencia nueva con un hombre encantador, es tan fuerte esa experiencia que no me deja energía para escribir, es el tipo de experiencia que necesita convertirse en recuerdo para que pueda ser plasmada, necesita distancia y ser vista desde diversas perspectivas.
Lo único que se me ocurre en este momento -para que se hagan una idea de lo que vendrá después- es compartir el fragmento de un mensaje largo que me envió anoche mientras yo dormía profundamente:
Usted es especial
Quiero inundarla de regalos
Usted es la verdadera mujer
Quiero follármela.

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