jueves, 7 de julio de 2016

Casa por cárcel

Llevaba dos semanas sin salir
Dos semanas sin lavarme el pelo
Todo el día en sudadera
Leyendo y copiando citas sobre lo leído
Un poco loca
Una locura consciente
Puro encierro voluntario.
Hoy me volví a reconciliar con la humanidad
Me puso mi ropa de “salir”
Mis gafas de “salir”
Mi reloj de “salir”
Mis aretes
Mis pulseras
Mis anillos.
Cuando me entrego al encierro voluntario me abandono y me olvido del “arreglo”
No soy una mujer
Soy alguien que lee
Camina dentro de la casa
Toma mucho café
Y se siente en el mundo perfecto (así se deben sentir las personas un poco enfermas de la mente, las que viven encerradas en su mundo interior).
Cuando salgo y me reconcilio con el mundo sé que me he entregado al encierro voluntario y me parece extraño y ajeno todo lo que tiene que ver con salir de nuevo a reencontrarme con otros seres humanos, me cuesta un poco de trabajo representar bien mi papel pero finalmente, casi terminando la jornada, vuelvo a ser yo representando mi papel en sociedad.
Pienso en los locos
En las personas obligadas a estar encerradas
En los ancianos que salen de su encierro sólo cuando alguien se compadece de ellos y los saca a tomar el sol y sufro por todos esos pobres seres porque sé que mi casa es una cárcel porque yo decido encerrarme y sé que esos encierros me ayudan a ver los contrastes de la vida y lo hermoso que es integrarse a una comunidad de personas normales que se reúnen para decirse cuánto se aman y lo mucho que se han extrañado.
Tengo familia pero ellos confían en mi cordura y saben que aunque vivamos en la misma ciudad no les está permitido interferir en mi soledad buscada y asumida.

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