domingo, 12 de febrero de 2017

El sentido de mi vida

Mi vida ha sido especialmente monótona y lo peor de todo es que me gusta.
Cuando tenía nueve soñaba con escribir poemas y los escribía, claro.
Se los mostraba a la profesora entusiasmada esperando que llorara de alegría al leerlos y la maldita vieja esa me decía indignada:
¡Eso no lo escribió usted!
Me acostumbré a ser La incomprendida. A ser tratada de loca y después de vieja hijueputa.
Cuando cumplí treinta escribí todo lo que pude en Word.
Cuando cumplí cuarenta vomité todo lo que pude en internet.
Ahora -cerca de los cincuenta- lucho como las estrellas muertas, trato de escribir como escribía cuando tenía doce y no, me abandonó la inspiración, perdí la fuerza, se me acabó el entusiasmo. Sospecho que voy a empezar a vivir de los recuerdos como los abuelos con Converse.
Me imagino que la vida consiste en hacer algo muy bueno en algún momento sin ser conscientes de que lo fue y luego luchar el resto de la vida para tratar de rescatar eso que no percibimos mientras estaba pasando porque estábamos muy ocupados escribiendo y tratando de entender cómo funciona la vida.
Me imagino que cuando tenga setenta recordaré con dolor que cerca de los cincuenta se me ocurrían poemas burlescos mientras lavaba la loza y subía corriendo a escribirlos con una mezcla de aburrimiento, risa y pesar porque la vida va pasando y se va haciendo más pesada.

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