jueves, 7 de julio de 2016

Carta abierta a Juan Sebastián Lozano

Buenos días Juan, anoche le dije que le estaba escribiendo una carta en Word y que cuando iba en la quinta página me dominó el sentido del ridículo y decidí borrarla. Usted lamentó un poco esa historia con final triste y me dijo que no fuera mala, que le escribiera una carta.  Al parecer  Word no es mi destino sino la autoficción: mi vida privada más intensa narrada con buen español para el ojo morboso del lector anónimo. Es lo que mejor se vende en este blog: amor, erotismo, sexo, pasión, lujuria y, ahora alcohol, bastante alcohol para dos gargantas insaciables que no supieron lo que es una borrachera descontrolada. Los dos somos buenos bebedores cuando estamos juntos. Nos embriagamos con alcohol y con palabras, nos dejamos enredar en la conversación y no en cualquier conversación, son conversaciones entre usted y yo: un sacerdote y una sabia, dos eruditos, dos poetas, gente que puede sentir que las hadas, los duendes y los gnomos no son parte del mundo de la fantasía sino que están aquí con nosotros participando de la fiesta en la que a veces sentía que no éramos dos sino tres y reíamos como locos hasta que nos sorprendía el amanecer. Amanecer muertos de la risa y nada borrachos a pesar de haber bebido bastante era una experiencia divertida, soy más resistente de lo que me hubiera podido llegar a imaginar, más si tenemos en cuenta que soy una señora mayor (46 años) de aspecto formal  que no bebe, no fuma, no trasnocha y no va a fiestas de ningún tipo ni las organiza en su casa. Es la primera vez que hago esto en la vida, asombroso en alguien como yo, pero valió la pena vivirlo.
La historia entre usted y yo tiene todos los ingredientes para escribir la carta abierta que jamás haya escrito. Los lectores se saborearán satisfechos ante varios pasajes porque  tengo bien claro qué es lo que les gusta y qué es lo que no les gusta, qué los excita, qué los pone imaginativos y qué los enternece. Usted se verá convertido en personaje y yo haré lo que más me gusta hacer en la vida: escribir en bata (la gris que tanto le gusta), con el estómago vacío (al mejor estilo de Virginia Woolf) y con una mezcla explosiva de ira, nostalgia y un poco de amor.
A usted y a mí nos gusta Jaime Bayly. Yo aprendí a apreciarlo gracias a usted y espero que esta carta lo haga pensar en Los amigos que perdí, la carta a Melanie que tanto nos gustó. Espero que esta carta lo lleve a pensar en esa otra carta.
No espero perder su amistad, ya sabe que no sé mentir, pero sí sé que está un poco quebrada y maltrecha desde hace casi un mes y dudo que vuelva a ser tan fuerte como llegó a serlo en su momento. Usted y yo -seres sensibles, sinceros, justos, profundos, nobles, inteligentes y buenos- sabemos que nos hará falta vernos, beber un poco y hablar, sobre todo hablar. La risa, el café, las películas, los libros,  la música, las caminatas cortas, el parque de mi barrio donde hablamos la última vez, las borracheras con alcohol y con café y todo lo demás. Usted y yo somos diferentes pero complementarios y es más lo que nos une que lo que nos separa. Somos un par de furias que pueden llegar a desgarrarse con palabras -precisamente con palabras- porque cada uno está seguro de su propia valía y de su propia fuerza y eso puede llegar a ser peligroso, pero vale la pena seguir asumiendo el riesgo. A mí no me da miedo porque prefiero discutir con una persona inteligente que resignarme a perder el tiempo en conversaciones insulsas con cuatro o cinco personas que me aburren y me desesperan. Sólo hablo con personas apasionadas que me ayudan a cuestionar mis propias creencias y usted es la persona que más me ha hecho dudar y eso  me gusta mucho. Usted puede llegar a ser más fuerte y creativo que yo y para mí conversar con alguien como usted tiene más sentido que muchas otras cosas que se supone deben tenerlo, pero no lo tienen para mí. Soy un ser espiritual.
***
Le cuento que acabo de cometer un error: comí. Tenía mucha hambre y no aguantaba más. Con comida en el estómago lo veo todo diferente, cambia el panorama, todo se vuelve dulce y bello y yo quería que esta fuera una carta desgarradora que hiciera brotar las lágrimas de los lectores y los pusiera a soñar con una amistad tan bonita como la nuestra. No más peleas, Juan, no es fácil encontrar a alguien digno de nuestra conversación. Espero que le haya gustado lo poco que alcancé a escribir, que le haya sacado aunque sea una sonrisa y que en el futuro volvamos a ser los amigos que fuimos antes o que sigamos en nuestra rumba descontrolada asumiendo las consecuencias de nuestros actos como hasta ahora lo hemos hecho: como  los adultos responsables que somos.
Beso y abrazo
De las canciones que me ha recomendado esta es la que más me gusta


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