lunes, 31 de agosto de 2015

Maja Thurup

Había tenido un amplio eco en la prensa y la televisión y la señora iba a escribir un libro contándolo todo. El nombre de la señora era Hester Adams, dos veces divorciada y con dos hijos. Tenía 35 años y uno adivinaba que éste iba a ser su último vuelo. Las arrugas estaban apareciendo, los pechos iban cayéndose, los tobillos gruesos, se notaba la celulitis en los muslos, los michelines. América había establecido que la belleza sólo residía en la juventud, especialmente en las hembras. Pero Hester Adams tenía la oscura belleza de la frustración y la esperanza perdida; todo ello se arrastraba por su ser, todas las ilusiones perdidas, y le daban un algo sexual, como una mujer marchita, furiosa y desesperada sentada en un bar lleno de hombres. Hester había mirado a su alrededor, había visto pocos signos de ayuda en el macho americano, y se había subido en un avión rumbo a Sudamérica. Se había adentrado en la jungla con su cámara, su máquina de escribir portátil, sus gruesos tobillos y su piel blanca, y se había liado con un caníbal, un caníbal negro: Maja Thurup.Maja Thurup tenía una cara digna de ser observada; parecía estar escrita con miles de resacas y tragedias. Y era verdad —había tenido miles de resacas—, y las tragedias le venían siempre por el mismo motivo: Maja Thurup estaba muy colgado, inmensamente colgado, e increíblemente sexuado. Ninguna mujer del poblado le aceptaba. Encima había reventado a dos chicas con su aparato. A una la había tomado por delante y a otra por detrás. Lo mismo dio.
Maja era un hombre solitario y bebía y rumiaba su soledad hasta que Hester Adams llegó con un guía, con su piel blanca y su cámara. Después de las presentaciones formales y unos cuantos tragos al lado del fuego, Hester había entrado en la choza de Maja y allí había recibido todo lo que él podía darle y aún había pedido más. Era un milagro para los dos, así que se casaron en una ceremonia tribal que duró tres días, durante la cual fueron asados y consumidos algunos prisioneros de una tribu enemiga, entre danzas, encantamientos y borracheras. Fue después de la ceremonia, al evaporarse la resaca general, cuando empezaron los problemas. El brujo, habiéndose dado cuenta de queHester no había probado la carne de los enemigos asados (guarnecidos con piña, aceitunas y nueces) anunció a todo el mundo que ella no era una diosa blanca, sino una hija del dios del mal, Ritikan (hacía siglos, Ritikan había sido expulsado del cielo de la tribu por su negativa a comer otra cosa que no fuesen vegetales, frutas y nueces). Este anuncio causó gran impresión y furor en la tribu, y dos amigos de Maja Thurup fueron inmediatamente ajusticiados por haberse atrevido a sugerir que el hecho de que Hester hubiese podido albergar todo el aparato de Maja ya era de por sí un milagro, y que por tanto no necesitaba ingerir otras formas de carne humana —al menos, temporalmente—.
Hester y Maja huyeron a América, a North Hollywood para ser precisos, y Hestercomenzó los procedimientos para convertir a Maja Thurup en ciudadano norteamericano. Como profesora improvisada, Hester se dispuso a instruir a Maja en el uso de vestidos, en el idioma, la cerveza y los vinos californianos, la televisión y los alimentos comprados en el supermercado de la esquina. Maja no sólo veía la televisión, sino que incluso apareció en ella con Hester y declararon su amor ante millones de espectadores. Luego volvieron a su apartamento de Norh Hollywood e hicieron el amor. Después de eso, Maja se sentaba en medio del salón con sus cartillas de gramática, bebiendo cerveza y vino, entonando cantos nativos y tocando el bongo. Hester trabajaba en el libro sobre Maja y ella. Un gran editor lo estaba esperando. Todo lo que Hester tenía que hacer era ponerlo en solfa. Era fácil.
Una mañana yo estaba en la cama, eran alrededor de las ocho. El día anterior había perdido 40 dólares en Santa Anita, mi cuenta en el Banco Federal de California estaba quedándose peligrosamente baja, y no había escrito una historia decente en un mes. Sonó el teléfono. Me desperté, gargajeé, tosí y lo cogí.
—¿Chinaski?
—¿Sí?
—Soy Dan Hudson.
Dan llevaba la revista Flare de Chicago. Pagaba bien. Era el editor y director.
—Hola, Dan, madrecita.
—Mira, tengo una cosa justo para ti.
—Claro, Dan. ¿Qué es?
—Quiero que entrevistes a esta perra que se ha casado con un caníbal. Pon muchosexo. Mezcla el amor con el horror, ¿comprendes?
—Comprendo. Lo he estado haciendo toda mi vida.
—Hay 500 dólares para ti si lo tienes listo antes del día 27.
—Dan, por 500 dólares soy capaz de convertir a Burt Reynolds en una lesbiana.
Dan me dio la dirección y el número de teléfono. Me levanté, me eché agua por la cara, tomé dos Alka-Seltzers, abrí una botella de cerveza y telefoneé a Hester Adams. Le dije que quería publicar su relación con Maja Thurup como una de las grandes historias de amor del siglo XX. Para los lectores de la revista Flare. Le aseguré que el artículo ayudaría a Maja a obtener la ciudadanía norteamericana. Ella accedió a una entrevista a la una de la tarde.
Era un apartamento en un tercer piso. Ella abrió la puerta. Maja estaba sentado en el suelo con su bongo, bebiendo un oporto barato directamente de la botella. Estaba descalzo, vestido con unos gruesos jeans y una camiseta blanca con bandas negras. Hester iba vestida del mismo modo. Me trajo una botella de cerveza, yo saqué un cigarrillo del paquete que había sobre la mesita y comencé la entrevista.
—¿Cuándo conoció a Maja?
Hester me dio una fecha. También me dijo la hora y el lugar exactos.
—¿Cuándo empezó a tener sentimientos amorosos hacia Maja?
—Bueno —dijo Hester— fue cuando…
—Ella amarme cuando le metí la cosa —le interrumpió Maja desde la alfombra.
—¿Ha aprendido el idioma muy deprisa, no?
—Sí, es muy brillante —dijo Hester.
Maja cogió su botella y se tiró un buen trago.
—Le puse esta cosa en ella, ella decir, «¡Oh dios mío oh dios mío oh dios mío!». ¡Ja, ja, ja, ja!
—Maja está maravillosamente dotado —dijo ella.
—Ella come también —dijo Maja—. Come bien. Garganta profunda. ¡Ja, ja, ja!
—Yo amé a Maja desde el principio —dijo Hester—. Fueron sus ojos, su cara… tan trágica. Y su manera de andar. El anda, bueno, anda como un tigre.
—Follar —dijo Maja— nosotros follar, nosotros jodidamente follar follar follar. Me estoy quedando cansado.
Maja se tiró otro trago. Me miró.
—Follar tú con ella. Yo estoy cansado. Ella gran túnel hambriento.
—Maja tiene un verdadero sentido del humor —dijo Hester—. Esa es otra de las cosas suyas que adoro.
—Sólo una cosa tú adorar de mí —dijo Maja— ser mi poste de teléfonos dispara-orina.
—Maja lleva bebiendo toda la mañana —dijo Hester— tendrá que perdonarle.
—Quizás sea preferible que vuelva cuando él se sienta mejor —dije yo.
—Sí, creo que será lo más adecuado.
Hester me citó a las dos de la tarde del día siguiente.


Todo iba bien. Necesitaba algunas fotografías. Conocía a un fotógrafo de oficio,Sam Jacoby, que era bueno y me lo haría barato.  Cuando volví lo llevé conmigo. Era un mediodía soleado con sólo una ligera capa de smog. Subimos y llamé a la puerta. Nadie respondió. Llamé otra vez. Maja abrió la puerta.
Hester no estar —dijo—, irse al almacén de comidas.
—Teníamos una cita para las dos en punto. Quisiera entrar y esperar.
Entramos y nos sentamos.
—Yo tocar tambores para vosotros —dijo Maja.
Tocó los tambores y entonó unos cantos de la jungla. Era bastante bueno. Se estaba trabajando otra botella de vino oporto. Seguía con su camiseta de bandas de cebra y los jeans.
—Follar follar follar —dijo— eso es todo lo que ella querer. Ella volverme loco.
—¿Echas de menos la jungla, Maja?
—Ustedes blancos no saber nada, sólo cagar contra corriente. ¡Waba yak!
—Pero ella te ama, Maja.
—¡Ja, ja, ja!
Maja nos tocó otro solo de tambor. Incluso bebido era bueno.
Cuando Maja acabó, Sam me dijo:
—¿Crees que ella tendrá alguna cerveza en la nevera?
—Supongo que sí.
—Mis nervios están mal. Necesito una cerveza.
—Pues ve allí y coge dos. Yo le compraré otras. Debería haber traído unas cuantas.
Sam se levantó y entró en la cocina. Oí cómo abría la puerta de la nevera.
—Estoy escribiendo un artículo sobre ti y Hester —le dije a Maja.
—Mujer-gran agujero. Nunca llena. Como volcán.
Oí a Sam vomitando en la cocina. Era un borracho habitual. Yo sabía que estaba de resaca. Pero seguía siendo uno de los mejores fotógrafos de los alrededores. Entonces cesó el ruido. Sam salió de la cocina. Se sentó. No traía ninguna cerveza.
—Yo tocar tambores otra vez —dijo Maja. Tocó de nuevo los tambores. Seguía siendo bueno, pero no tanto como la vez anterior. El vino le estaba pegando.
—Vámonos de aquí —me dijo Sam.
—Tengo que esperar a Hester —le contesté.
—Mira tío, vámonos —dijo Sam.
—¿Ustedes, tíos, querer algo de vino? —preguntó Maja.
Me levanté y me fui a la cocina a por una cerveza. Sam me siguió. Me dirigí hacia la nevera.
¡Por favor no abras esa puerta! —dijo él.
Sam se fue al fregadero y se puso de nuevo a vomitar. Yo miré la puerta de la nevera. No la abrí. Cuando Sam acabó, le dije:
—De acuerdo, vámonos.
Salimos al salón donde Maja seguía sentado con su bongo.
—Yo tocar tambor otra vez —dijo.
—No, gracias, Maja.
Salimos y bajamos por las escaleras hasta la calle. Subimos a mi coche. Arranqué. No sabía qué decir. Sam no decía nada. Estábamos en el distrito comercial. Paré el coche en una gasolinera y le dije al encargado que llenara el depósito con normal. Sam salió del coche y fue andando hasta la cabina telefónica a llamar a la policía. Vi a Sam salir de la cabina. Pagué la gasolina. No había podido hacer mi entrevista. Había perdido 500 dólares. Esperé a Sam que regresaba al coche.
                                                                                                
Charles Bukowski, en Se busca una mujer.

domingo, 30 de agosto de 2015

Claudia de Colombia en Fredonia

ALVARO VILLEGAS: Sola quería escuchar a Claudia de Colombia y después de regresar de México donde contraté a Miguel Aceves, fui a Bogotá y firmamos contrato con ella. Pero la víspera de la inauguración, la señora dijo que no iba si no le ponían un helicóptero para que la transportaran de Medellín a Fredonia y que tampoco iba si el camerino no era tapizado, con cuatro espejos donde se pudiera ver de cuerpo entero y lleno de flores. Entonces Jaime dijo: “¿Qué estará pensando esa remamada? ¡Que se vaya pa la mierda! ¡Ahora no me la traigan que no la quiero ver”.
Germán Castro Caycedo, en La bruja.Bogotá: Planeta. 1996: 105.
As__me_gusta


sábado, 29 de agosto de 2015

Poesía pura escrita para esta reina

Pensaba en usted, y deseé volver a clase, porque sacar a pasear las palabras sin llevar tras de sí las cosas se ha vuelto un trámite fácil en la fragilidad de gente fragmentada que escribe en retazos. Entonces pensé en usted, con la máscara corrida y envuelta en un tufo de anís, riendo mientras todos se le quedan viendo sin saber qué hacer, sin saber que es precisamente ese no saber lo que los hizo del montón.
Un admirador

Las carticas que me enviaba @contextualista

Hay personas que me tratan como a una condesa y luego quedan mudos. Nunca he entendido por qué. Me dicen cuánto me admiran, tratan de describir cómo funciona mi red neuronal, me comparan con los grandes y me escriben extensas cartas para lograr que la admiración brote de mis dulces y carnosos labios.
Hoy quiero compartir con ustedes una pequeña muestra de las decenas de mensajes zalameros de un tuitero que juró no volver jamás a esta desagradable red social. Enmudeció para siempre en mi cuenta de Gmail (porque le sugerí que me escribía demasiado y me halagaba más de lo este pobre corazón sencillo puede soportar) y regresó a Twitter en forma de @contextualista. Nunca jamás me volvió a dirigir la palabra. Creo que herí sus sentimientos.
¿@contextualista es un homenaje sincero a la pobre @ensayista? ¡Quiero pensar que sí!
Los dejo con los profundos aportes de Un admirador y les quiero pedir un favor:
Si soy digna de admiración díganmelo con confianza pero sin asfixiarme:
… Ayer cuando le dije que disfrutaba la forma como entraba al baile con las manos por delante quitando máscaras, pensaba en una mujer que en estrépito interrumpe cualquier baile veneciano, o mejor, que entraba gritando al set de grabación de Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick gritando
“¡¡¿¿Qué es esta maricada??!!”
Entonces pensé en esa chispa que hemos perdido, entonces pensé en cómo la falta de arrojo se remplaza por los moldes que elegimos, pretendiendo salir positivos luego de ser vaciados. Y todo se vuelve una pose de adolescentes refinados. Entonces aparecen los niños y las niñas genio que necesitan aplauso y que corren frenéticos a él; entonces aparecen los vergonzantes que lastimeros hacen de la miseria de los pobres su bandera y su experiencia de orden superior. Entonces aparecen todos los perros de mercado de pueblo viejo queriendo un pedazo del gomelo del que nadie sabía que era menos que nadie.
Pensaba en usted, y deseé volver a clase, porque sacar a pasear las palabras sin llevar tras de sí las cosas se ha vuelto un trámite fácil en la fragilidad de gente fragmentada que escribe en retazos. Entonces pensé en usted, con la máscara corrida y envuelta en un tufo de anís, riendo mientras todos se le quedan viendo sin saber qué hacer, sin saber que es precisamente ese no saber lo que los hizo del montón.
Debo concederle por homonimia varias razones, pero la principal de ellas es mi fragilidad. No quiero hacer de mi resistencia una premisa dramática, debo solo insistir en que una duda es esa que hecha manifiesto, tal vez encuentra eco en geografías exteriores, como la suya. Tal vez me puedo volver un sociópata por cuenta y riesgo de la náusea que me produce esa gente que quiere a toda costa salvar a los demás a la fuerza, pero no más que de aquellos con superioridades morales chuecas que criticaron a la universidad de la Sabana por un solo médico, etiquetándola desde sus propias etiquetas.
Esto de la red también se ha vuelto un inventario de soliloquios victimizados.
Frente a el asunto de “esa gente es la peor”, y la consecuencia material de “…lo mejor es hacer de cuenta que no existen”,debo decir en mi favor que lo intenté con las estratagemas propias de Twitter, silenciándolos o bloqueándolos, pero algunos de ellos son como las moscas que espantas pero que vuelven revoloteando de distintas formas. Esto de los divos y las divas contraculturales me produce inquietudes existenciales frente a esa opinión disfrazada de libertad de expresión. No es un secreto que todos parecen dominar los temas en razón de las agendas noticiosas, y terminan condenando sin distinguir los valores éticos, de los morales, los jurídicos y los políticos. Todo se establece desde el marco de discusiones estériles y sin contexto.
A alguien le gusta una película que a otro podrá no gustarle, al uno podrá interesarle el tema del fútbol como a otros no. A muchos les importará debatir si Santos entrega al país como a otros solo les interesa esa paz a como dé lugar en oposición a esos que les interesa la guerra del mismo modo. No habría inconveniente en el intercambio de las opiniones desbordadas, si las mismas no estuvieran soportadas en ideas desajustadas.
Frente a aquello de “la soledad no se cura con nada”, no me queda otro recurso que decirle que esta plataforma que viene y va en el ejercicio de escribir, me revela en todo como alguien que ya estaba solo aun en medio de la ruidosa interacción virtual.
Encuentro que demasiadas coincidencias entre nuestros puntos parecería suspicaz, pero no debo hacer otra cosa que reírme y ratificar aquello de la formación de las personas en el uso de Objetos Virtuales de Aprendizaje. Una suerte de aparatosas maniobras para reflexionar sobre asuntos resueltos y obvios. Hablan de prosumidores mientras se contradicen en gimnasias de gurus cibermediales para enseñarle a la gente a usar una tecnología que ya de por sí usan. Alguna universidades hasta contratan talleristas para enseñarle a algunos docentes las maneras de usar una red social como Twitter. Perdón, pero todavía soy de los que cuando oye el concepto Nativo Digital piensa en una persona perteneciente a una minoría étnica indígena usando Tablet o Smartphone.
Ese forzado traslado de los paradigmas propios de las ciencias básicas al terreno de las humanidades, me ha hecho reír tanto o más que el maniqueado concepto de tejido social.
Por ahora me reporta un poco más de beneficio no dármelas de multitask, por el momento me siento en otro centro de gravedad al destetarme de las interacciones parciales y forzar mis neuroconectores a asuntos de mayor complejidad, como ampliar estas ideas.
Vuelvo al comienzo, a manera de peroratio pues como verá me es imposible desligarme de mi oficio en la retórica: gracias por el digno de él, lo recibo de manera humilde, legítima y auténtica, por este nuevo placer de escribir sin firmarme.
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Alguna vez coincidí como jurado de una convocatoria “cultural” con la señora que fuera directora de la revista “cultural” llamada Arcadia, resma de papel entintado de lugares comunes a la celebración de los eruditos que aun creen que la cultura es una experiencia refinada sobre bienes distinguidos.
No dejé de observar con atención a aquella mujer que alguna vez gastó tiempo y neuroconectores en una columna sobre por qué no salir con las amigas a comprar un bluyín. No encontré en sus posturas algo ajustado al motivo de la evaluación, permitir que publicaciones “culturales” emergentes recibieran un apoyo institucional.
Lejos de esa, nuestra meta, la encontré fiel a esa segregación ilustrada que divide al que mucho sabe del que sabe poco, como si de nuevo, la acumulación enciclopédica fuera un lugar de celebración. Desde ese día, aumentó mi gusto por eso que antes le anotaba, es mejor la intuición. Lo particular de aquel día es que estaba vestido de rosado, y no pude evitar intertextualizarla con otra columnista que a su vez gastó tiempo en una diatriba feminista sobre el rosado. Mi conclusión, con mi tratado sobre la Opinión Chatarra en ciernes, es que finalmente también hay que celebrar la pendejada de leerlas y la pendejada de criticarlas, es en esas diferencias que algo puede pasar, aunque sea una pedrada que nos acabe como a los dinosaurios.
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En relación a Vladdo, mi sospecha recae en esa extraña aura de “mujer con pipí” que busca a toda costa redimirse y/o congraciarse con el género femenino. Recuerdo que fue materia de varios chistes entre Alba, Lucero, Yolanda, Gloria e Ivón. Mis hermanas mayores. Todas ellas, al lado de hombres maravillosos, padres de sus hijos, discutían sobre la “estrechez sexual” y la etiqueta que este malparido hacía crecer en una sociedad hecha a la medida del chiste ligero sobre lo que supuestamente somos los hombres. Creo con sinceridad que este celebrador de la mujer carga sobre su espalda la ligereza del hombre mal tratado y mal querido, que en el ánimo de ese ego herido del aplauso, hizo carrera con una mujer caricatura, victimizándola en tal grado que lo único que ha creado es un tamiz de fantasías aterradas sobre los hombres. Hombres, somos de todos los tipos, mujeres que ríen con Vladdo una sola: aquella con la destreza de repetir el patrón de hombre que está habituada a cargar para no sentirse anulada o incómoda en un escenario en el que sería incompetente, el de un hombre distinto.
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La indignada: “¿Te gusta lo que hace Elsy?”.
@contextualista: Y entonces tuve que resolver en un giro dramático al estilo de la mierda que se comería al final el coronel cuando vio que no le escribían:
“Todos tenemos facetas, y no en todas las facetas caben todos los afectos”.
Mi compañera de mesa apuró un insípido jugo de mora, hizo la pausa y respondió:
La indignada: “O sea, celebras lo que hace al escribir sobre otras personas”.
@contextualista: Perdonen la hondura de esto que diré, pero entonces pensé en cómo la pobre sin querer condenó a la humanidad entera por ser una humanidad llena de humanos hablando de otros humanos. Pensé en las lágrimas de Homero al saber que esta sujeta (para ser incluyente y que después Florence no me calumnie) lo condenaba por hablar de Telémaco, la calienta güevos de la mamá y el viajero de negocios de su padre.
Como bien pude haberme equivocado en mi percepción, pedí algo de ruta, y entonces me encontré sancionado por leer a alguien supuestamente sancionable. Y tuve que pensar en qué era la sanción. Pero en particular, tuve que pensar de nuevo en esta horda de celebradores de la sanción que no separa asuntos, que se unge de análisis pero que carece de capacidad relativa a los contextos. Lo que haga Elsy con las celebridades, es asunto de Elsy. Lo que haga usted leyendo tales diatribas, es su asunto. Mientras no separen cada cosa en la libre administración de su ocio, no dejarán de ser morbosos y aguapaneleros que se divierten y después se confiesan. Porque de eso está hecha hoy esta trama de la red.

lunes, 24 de agosto de 2015

La patria desde la mirada de dos personas inteligentes

Todo el que posee méritos personales distinguidos, reconocerá más claramente los defectos de su propia nación, puesto que siempre la tiene presente a la vista. Pero todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad; en eso se ceba, y, en su gratuidad, está dispuesto a defender (con manos y pies) todos los defectos y todas las tonterías propias de esta nación.
Schopenhauer
En cuanto a la idea de la patria, es decir, de cierta porción de terreno dibujada en el mapa y separada de las demás por una línea roja o azul, ¡no! La patria es para mí el país que quiero, es decir, con el que sueño, aquel en que me encuentro bien. Soy tan chino como francés, y no me alegro nada de nuestras victorias frente a los árabes, porque me entristecen sus reveses. Quiero a este pueblo áspero, persistente, vivo, último tipo de las sociedades primitivas y que, al hacer alto a mediodía, tumbado a la sombra, bajo el vientre de sus camellas, se burla, mientras fuma su chibuquí, de nuestra valiente civilización que tiembla de ira
Flaubert

Diatriba contra la convivencia en pareja

A seis meses de haber disuelto mi vínculo familiar con Andrés tengo la autoridad moral para decir que vivir con la pareja es matar el amor. A continuación voy a enumerar una serie de razones por las cuales la peor decisión que puede tomar una pareja que se ama es compartir domicilio.
  1. La dormida.
Hay muchas canciones relacionadas con pasar una noche junto a ti, compartir contigo hasta el amanecer, qué alegría verte despertar… Eso es agradable los dos o tres primeros meses. Después de un tiempo la cama parece más pequeña de lo que era el comienzo y se comparte semejante objeto erótico para dormir más que para recrearse; sin contar con que hablo de una pareja sin hijos. Me imagino que la pareja con tres o cuatro ven la cama como sofá o como comedor familiar. Debe ser una experiencia desagradable en grado extremo.
2. La comida.
Como los hombres comen más que las mujeres las mujeres soportar en silencio y terminan comiendo como hombres. Uno de los mayores placeres de mi nueva soltería consiste en volver a comer sólo lo que me gusta, cuando se me antoja, en la medida que me apetezca y sin sentirme culpable por haber despreciado los gustos de mi amor. Me imagino que muchas parejas soportan en silencio los experimentos culinarios de su pareja y se tienen que tragar en silencio no sólo muchas situaciones incómodas sino muchas recetas exóticas.
3. Los sentimientos.
Hay diferentes formas de amor y amar al novio no es lo mismo que amar al esposo. Aunque la vida en pareja es más auténtica porque se conocen a cabalidad todos los defectos de la pareja es un hecho que los sentimientos cambian, se acaban las citas, se hacen listas de mercado y se reparten oficios y deberes, se hacen cuentas y se sacan cálculos, todo es muy serio y formal, como debe ser una familia. Todo eso es muy aburrido. Mi hermana tiene razón, el marido se convierte en una nueva hermana o en un socio capitalista
4. La soledad.
En el noviazgo los enamorados cuentan las horas para volver a verse, en la convivencia cuentan las horas que faltan para que se vaya porque la presencia del ser amado se vuelve asfixiante. Cada uno de los miembros de la pareja planea con emoción lo que hará cuando recobre de nuevo la tan anhelada soledad.
***
Podría seguir enumerando hasta llegar a 12 todas las desventajas de vivir en pareja pero no quiero desmotivar a quienes siguen viviendo con una persona a quien no aman por diferentes razones: miedo a desconcertar a los vecinos, miedo a desconcertar a la familia, miedo a desconcertarse a ellos mismos, miedo a vivir solos y plenos.

domingo, 23 de agosto de 2015

Notas para comprender mejor el fenómeno social llamado Natalia Marlene Lizarazo Tocarruncho

[1] “Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos objetivamente… Historia incorporada, naturalizada y, por ello, olvidada como tal historia, el habitus es la presencia activa de todo el pasado del que es producto: es lo que proporciona a las prácticas su independencia relativa en relación con las determinaciones exteriores del presente inmediato. Esta autonomía es la del pasado ya hecho y activo que, funcionando como capital acumulado, produce historia a partir de la historia y asegura así la permanencia en el cambio que hace el agente individual como mundo en el mundo” (Bourdieu. 1991: 92-98). “Una de las funciones de la noción de habitus estriba en dar cuenta de la unidad de estilo que une las prácticas y los bienes de un agente singular o de una clase de agentes… el habitus es ese principio generador y unificador que retraduce los características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas” (Bourdieu. 1997A: 108); “siendo producto de la historia es un sistema abierto de disposiciones, enfrentado de continuo a experiencias nuevas y, en consecuencia, afectado sin cesar por ellas: es perdurable mas no inmutable… la mayoría de las personas están estadísticamente destinadas a encontrar circunstancias similares a las cuales originalmente moldearon su habitus; por tanto, a vivir experiencias que vendrán a reforzar sus disposiciones…; es menester concebir el habitus como una especie de resorte en espera de ser soltado… que no opera plenamente sino mediante la inconsciencia, con la complicidad del inconsciente…; si los agentes han de tener alguna oportunidad de convertirse en algo así como “sujetos” ello sólo será en la medida en que dominen de manera consciente la relación que mantienen con sus propias disposiciones, optando por dejarlas “actuar” o, por el contrario, inhibiéndolas…; según los estímulos y la estructura del campo, el mismo habitus puede generar prácticas diferentes e incluso opuestas” (Bourdieu-Wacquant. 1995: 92-94).
[2] Se trata de un método que parte de “una ontología no cartesiana que rehúsa separar u oponer objeto y sujeto, intención y causa, materialidad y representación simbólica. Bourdieu se esfuerza en trascender la reducción mutilante de la sociología, ya sea a una física objetivista de las estructuras materiales, ya sea a una fenomenología constructivista de las formas cognoscitivas, mediante un estructuralismo genético, capaz de englobar una y otra. Lo hace postulando un método consistente en cierta manera de plantear los problemas, así como un parsimonioso conjunto de instrumentos conceptuales que permiten construir objetos y transferir el saber adquirido de un campo de investigación a otro” Löic J.D. Wacquant, en (Bourdueu-Wacquant. 1995: 17).
[3] “En todo momento, el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores es lo que define la estructura del campo. Podemos imaginar que cada jugador tiene, frente a sí, pilas de fichas de diferentes colores, correspondientes a las diferentes especies de capital que posee, de manera que su fuerza relativa en el juego, su posición en el espacio de juego y, asímismo, sus estrategias de juego, sus jugadas, más o menos arriesgadas, más o menos prudentes, más o menos subversivas o conservadoras, dependen del volumen global de sus fichas y de la estructura de las pilas de fichas, al mismo tiempo que del volumen global de la estructura de su capital.
Dos individuos poseedores de un capital global aproximadamente equivalente pueden diferir, tanto en sus posición como en sus tomas de posición por el hecho de que uno tiene (relativamente) mucho capital económico y poco capital cultural (por ejemplo, el propietario de una empresa privada), y el otro, mucho capital cultural y poco capital económico (como un profesor).
Mejor dicho, las estrategias del “jugador” y todo lo que define su “juego” dependen, de hecho, no sólo del volumen y de la estructura de su capital en el momento considerado y de las posibilidades de juego que aquellas le aseguran, sino también de la evolución en el tiempo, del volumen y de la estructura de su capital, es decir, de su trayectoria social y de sus disposiciones (habitus) que son constitutivas de la relación prolongada con cierta estructura objetiva de posibilidades.
Y esto no es todo: los jugadores pueden jugar para incrementar o conservar su capital, sus fichas, conforme a las reglas tácitas del juego y a las necesidades de reproducción tanto del juego como de las apuestas. Sin embargo, también pueden intentar transformar, en parte o en su totalidad, las reglas inmanentes del juego; por ejemplo, cambiar el valor relativo de las fichas, la paridad entre las diferentes especies de capital, mediante estrategias encaminadas a desacreditar la subespecie de capital en el cual descansa la fuerza de sus adversarios (v. gr. el capital económico) y evaluar la especie de capital que ellos poseen en abundancia” (Bourdieu-Wacquant. 1995: 66).
Bibliografía
Bourdieu, Pierre. Cosas dichas. Barcelona: Gedisa. 2000.
_________ La distinción. Criterios y bases sociales el gusto. Madrid: Taurus. 1998.
_________ La dominación masculina. Barcelona: Anagrama. 1999.
__________ Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Anagrama. 1997A.
_________ Las reglas del arte. Barcelona: Anagrama. 1997B.
_________ El sentido práctico. Madrid: Taurus. 1991.
__________Sobre la televisión. Barcelona: Anagrama. 1997C.
__________ Sociología y cultura. México: Grijalbo. 1990.
_________- Wacquant, Loïc J. D. Respuestas. Por una antropología reflexiva. México: Grijalbo. 1995.

Eso queda para los santos y los locos

Cuando se ha sido pobre durante mucho tiempo se adquiere cierto respeto por el dinero. No se quiere volver a estar nunca  más sin nada en absoluto. Eso queda para los santos y los locos. Uno de mis éxitos en la vida era que, a pesar de todas las locuras que había hecho, yo era perfectamente normal: yo elegí hacer esas cosas, ellas no me eligieron a mí.
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miércoles, 19 de agosto de 2015

No se asuste, profe

A continuación voy a compartir con ustedes un mensaje que me hizo sonreír:
Usted, o mas bien su cara nunca me asustó, su voz me hizo pensar en que era bien “machorra” inicialmente, pero vea que no,hasta muy hembra me parece luego de leerla, el espejo donde se mira le juega malas pasadas, usted no asusta, profe.

Por qué escribo?

  1. Para matar el tiempo.
  2. Para divertirme mientras mato el tiempo.
  3. Para comprender mejor las ideas que se me pasan por la mente mientras mato el tiempo.
  4. Para burlarme del prójimo.
  5. Para imaginarme la cara (o jeta) del lector mientras lee lo que escribo.
  6. Para reírme sola.
  7. Para volver una y otra vez sobre lo escrito y tratar de recordar lo que escribí y por qué lo escribí.
  8. Para aprender de mí misma (los textos que escribí hace más de quince años me han enseñado mucho).
  9. Para que me quieran y me admiren más (sí, como a García Márquez).
  10. Para ejercitar la mente.
  11. Para hacer ejercicios de estilo.
  12. Para divertir a la gente (hay gente que se divierte mucho leyendo lo que escribo).
  13. Para demostrarme que no nací por casualidad ni soy un adorno para alegrar las calles de la ciudad.
  14. Para demostrarme de qué está hecho mi cerebro.
  15. Para ver a través de la escritura cómo transcurre mi vida (por eso tengo blog, no libros).
  16. Para que me lean mis sobrinos del futuro.
  17. Para no aburrirme (la ventaja de escribir es que no necesito alcohol, drogas, televisión, radio, comida chatarra, amistades estúpidas ni sexo casual para hacer de la vida algo digno de ser vivido).
  18. Para recordar lo que leo.

Puro amor

Quisiera mandarte únicamente palabras dulces y tiernas, de esas suaves como un beso que algunos saben decir pero que, en mi caso, se quedan en el fondo del corazón y expiran al llegar a los labios. Si yo pudiera, cada mañana tu despertar se vería perfumado por una olorosa página de amor.
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Mi voluntad se derretía al fuego de la ironía interior, y dentro de mí cantaba el himno de la amargura y de la irrisión

La faceta ridícula que veo en el amor siempre me impidió entregarme a él. He deseado, en ocasiones, seducir a una mujer, pero con sólo pensar en el aspecto extraño que en esos momentos debía de tener, me entraban ganas de reír. Tanto es así que mi voluntad se derretía al fuego de la ironía interior, y dentro de mí cantaba el himno de la amargura y de la irrisión.
Gustave Flaubert
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martes, 18 de agosto de 2015

Foto reciente

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Esta cara que ven asusta a mucha gente
Porque es una cara muy seria
Se asustan más cuando oyen mi voz
Porque es una voz todavía más aterradora que la cara.
Y cuando esa cara se distorsiona con la risa
Hay gente que se asusta todavía más
¡Quieren salir corriendo!
¡No pueden soportar la sensación!
Después de una rato descubren que es sólo una apariencia,
Saben que la cara y la voz no se corresponden con la dulzura y la bondad que me caracterizan.
La sensación debe ser aterradora.
Yo misma me asusto a veces con mi cara de seriedad.
Lo peor de todo es que hay momentos en los cuales esa cara y esa voz sí se corresponden con mi estado de ánimo
Y yo misma me asombro de la fuerza y la furia que me pueden llegar a dominar.
Pero no se asusten,
Eso sólo pasa cada dos o tres años
Y con una persona en particular.
***
Me ha empezado a pasar de nuevo: no me reconozco en esa cara
Parece que a toda la gente le empieza a pasar después de los 35 años
Y yo ya voy para 50.