miércoles, 29 de julio de 2015

Quince años de escritura. Causas y consecuencias

Hace quince años era el año 2000 y yo tenía treinta años, he pasado un tercio de mi vida escribiendo.
¿Por qué empezó a escribir?
Porque era una estudiante muy juiciosa en la universidad y me tomaba tan en serio la elaboración de reseñas y ensayos que terminé de estudiar y seguí escribiendo, no para mis profesores sino para mí.
¿En qué momento empezó a publicar sus textos?
En 2002 o un poco antes, no lo recuerdo bien.
¿Dónde empezó a publicar?
En revistas universitarias de España y Chile.
¿Qué publicaba en esas revistas?
Ensayos.
¿Qué tipo de ensayos?
Ensayos argumentativos, era lo que mejor sabía hacer.
¿Por qué?
Porque me acababa de graduar y había escrito dos trabajos de grado que me habían ejercitado mucho en la escritura. Tuve excelentes profesores en el pregrado y en la maestría.
¿Sobre qué eran esos ensayos?
Los primeros son sobre crítica literaria y los últimos son sobre las grandes preguntas que me hacía en ese tiempo: el amor, el erotismo, el origen del arte, la risa, la melancolía, la escritura…
¿Se siente satisfecha con esos ensayos?
Sí, claro, creo que es lo mejor que he hecho. Yo misma me asombro de la rigurosidad, de la cantidad de referencias, de lo pertinente de las citas, de la bibliografía tan selecta y de la forma de desarrollar las ideas. A veces vuelvo sobre esos ensayos y me siento orgullosa porque aprendo leyéndome, me asombro de lo claras que tenía las ideas; ahora soy mucho más relajada, aprendí a serlo escribiendo sobre la risa. Parece como si quien escribiera fuera otra persona pero soy yo y ese yo logra sorprenderme porque me gusta su estilo. No es como el de ahora pero me gusta mucho.
¿De esa época recuerda algún incidente molesto gracias a lo que usted escribía?
Sí, claro, Ricardo Cano Gaviria es inolvidable.
¿Quién es Ricardo Cano Gaviria?
Un escritor colombiano sobre el que hice mi trabajo de grado en la maestría.
¿Y qué pasó con este autor?
Se molestó mucho porque escribí en ese trabajo que él no era la reencarnación de Silva y que el gran escritor de nuestro tiempo no es él sino Fernando Vallejo.
¿Fue la primera persona que quiso perjudicarla porque no escribió lo que él quería que escribiera?
Sí.
¿Cómo podemos llegar a esa historia, a partir de cuáles textos?
Es fácil entenderlo todo leyendo dos textos: Cartas de Ricardo Cano Gaviria a Elsy Rosas Crespo y José Asunción Silva y Ricardo Cano Gaviria: lector artista, lector que escribe. Los dos están publicados en este blog.
¿Por qué dejó de publicar sus ensayos en esas revistas?
Porque aparecieron los blogs.
¿Cuando aparecieron los blogs dejó de escribir ensayos?
Sí.
¿Por qué?
Porque los blogs son más amigables con los textos cortos.
¿Y entonces cambió su estilo y los temas sobre los que escribía?
Sí.
¿Eso fue en 2005?
Sí. 2005 0 2006, no lo recuerdo bien.
Pero su blog más antiguo empieza en 2007.
Antes tuve otro y lo borré.
¿Por qué lo borró?
Porque tenía dudas.
¿En esa época ya recibía amenazas de muerte?
No, en esa época sólo me relacionaba con lectores de otros países. Vine a conocer a los internautas colombianos en 2010, gracias a Twitter.
¿Entonces entre 2005 y 2010 era bloguera?
Sí.
¿Y en 2010 empieza la nueva temporada gracias a Twitter?
Sí.
¿Y qué piensa de todo lo que ha provocado su presencia en Twitter?
Tiene ventajas y desventajas.
¿Más ventajas o más desventajas?
Más ventajas.
¿Por qué?
Porque a pesar de todas las agresiones he podido conocer mejor la naturaleza de los colombianos.
¿Qué es lo que más la ha asombrado?
El odio y lo que ese odio genera.
¿La habían amenazado de muerte antes?
No.
¿Le habían hecho seguimiento para saber dónde vive, cuáles son sus números telefónicos y su lugar de trabajo para intimidarla?
No, nunca.
¿Vive con miedo?
No
¿Por qué?
Porque esa es mi naturaleza. Olvido pronto y perdono a todas las personas que me han ofendido. Si me matan también los perdono porque de algo me tengo que morir, soy humana como ellos.

lunes, 27 de julio de 2015

El estilo aristocrático de Sade

El castillo del conde de Gernande estaba situado en una explanada de diez metros de alto, rodeada de murallas más altas todavía. Cuando Justina fue llevada a aquel lugar, las cortinas del vehículo estaban cerradas, por lo tanto no pudo observar si había otros obstáculos además de aquellas murallas; lo mismo sucedía con madame de Gernande, que había sido conducida allí de noche; no le fue posible observar si existían barreras adicionales. Así que, cuando realizaron su huida, las dos mujeres actuaron pensando que cuando llegaran a la parte alta de las murallas -cosa fácil, gracias a toda la experiencia de Justina con obstáculos de este tipo- se encontrarían en el camino que cruzaba el bosque… y libres.
Es triste decirlo, pero la realidad era muy distinta. Cuando las dos hermosas mujeres, disfrazadas de jardineros, se descolgaron a lo largo de sábanas anudadas hasta el suelo exterior de la fortaleza, se horrorizaron al darse cuenta que se encontraban dentro de un enorme jardín que rodeaba completamente las murallas, y que también estaba cercado por inmensas paredes de casi veinte yardas de altura, y cubiertas en su parte superior por puntas de hierro y vidrios rotos. Subir por aquel monstruoso muro era menos que imposible, no tenían esperanza, salvo posiblemente contar con que el carruaje del conde saliera muy temprano; entonces, si el vehículo estaba ocupado por miembros de la servidumbre de carácter amable, Justina y la condesa podrían rogar que las dejaran subir a bordo.
Momentos después de que amaneció el enorme portón rechinó al abrirse, y apareció el carruaje del conde. Corriendo hacia el vehículo, las desesperadas mujeres comenzaron a golpear las portezuelas y a pedir ayuda. De pronto el cochero detuvo los caballos, las cortinas se abrieron, y surgió en la ventanilla la cara… no de algún sirviente amistoso, sino del propio conde.
-¡Ajá! – Gritó el pervertido golpeando con el bastón- Mi esposa trata de huir, y mi fiel Justina la ayuda. Pues bien, ese delito no quedará sin castigo…
Más temerosa por su querida Justina que por ella, madame de Gernande se hincó a los pies de su abominable marido.
-¡Por favor, señor! -gimió- Todo este intento ha sido planeado por mí. Justina esta aquí sólo porque yo la he forzado a hacerlo. Castígame, si así lo deseas, pero te ruego que la perdones a ella.
Pero aquellos lastimeros ruegos no fueron escuchados.
-De ninguna manera- dijo fríamente el conde. Dos han pecado, y las castigadas serán dos. Esta noche, en cuanto termine la cena, las despacharé a ambas en busca de sus recompensas celestiales; quizá me pase el día construyendo otro aparato para sangrar, y entonces podré contemplar como mueren juntas.
-Pero, señor- comenzó a decir Justina-, por piedad…
-No, muchacha- la interrumpió Gernande-. La piedad es una virtud desconocida para mí. Las dos merecen que les corte las venas en este mismo momento; si aplazo el castigo no es por piedad… Sólo es para realizarlo con más crueldad que hasta ahora.
Y diciendo esto, metió a las dos mujeres en el carruaje y ordenó al cochero que regresara al castillo.
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El miembro más pequeño que ella haya visto jamás

En ese momento Justina se dio cuenta de que Gernande, por muy degenerado que fuera, tenía el miembro más pequeño que ella hubiera visto jamás: un órgano que, por su modesto tamaño de cacahuate, era un insulto a la especie. Peor aún, era tal su torpeza, que ni los mayores esfuerzos de los dos afeminados pudieron provocar que levantara su pequeña cabeza; colgaba sin vida, como si todos los esfuerzos de los activos afeminados fueran inútiles. Finalmente el conde abandonó la tarea, y empujando a los maricones hacia el aparato de sangrar, los incitó para que fastidiaran a la condesa; así lo hicieron con cachetadas, puñetazos y blasfemias… y mientras más la humillaban, más satisfecho se veía el conde…
Al darse cuenta Justina de que la tortura de la condesa podría ser menor si el conde alcanzaba rápidamente el clímax, empezó a esforzarse con el afán de lograrlo, y aprovechando todos los conocimientos adquiridos durante diez años de putería forzosa, se convirtió en puta voluntaria en nombre de la compasión. Y realmente su labor fue un gran éxito, pues momentos después de haberse empeñado en su desagradable tarea, el conde tuvo un orgasmo tal, que Justina, a pesar de sus viajes por todas los caminos de la perdición, no había sido testigo de otro igual. Tambaléandose, gruñendo, agitando los brazos y lanzando alaridos que podían oírse a leguas de distancia, el ruin monstruo casi estalló de placer, y finalmente cayó al suelo hecho un ovillo.
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Mi Max Brod

En 1996 -cuando yo tenía 26 años- nació un lindo bebé. Ese niño tiene ahora veinte años y es una de las personas más asombradas ante las dotes de la tía, me admira con locura desde que nació, lo nuestro fue amor a primera vista. Ha tenido el privilegio de compartir su vida entera conmigo aunque nunca hayamos vivido en la misma casa y ha sido testigo de mis procesos y mis cambios. Me lee con la emoción de la gente inteligente y se sorprende ante mi talento innato y mi versatilidad.
Nunca nos hemos dicho cuánto nos amamos porque no somos cursis, pero los dos temblamos de emoción cuando nos vemos y yo le cuento lo que hago, lo que leo, lo que escribo; le hablo de mis amigos y de los que se toman por mis enemigos, le doy consejos sabios, le regalo libros y le resumo con lujo de detalles mis libros favoritos, mis películas favoritas y después le cuento por qué es tan importante aprender a vivir y la forma en que debe ser usado el conocimiento: la ciencia, el arte y la filosofía. Siempre ha confiado en mí porque es una persona inteligente, es mucho más inteligente que yo, mucho más adelantado que yo y seguramente ve mucho más allá de lo que puedo ver yo y porque es un niño prodigio está un poco preocupado.
Está preocupado porque cree que soy muy despreocupada, porque llevo al límite el hecho de no darle importancia a nada, cree que algunos de los textos que he escrito aquí son tan buenos que podrían ser usurpados cuando muera y no es justo que eso pase. Cree que hay que tomar medidas al respecto.
Cuando me entero de estos hechos me siento como Van Gogh ante Teo, como Virginia ante Leonard, como kafka ante Max y debo reconocer que es muy emocionante. Mi sobrino podría llegar a ser mi Quentin Bell y eso sería maravilloso.
La madre de ese niño, es decir, mi hermana, me conoce desde hace mucho más tiempo, desde hace cuarenta y cinco años, para ser precisos; ella sí que conoce la historia de mi vida y es mi más ferviente admiradora, hemos estado juntas siempre aunque hayamos vivido muy poco tiempo en la misma casa y ella también sueña con ver esto que escribo mucho más allá de la pantalla. Durante años me ha pedido que publique un libro porque quiere verlo en su biblioteca, quiere ver mi nombre en el papel.
Le doy todas las razones para no hacerlo y ella siempre termina dándome la razón, pero al ver que el tiempo pasa, el material es mucho más abundante, aparecen más admiradores y algunos crueles detractores que sueñan con verme muerta, loca o perturbada, está decidida a hacer algo: si no lo hago yo lo hará ella, dice. Esta dispuesta a interceder por mí para convertirme en la autora que, según ella, merezco ser.
Mientras pienso en esas preocupaciones y propuestas -que no han sido manifestadas sólo por mi hermana y mi sobrino sino por quince o veinte personas más- pienso también en la gente insensible y descorazonada que me lee no con admiración sino con odio, pienso en esos seres perversos y malvados que sueñan con un final infeliz para mi vida y me ponen todo tipo de trampas y trabas para hacerme desfallecer. Trato de ponerme en su situación y creo entender la naturaleza de sus sentimientos, debe ser extraño encontrarse ante tantos contrastes, sé que algunos textos tienen la fuerza y la furia de la página escrita por un borracho o por un pobre hombre perdido en las drogas; otros son escritos con la claridad y contundencia de un gran erudito, no de una pobre y simple mujer; otros tienen la elegancia y la erudición digna de una dama de alcurnia y no de una simple ama de casa y otros -los más perturbadores- están cargados de un erotismo desbordante y malsano que no parecen hacer juego con el humor que se despliega en otras composiciones. Sospecho que el origen tiene que ver con la confusión, con vivir con la sensación permanente de que nada queda del todo claro y ante la incomprensión la salida más fácil es el odio, el sentimiento más vil y despreciable.
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Si los sueños de mi hermana y mi sobrino se ven truncados deben saber lo siguiente, queridos amigos y enemigos, admiradores y detractores:
Me basta con saber que estos textos han sido leídos con atención por millones de ojos de todos los tipos y colores durante los últimos diez años y han generado todo tipo de reacciones: desde peticiones de matrimonio hasta amenazas de muerte.
Me basta con saber que tengo la libertad absoluta para escribir lo que escribo sin preocuparme porque mis problemas con el alcohol o con las drogas son las que me llevan a escribir como escribo. Quien escribe no es una vieja borracha ni una marihuanera o heroinómana al borde del suicidio, no, lo que me domina siempre es la lucidez.
Me basta con saber que no estoy enferma, que esta “obra” es escrita desde la salud, la plenitud y la vitalidad, no desde la miseria de la vida.
Me basta con saber que mi salud mental es plena, lo que leen no son textos de una persona perturbada por la depresión, la locura y cualquier otra enfermedad de moda en nuestro tiempo.
Me basta con saber que no escribo desde una prisión, que mis gritos no tienen nada que ver con la impotencia ante la crueldad y el abandono al que me tienen sometida mis verdugos.
Me basta con saber que no escribo desde la pobreza, desde la miseria ni desde la ambición. No necesito que me paguen por escribir y tampoco espero enriquecerme a costa de la escritura.
Me basta con saber que soy una persona común que se da el lujo de caminar por cualquier calle, comer cualquier cosa y hablar con cualquier persona porque no tengo la marca del artista ni del intelectual.
Me basta con saber que estoy más cerca de los santos que de los sabios y de los humildes que de los arrogantes y que eso lo saben bien las personas que me conocen, especialmente mi hermana y mi sobrino.
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Si llegara a morir hoy o mañana o pasado mañana, sepa usted querido lector y querido usurpador, que esta obra ya tiene dueño. Hay dos personas que se quieren hacer cargo de ella: mi hermana y mi sobrino. Mi hermana es una mujer con una fuerza y una arrogancia mucho más fuerte que la mía, una mujer admirable y capaz de hacer todo lo que se propone y mi sobrino no es de este mundo, es un joven que todavía no sé cómo describir porque suelo desfallecer ante su simple presencia.

No es Flaubert, es Sade

Finalmente, después de que el conde había repetido seis veces  sus argumentos aceptó. Bressac estaba muy contento. Tomándola de la cintura la levantó por los aires y la hizo girar en sus brazos. Después, poniéndola de nuevo sobre sus pies, la estrechó contra su pecho y le besó tiernamente la mejilla.
-Mi querida Justina- dijo-. Eres la primera mujer a quien beso, y realmente, lo hago de todo corazón. Nunca me había parecido tan atrayente una hembra.
Y Justina, completamente convencida de que tenía más razones que nunca para aborrecerlo, se sintió embriagada por el deseo irresistible de languidecer entre sus brazos…
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Llamada caliente o, bien, los infortunios de la virtud

Eran las dos de la mañana y timbró el teléfono. Yo, por supuesto, estaba absolutamente dormida.
Aló.
Para preguntar por el clasificado.
¿Cuál clasificado?
El de la mujer madura que ofrece servicios.
Yo no he puesto ningún clasificado, lo engañaron señor.
Colgué y devolví la llamada, le pregunté al señor dónde había visto ese clasificado y me dio todos los detalles, me dijo que el anuncio iba acompañado de una foto. Le pedí que me describiera la foto y al parecer sí es una foto mía. Cuando terminó de hacer la descripción dijo en tono amable que es una foto muy agradable.
Mientras hablaba con el señor que buscaba compañía de mujer madura a las dos de la mañana me sentí como la protagonista de Justina o los infortunios de la virtud, de Sade, y le narré a mi interlocutor las desventuras de mi vida a propósito de anuncios publicados por personas que me aman o me odian y me ofrecen para prestar servicios eróticos. Primero pusieron un anuncio donde Andrés y yo trabajábamos en pareja, después pusieron otro anuncio donde Andrés ofrecía servicios a hombres y ahora de nuevo conmigo en el papel de la mujer madura. Le dije que esos anuncios los publica gente que me conoce, está obsesionada conmigo y busca que me despierten a las dos de la mañana.
El señor me oyó con atención, por el tono de mi voz y mis palabras no tuve que aclararle que estaba hablando con una persona que de nuevo es víctima de una broma de muy mal gusto, nos despedimos amablemente y luego volví a pensar en las fotografías que he publicado en internet.
Son fotos que he publicado yo. Algunas personas creen que soy la mujer más fea del universo y otros creen que tengo un  atractivo que no pueden explicar.
Recordemos que en el último mes han aparecido dos galanes deseosos en Twitter que han fantaseado en una experiencia conmigo porque han visto esas fotos, fotos que ha visto mucha gente y fueron publicadas hace un año o más, no son ninguna gran revelación.
El joven 18 años menor decía que me veía muy joven y que me imaginaba como una persona plena, sospecho que se concentró en esta foto
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El Casanova que me mostró tres fotografías del tamaño y la forma de su admiración hacia una dama como yo me dijo que estas son las dos fotografías que lo ponen a soñar, esas y no otras
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Quiero creer que la fotografía que vio el señor que llamó a las dos de la mañana fue esta, ahí me siento como una persona agradable
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Esa es mi foto favorita, donde me siento más yo.
No quiero creer que la foto con la que se encontró el señor triste fue esta porque no se ve mi mirada ni mi sonrisa
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Mi sueño dorado es que la gente se fijara con atención en estas tres fotografías porque lo que me caracteriza no es el erotismo sino la dulzura, debería ser considero como falta grave hacerle propuestas indecorosas a una persona como yo, no me lo merezco
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Tú tan dama y yo tan gamín

Cada cierto tiempo aparece un hombre encantador que me habla por el privado en Twitter, me dice que lee todo lo que escribo, que le gusta mi estilo y que debe ser extraño conocer a alguien como yo. La semana pasada apareció un nuevo admirador, nos seguimos desde hace poco tiempo y hemos interactuado poco, pero tenía una idea remota de él en nuestra primera conversación. Tuvo la habilidad que tienen pocos: lograr pasar del privado al Whatsapp en dos minutos.
Lo primero que me dijo -como buen conquistador- fue si podía llamarme. Mi respuesta fue clara: no, no quiero asustarte, soy muy seria, mi voz ha asustado a mucha gente, mejor hablemos de por qué me admiras tanto y cuál de los temas que he desarrollado en el blog es el que más te gusta. Dijo que le gustaba cuando escribo sobre sexo y que es muy probable que muchos hombres me deseen pero no tienen la valentía de decírmelo. El me lo dijo sin decirlo.
Claro, es el primer tuitero valiente, el primero en hablarme de esa manera tan atrevida, las conversaciones típicas siempre giran en torno a mi inteligencia, versatilidad y erudición, al misterio de mi estilo en la escritura, a la velocidad con la que escribo, a la diversidad de los temas, a la forma de expresar ideas simples y profundas, a mi exquisito sentido del humor. Siempre es todo muy formal.
Nos enganchamos tanto en la conversación que decidimos tomarnos una cerveza ese viernes a las seis de la tarde. Recapacité y recordé que una persona como yo no hace ese tipo de planes. Cita cancelada. Entonces decidimos que era mejor comer helado a las tres de la tarde del sábado, un plan mucho más dulce. Nuestro conquistador se pasó de copas el viernes anterior y tampoco pudimos comer helado y entonces el lunes durante tres horas nos desbocamos hablando de sexo y terminamos deseándonos como animales, usamos las peores palabras para decirnos todo lo que nos haríamos como dos bestias sedientas de carne y él llegó al límite de mostrarme el tamaño y la forma de su deseo en tres fotos que me dejaron sin aliento y me hicieron pasar la noche más ardiente con varios sueños perturbadores. A las tres de la mañana le expliqué en qué consistía la naturaleza de mi deseo.
Estaba decidido: nos veríamos el martes a las 6:15 dispuestos a que pasara cualquier cosa, no responderíamos por nuestros actos, estábamos poseídos; fue el martes más ardiente de la vida para los dos en mucho tiempo, él temía pararse de su silla por miedo a verse expuesto y yo me sentía como una mujer ansiosa ante su primera gran experiencia erótica. Los dos estábamos sorprendidos porque no somos niños: él tiene 34 y yo 45 y los dos hemos vivido varias experiencias muy gratificantes a lo largo de la vida. Aunque es un hombre menor que yo quedé asombrada con la destreza que tiene para explicar lo que puede llegar a lograr con sus palabras, su forma de decir lo que dice y la parte de su cuerpo que decidió compartir conmigo en un momento de ofuscación.
Llegó el momento de encontrarnos y media hora antes del encuentro los dos recapacitamos un poco, él ama a su chica y yo no soy una puta, con esa idea llegamos a nuestro encuentro. Al vernos recapacitamos más profundamente, él es un hombre absolutamente encantador, un hombre dulce, amable y educado y no el cerdo que a veces parecía representar a través de sus palabras y yo, yo soy la señora más sería y formal que ustedes se puedan llegar a imaginar, entonces decidimos ofrecernos las más sinceras disculpas por haber sido tan burdos, tomamos café y hablamos durante una hora de nuestra vida privada, de nuestros amores, de nuestros trabajos, nuestros momentos de plenitud y aburrimiento y de nuestro sueños. Los dos somos nobles, sensibles, profundos, amorosos y respetuosos.
Ninguno de los dos es como parecíamos ser cinco y diez horas antes, no entendíamos qué nos había llevado a convertirnos en otras personas. El no hablaba mucho y yo hablé casi todo el tiempo, después de habernos faltado al respeto de forma tan contundente el pudor ya estaba perdido y entonces fui lo más yo que puedo llegar a ser con la gente que conozco desde hace mucho tiempo, con la gente con la que tengo absoluta confianza. Prometimos no volver a repetir esa triste historia con otras personas porque no somos de este tiempo, no somos muñecos de carne. Los dos creemos en el amor y en la pasión pero no con una persona que aparece de la nada y nos juramos que esta historia bochornosa sería nuestro secreto.
Pasaron tres días y recordé que las más bellas composiciones tienen que ver con mi vida privada, le pedí que me dejara compartirla con los lectores sin decir su nombre y narrándola de forma decorosa, algo digno de los dos. Aceptó y en este momento está ansioso porque le gusta leer mis historias, eso me dijo mientras me decía que tenía cara de profesora y que soy una persona muy natural.

Dios me castigó con plata

Como mis primeras lecturas fueron los clásicos de la filosofía desde niña aprendí a despreciar el dinero. Cuando era joven y me pagaban por trabajar me sentía culpable, no sabía qué hacer con la ganancia. Soy de gustos simples y sencillos como Sócrates, Séneca y Montaigne, pero como Dios le da pan al que no tiene dientes me ha ocurrido esta triste historia desde niña y durante toda la vida:
Voy caminando tranquilamente, mi mirada se posa sobre el suelo y ahí están los billetes de alta denominación diciendo ¡Tómame! ¡Soy tuyo!
Como estamos educados para adorar el dinero cuando veo billetes tirados en el suelo los tomo con la emoción de un niño cuando le dan un dulce. Lo miro, lo guardo, sonrío, pienso en mi buena suerte y llamo a alguien y le cuento que iba caminando tranquilamente, bajé mi mirada y ahí estaba el billete o los billetes, porque también me he encontrado varios billetes que sólo ven mis ojos, nadie más los ve. No son paquetes chilenos nis bromas, son uno o varios billetes que alguien por descuido ha dejado caer y estaban destinados sólo para mis ojos y mi billetera.
Este año me he encontrado tirados en el suelo un billete de $50.000 y seis de $20.000, hoy apareció de la nada otro.
¿Por qué ocurren ese tipo de cosas?
¿A mucha gente le pasa o sólo a mí?

La depresión es hoy la dolencia psicológica más común

Vivir en condiciones de incertidumbre prolongada o en apariencia incurable augura dos sensaciones similarmente humillantes: la de ignorancia (no saber lo que deparará el futuro) y la de impotencia (ser incapaz de influir en su rumbo). Y no cabe duda de que ambas son humillantes: en nuestra sociedad sumamente individualizada, donde se presume (contrafácticamente, por así decir) de que cada individuo carga con la plena responsabilidad de su destino en la vida, estas sensaciones dan a entender la incompetencia del afectado para abordar las tareas que otras personas, a todas luces más exitosas, parecen llevar a cabo gracias a su mayor destreza y empeño. La incompetencia sugiere inferioridad: y ser inferior ante la mirada de los demás es un doloroso golpe asestado a la autoestima, la dignidad personal y el valor de la autoafirmación. La depresión es hoy la dolencia psicológica más común. Asedia al creciente número de personas que en estos tiempos fueron incluidas en la categoría colectiva de “precariado”, palabra acuñada a partir del concepto de “precariedad” en su denotación de incertidumbre existencial.
Hace cien años, la historia humana solía representarse como un relato sobre el progreso de la libertad. Ello implicaba, en gran medida a la manera de otros relatos populares semejantes, que la historia se orienta de forma sistemática en la misma e inalterada dirección. Los recientes cambios de humor público sugieren otra cosa. El “progreso histórico” hace pensar más en un péndulo que en una línea recta. En los tiempos de Freud y sus escritos, la cuita más común era el déficit de libertad; sus contemporáneos estaban dispuestos a renunciar a una porción considerable de seguridad a cambio de que se eliminaran las restricciones impuestas a sus libertades. Y finalmente lo lograron. Ahora, sin embargo, se multiplican los indicios de que cada vez más gente cedería de buen grado parte de su libertad a cambio de emanciparse  del aterrador espectro de la inseguridad existencial… ¿Estamos en presencia de un retorno del péndulo? Y si en efecto es así, ¿cuáles podrían ser las consecuencias?
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El drama de la comunidad gay

El discurso contemporáneo sólo admite la diferencia en la medida que no comprometa ni enfrente los intereses del mercado. Sólo a partir del momento en que la comunidad gay muestra su potencia en el concurso general del consumo, comienza a ser reconocida por el discurso dominante. De este modo, cualquier disimetría es bienvenida siempre y cuando se asimile a la normativización del sistema global, convirtiéndose así en un nuevo producto.
Gustavo Dessal
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Decir cosas para sorprender a los burgueses

El valor de confiar en la razón exige arriesgarse al aislamiento y la soledad, y este riesgo es para muchos aún más duro de arrostrar que el de la vida. Pero la busca de la verdad inevitablemente expone a quien lo hace a ese riesgo del aislamiento. La verdad y la razón son opuestas al sentido común y a la opinión pública. La mayoría se acoge a racionalizaciones cómodas y a opiniones que no miran más allá de la superficie de las cosas. La función de la razón es penetrar esa superficie y llegar a la esencia oculta detrás de ella, visualizar objetivamente, esto es, sin ser determinado por los deseos y los temores del sujeto, cuáles son las fuerzas que mueven a la materia y a los hombres. En ese intento, necesita uno afrontar el aislamiento, si no el desprecio y la burla, de aquellos a quienes perturba la verdad y odian al perturbador. Freud tuvo esa capacidad en un grado notable. Sentía su aislamiento, sufría por él, pero nunca quiso o ni siquiera se sintió inclinado a la más ligera concesión que hubiera aliviado su aislamiento. Ese valor fue también su mayor orgullo; no se consideraba a sí mismo un genio, pero apreciaba ese valor como la cualidad más sobresaliente de su personalidad. Ese orgullo quizá tuvo a veces una influencia negativa sobre sus formulaciones teóricas. Desconfiaba de toda formulación teórica que pudiera sonar conciliatoria y, como Marx, encontraba cierta satisfacción en decir cosas para sorprender a los burgueses.
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Carta abierta a un lector enamorado

Desde hace una semana un lector frecuente de este blog dejó varios comentarios, decía que envidiaba a Andrés, que le encantaría conocer a alguien como yo porque sería un privilegio. Para demostrarle que soy una señora de carne y hueso que desayuna, almuerza, come, duerme y trabaja como cualquier otro ser humano le pedí que me siguiera en Twitter y habláramos. Hablamos y se deshizo en halagos. Quería conocer mi voz y que yo conociera la suya, entonces pasamos a WhatsApp y oí su voz.
Hablamos durante cuatro o cinco horas y mi deseo era que entendiera que soy una persona común y el hecho de que escriba tan bien no me convierte en un ser sobrenatural. Para que viera que soy humana le dije que podríamos vernos algún día y tal vez podríamos llegar a ser amigos. Más allá de eso no porque vivimos en ciudades diferentes y tenemos muy pocos rasgos comunes. Para comenzar nos separan 18 años de edad y no quiero volver a relacionarme con hombres menores porque no quiero que me tomen por feminazi. Le conté varios detalles de mi vida privada para que me viera como la persona común que soy, ese detalle lo hizo sentir en una relación íntima y se ilusionó un poco más.
Hoy le dije que no deberíamos volver a hablar pero insistió. Tuve que bloquearlo y entonces decidió dejar comentarios en el blog diciendo que es un bobo. Sus últimos mensajes en Whatsapp fueron reproches, que mi nivel es muy alto para un hombre como él, que tengo razón al rechazarlo.
Es una situación muy incómoda, no lo voy negar.
No soporto la idea de que alguien se entusiasme o sufra por la señora que escribe aquí. Ni amor ni odio, esos sentimientos no deben tener nada que ver con la escritura. La gente no debería experimentar sentimientos gracias a la escritura sino por el trato directo con las personas, aunque escriban bien o no porque ese detalle no es tan importante en las relaciones humanas. La escritura es un oficio más y la gente que escribe también es humana, como todos los demás, no deben tener privilegios.
La escritura tiene muy poco que ver con la persona que escribe. Hay libros enteros sobre eso, la persona que escribe no debe ser confundida con la escritura y el escritor no debe usar su estatus de “artista” para tener un séquito de admiradores y para disponer del cuerpo de sus lectores sólo porque escribe muy bien. Eso no es justo y los escritores que confunden la escritura con el sexo son unos abusadores. Los lectores que convierten al escritor en objeto del deseo también están un poco confundidos porque el sexo no tiene nada que ver con la escritura. Lo mejor que se puede hacer con un texto escrito es leerlo y ya.

Familia unipersonal

Me contó mi hermana que en Bogotá hay proyectos de vivienda para familias unipersonales. Algo con lo que yo soñaba hace diez años -cuando estaba comprando casa- y no encontré. Cuando compré la casa desde donde escribo este post el modelo definido de familia -visto desde los proyectos de vivienda- era simple: un hombre, una mujer, dos niños, que equivalen a: habitación principal, dos habitaciones pequeñas, estudio, área social, cocina, comedor, terraza, balcón, dos o tres baños. Esa era la estructura general de los proyectos de vivienda hace diez años en Bogotá.
¿Qué es una familia unipersonal?
Es una familia constituida por una sola persona.
Parece una contradicción pero no lo es porque la familia es la base de la sociedad, la sociedad mueve la economía y si una persona que vive sola consume vivienda esa vivienda debe ser puesta a disposición de la nueva familia.
La vivienda para familias unipersonales no tiene espacio para comedor, espacios inmensos para recibir a los amigos ni cocinas muy bien dotadas. Tienen un solo baño.
Esa era mi vivienda soñada. Miré los proyectos, me antojé y luego decidí que ese tipo de vivienda no es para mí.
¿Por qué?
Porque la soledad es hermosa cuando se comparte con familias tradicionales, es excitante sentirse diferente a todos los vecinos, ser visto como un bicho raro, tratar de adivinar qué piensan las vecinas gordas de una familia como la mía. Un conjunto de familias unipersonales debe ser un conjunto macabro porque si todas las personas que viven solas a conciencia como yo son como yo, ese el comienzo del fin de la civilización porque las personas que viven solas a conciencia tienen bien definido por qué lo hicieron y lo último que quieren ser es buenos vecinos, es decir, ser amigos de sus vecinos y aspirar a ser como ellos. Tengamos en cuenta que los tres años de convivencia con Andrés no alteraron mi mente de soltera eterna porque llevaba viviendo sola 23 años y mi cerebro se acomodó a su estado natural en cuatro meses.
Hace dos semanas pensaba que podría volver a vivir con alguien. Hoy pienso que no, es mucho más sana la relación entre un hombre y una mujer cuando cada quien vive en su casa.
El panorama de los conjuntos residenciales para familias unipersonales debe ser tan desolador como el presentado en las novelas francesas recientes, las de Houellebecq, Foenkinos, Beigbeder… Personas  solas que a veces se sienten abandonadas, gente satisfecha porque se siente autosuficiente, controlada, madura, independiente, fuerte… Pero en lo más íntimo de su ser, cuando se ponen sinceros con ellos mismos, se sienten absolutamente solos y miserables.
Todo lo que han dicho los grandes filósofos sobre los valientes que han decidido vivir solos como proyecto de vida es imposible de realizar en este tiempo de éxito profesional, cambio de sexo, tetas gigantes de silicona, viajes baratos y antidepresivos que se consiguen en los supermercados.
La familia unipersonal del siglo XXI no tiene nada que ver con la del siglo XIX o XX. Esa soledad no se alimenta de filosofía ni de literatura sino de libertad sexual y bohemia y yo no podría soportar unos vecinos bogotanos que se creen moralmente superiores porque beben, se drogan, son promiscuos, gente de mente abierta de la que intenta suicidarse cada cierto tiempo, intelectuales de avanzada que admiran a los intelectuales franceses de comienzos y mediados del siglo XX y aspiran a ser como ellos pero no lo lograrán nunca porque están más cerca del modelo gringo aunque no lo sepan.

Las consecuencias de la caridad

La caridad nace del orgullo, no del altruismo. El que practica la caridad se sentiría muy ofendido si no disfrutara del halago de los demás. Quiere que lo aplaudan por su generosidad, pues de no ser así haría sus donaciones en forma anónima. Además debes comprender las consecuencias que tiene la caridad: acostumbra a los pobres a recibir dones y, de esa manera, contribuye a que no tengan energías para hacer otra cosa. Cuando alguien sabe que le van a dar limosnas, no trabaja; entonces, cuando dejan de darle dinero, como no sabe por qué medio podría obtener más, se convierte en pordiosero o ladrón. La mejor forma de liberar a Francia de sus pobres sería interrumpir la distribución de limosnas y cerrar todos los asilos. Entonces los indigentes, nacidos en la pobreza, tendrían que cuidarse y hacer acopio de sus recursos internos para poder salvarse del estado en que nacieron; el resultado sería una nación formada sólo por personas que se bastaran a sí mismas. Pero hoy en día consienten y miman a los pobres y ¿cuál es el resultado? Que las criaturas pobres fornican y agregan nuevas criaturas pobres a nuestra población creciente, y esas nuevas criaturas también fornican y aumentan otras más, y así hasta el infinito.
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domingo, 26 de julio de 2015

Restauración del orden

Nací ordenada, creo que el orden de los objetos es el orden de la mente y de manera instintiva asumo que cada cosa tiene su lugar en el mundo, en el mundo que es una casa. Pero también soy tolerante y sé adaptarme. Viví con Andrés durante tres años y aunque tiene muchas cualidades no es un hombre ordenado, más bien es un hombre muy desordenado. Desde hace cuatro meses volví a vivir sola y poco a poco he ido apropiándome de nuevo del espacio y la experiencia ha sido sorprendente.
La semana pasada le dije a mi hermana que el cerebro se crea una imagen del espacio cuando debe compartirlo con otros seres humanos y sin decirlo cada quien delimita ese espacio compartido, hay barreras invisibles en los espacios compartidos por los seres humanos, todavía no puedo explicarlo bien pero sé de qué se trata. Pensando en mi espacio compartido con una sola persona durante tres años pienso que el origen de la violencia en Colombia está relacionado con el espacio, con el hacinamiento en el que vive la mayoría de la gente, por eso viven siempre con la sensación de que desean escapar, su hogar es un espacio hostil.
1. La cama
Cuando dormía sola pensaba que lo mejor de la vida era dormir sola y cuando compartía la cama con Andrés también lo pensaba, el cerebro se adaptó a las circunstancias espaciales para dormir y entonces comprendí la frase que dice que el humano es un animal de costumbres. En tres años me acostumbré a dormir acompañada pero había dormido sola durante cuarenta y dos años antes y mi cerebro lo sabía, lo recordaba y le gustaba, pero mientras viví con Andrés nunca apareció este recuerdo con nostalgia. El cerebro me hacía trampa porque el cerebro es la principal arma de supervivencia de la máquina de movimiento llamada ser humano. Mi cerebro está programado para asimilar todas las experiencias de forma positiva y por eso siempre siento que estoy pasando por el mejor momento de mi vida. Es una bella ilusión creada por mí misma y gracias a la escritura la hago ver todavía más bella de lo que pueda llegar a ser.
Cuando volví a dormir sola comprendí que durmiendo acompañada me sentía como una animalito acorralado e indefenso que debía aprender a compartir su espacio y aprendí. Nunca tuve dificultades para dormir acompañada, pero a medida que va transcurriendo el tiempo el animalito de costumbres que soy está repitiéndose de nuevo que es mejor dormir sola que acompañada. Sí, soy egoísta, sibarita, independiente y sé adaptarme a las situaciones, soy una buena máquina de supervivencia, un buen robot de carne.
2. La silla
Compré una silla para sentarme a leer, a pensar, a descansar, a tomar la siesta y a ver películas. Le pedí a quien me asesoraba que me diera exactamente eso: una silla para la reina. Esa silla debe tener unos cinco años, es decir, que cuando Andrés se vino a vivir aquí la silla estaba disponible para los dos. Pero poco a poco, sin decirlo, sin saber por qué, él se fue apropiando de la silla porque le fascina ver televisión y mi silla terminó siendo la silla del pc. Por una parte me acostumbré a ver televisión desde la silla del pc (y a estar todo el día conectada a internet, a leer libros y ver películas desde esa misma silla) y por otra parte la silla de la reina se convirtió en la silla del rey. Nunca hablamos de la silla, nos sentíamos bien, muy bien, fueron tres años maravillosos de convivencia, pero me costó más de dos meses recuperar con timidez esa silla. Igual que con la cama me fui acomodando de nuevo en la silla, no volví a ver televisión y ahora leo más en la silla, duermo más en la silla y volví a ver tres películas diarias desde la silla, que es uno de los grandes placeres de mi vida, lo que he hecho durante tantas tardes a lo largo de mi dulce existencia.
3. La cocina
La cocina no tuve que recuperarla, la cocina tuve que abandonarla. Con Andrés me acostumbré a ser tolerante y comía un poco más, mucho más de lo que como cuando vivo sola. Puedo pasar casi un día entero sin comer y no me enfermo, me gusta comer sólo cuando tengo hambre y casi nunca tengo hambre porque como libros y películas. El primer gran placer que gocé de mi rescatada soledad fue el placer de no comer tanto y de no cocinar. No me gusta cocinar, me gusta desayunar y almorzar sola en restaurante, lo he hecho durante mucho tiempo y lo disfruto como cuando un perro come concentrado.
4. La casa
Vivo en esta casa desde hace diez años y creo que las casas tienen vida. sólo he vivido aquí y en la casa paterna, que luego se convirtió en mi casa porque mis adorados padres y mis hermanos menores se fueron a vivir en una casa nueva y por eso empecé a gozar los placeres de la soledad muy joven, desde los 19, desde 1989. Era una casa inmensa, me hubiera encantado vivir allá durante toda la vida, pero no se pudo, mi mamá me presionó para que tuviera mi propia casa y creo que hizo bien, es placentero vivir en la casa fruto del trabajo propio, no en la casa fruto del trabajo ajeno (de los padres).
¿Qué pienso de la soledad y de la convivencia ahora que han pasado cuatro meses?
Pienso que la convivencia mata la pasión, la cita, la sorpresa y en alguna medida el amor. Mi hermana tiene razón, uno termina viendo al novio como al hermano. Y esa no era la idea, ya tengo hermanos, no necesitaba un hermano más.
¿Valdría la pena volver a vivir con alguien?
Probablemente, pero no después de un noviazgo de siete años porque ya no tengo vida para placeres tan sublimes.
¿Volvería a tener un novio trece años menor?
No y mucho menos para una relación de diez años; ahora me siento como una vieja verde.
¿Le da miedo vivir sola?
No, vivir sola es mi proyecto de vida. La convivencia me sirvió para entender que toda la gente miente sobre la felicidad de la vida en pareja, son más felices los solteros que los casados. Ahora pienso que muchas personas casadas o en convivencia tienen amantes para olvidarse de los aburridor que puede ser llegar a la casa a hacer oficio con el ser amado, a pasar un fin de semana sin la emoción del encuentro porque hemos pasado toda la semana juntos y de tanto vernos ya no parecemos enamorados sino acostumbrados.

¿Por qué ver cine produce depresión?

Ha habido periodos de mi vida en los que he dedicado meses enteros a ver películas viejas, los clásicos de todos los tiempos, y el recuerdo que me queda de esas bonitas jornadas es un largo aburrimiento, un aburrimiento de muerte, como dice Flaubert. Deseos de lanzarse por la ventana.
No me voy a lanzar por la ventana porque matarse no es elegante. No me voy a matar en esta temporada ni me he intentado matar en otras épocas cuando me consagro a ver películas pero sí vale la pena preguntarse si a toda la gente que se lanza a esas aventuras le pasa lo mismo que a mí y por qué no pasa con la lectura.
Puedo leer libros semanas enteras durante todo el día y me siento de muy bien ánimo todo el tiempo, pero con el cine la experiencia es a otro precio. ¿será porque las grandes historias son muy tristes? ¿tiene que ver con la imagen? ¿es porque el cine es como la vida? ¿es la música? ¿son los actores? ¿a toda la gente le pasa lo mismo o sólo a mí? ¿es porque se suman todas las artes en las mejores películas?
Viendo cine todos los días de la semana durante todo el día pienso en el abismo de Pascal que Baudelaire quiso expresar en su poema y recuerdo que esas experiencias son renovadoras, así deben ser los exorcismos y los retiros espirituales. Pienso en el aburrimiento de mis escritores favoritos y en la novela de Alberto Moravia titulada El aburrimiento. No la leí pero sospecho que el protagonista se aburría mucho. Pienso en el aburrimiento de los presos y de los enfermos. Pienso en las personas enfermas de tristeza que reciben electrochoques o drogas psiquiátrica que los devuelven a la vida, que les hace ver la vida hermosa de forma artificial durante un breve periodo de tiempo. Pienso en la gente adicta a las redes sociales porque allá crean la ilusión de que no están solos, de que no están tristes ni abandonados. Así de profunda soy.
Casi toda la gente inteligente y analítica se aburre mucho. Casi ninguno de mis escritores favoritos es una persona feliz y realizada como Ricardo Silva Romero, Héctor Abad Faciolince, Alberto Salcedo Ramos o Daniel Samper Ospina. ¿La única persona que se siente bien en Colombia y además de eso escribe muy bien soy yo?
Me quedan cuarenta y nueve y espero sobrevivir. Era peor hace veinte años, cuando veía tres películas seguidas de Roman Polanski y me imaginaba la sensación que lleva a la gente a consumir drogas, alcohol o a tirarse por la ventana. Yo no lo hago ni lo haré, pero siempre termino pensando en la gente que lo hace. ¿tan tristes se sienten? ¿tan vacías son sus tristes vidas?
Se supone que no estamos hechos de vacío sino de energía y esa energía se altera por diferentes razones. ¿por qué razón el cine hace que la energía del cuerpo se viva como espacio vacío traducido en tristeza? ¿me pasa sólo a mí? ¿mucha gente pasa meses encerrada en su casa viendo películas todo el día conscientes de que el cine los hace sentir un poco locos o un poco tristes o acaso soy la única valiente que sobrevive a la experiencia mientras tomo aguas aromáticas y acaricio el lomo de la perra de la vecina cuando salgo a almorzar?
Hoy he pensado todo el día en los encierros voluntarios en clínicas psiquiátricas de Lars von Trier después de hacer sus pelìculas, las de antes, las que le quedaban tan bien hechas bajo el efecto del alcohol, el pesimismo y el aburrimiento. ¿Los grandes directores están un poco locos? ¿A Andrés Caicedo lo mató el cine?

Feminazis en Bogotá. ¿Realidad o leyenda urbana?

Desde hace tres meses me persigue la palabra feminazi y todavía no tengo claro si es un chiste o una nueva deformación del feminismo.
Primero fue una conversación con mi hermana sobre una conversación de mi mamá con ella sobre una conversación de ella con una médica sobre lo complicado que puede ser para ellas (las médicas) encontrar hombres dignos de su estatus profesional y económico. La médica le dijo a mi mamá que muchas colegas tienen novios o parejas estables jóvenes y que ellas están bien dispuestas a sostener económicamente a esos hombres por el simple hecho de no estar solas, por aparecer ante sus vecinos como mujeres plenamente realizadas en el plano amoroso, como parejas normales.
He visto tuits burlescos de hombres que buscan novia feminazi. Lo que desean estos nuevos soñadores es una mujer profesional, feminista, independiente, clara en sus objetivos, con trabajo estable, carácter fuerte, carro, dispuesta a conquistar al hombre, a pedirle sexo, a pagar el motel después de haber pagado el almuerzo y la invitación a todas las atracciones del centro comercial.
He visto a varias vecinas salir felices a trabajar mientras su esposo (un vago) se queda todo el día descansando. Cuando regresa ella se ocupa de atenderlo y complacerlo. ¿Es también esa otra vertiente del feminismo mal comprendido? Cuando veo a esas rebeldes recuerdo la frase común que dice que gracias al feminismo las mujeres además de ser madres, esposas, amas de casa, consejeras, buenas cocineras… además de todo lo que hacían antes de la revolución, ahora también deben trabajar. Muchas mujeres salen a trabajar mientras su esposo se queda todo el día en la casa viendo partidos de fútbol y porno en RedTube. Esa es mi sospecha cuando veo los buses llenos de mujeres todas las mañanas y todas las tardes.
La feminazi es una feminista que reniega del sistema opresor y para oponerse al orden patriarcal asume el rol del hombre. Tiene un conflicto con los hombres, los odia y los desprecia y su forma de manifestarlo es convirtiéndolos en objetos y en víctimas. Lo peor de esta causa es que a muchos hombres les parece excitante que una mujer los trate de esa forma, les parece divertido que “abusen” de ellos. Tengo un buen amigo con una novia feminazi. No sé si este nuevo fenómeno da para reír o para llorar.
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