sábado, 25 de julio de 2015

Si me esfuerzo no lo logro

Sólo hago lo que me resulta fácil y mis sueños siempre tienen que ver con mejores formas de descansar y de evitar el sufrimiento. En eso consiste el verdadero arte de aprender a vivir.
Pero a veces mi espíritu guerrero se alza y quiere metas grandes, grandes sueños, los sueños de la gente de mi generación.
Y entonces me lanzo a la batalla, a la batalla mental, claro (me da mucha pereza salir a conquistar el mundo con gente de carne y hueso).
Aparecen las grandes ideas, me empeño en alcanzar mis objetivos
Pero luego la risa me gana y vuelvo a tomar una siesta de dos horas.
Es gratificante pero también es desconcertante
Vivir la vida de una forma tan sencilla mientras los demás salen en sus carros elegantes con sus ropas finas y sus teléfonos costosos seguros de que el mundo les pertenece y están viviendo la gran oportunidad de sus grandes vidas.
Todo en mi vida aparece por casualidad, sin buscarlo, aunque en realidad no estoy buscando nada; por eso la vida me parece tan simple y tan sencilla, porque siento que lo tengo todo gracias a que no estoy buscando nada. Soy una especie de muerta en vida pero con los ojos bien abiertos, sé que cada paso que doy con este cuerpo que habito es plenamente consciente y a medida que pasa el tiempo tengo el poder de programar la mente para que los pensamientos desfilen ante ella misma en otro plano, como si se tratara de un pequeño escenario. Es un juego divertido, nadie me paga por jugar este juego, pero es una forma de ver pasar el tiempo y de reír viendo lo que veo con los ojos de la mente.
Ahora me pasa lo siguiente:
Recuerdo conversaciones con personas que se han presentado ante mí como nobles y lo poco que recuerdo de su nobleza es su deseo de aparecer ante mí con el disfraz de la nobleza, casi todas las conversaciones las siento como una pose.
En cambio, en mi deseo infinito de cruzarme en la vida con un hada, me he convertido en eso. Ahora gozo buscando rosales en los jardines vecinos, me gusta mirar las formas de las hojas y ver formas fractales en los tallos de los árboles gigantes que contrastan con la luz del cielo.
El fin de la semana pasada descubrí un parque inmenso lleno de caminos y de bosques encantados, ahí, en medio de esa vida me siento mucho mejor que con la gente elegante y distinguida que conozco, y, ahora, mientras camino, siempre termino pensando en las abejas. Pienso en abejas y en cigarras. Las abejas son la vida y la gente elegante que corre a alcanzar sus sueños vestida de forma imponente son las cigarras.

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