sábado, 25 de julio de 2015

Carta abierta a mis enemigos

A medida que pasa el tiempo más persona me dicen que tengo muchos enemigos, enemigos poderosos y peligrosos. No hay enemigos no peligrosos me acaban de decir. Me piden que me cuide, que camine con cautela, que vea por dónde voy y con quién hablo y yo no entiendo nada de lo que me dicen. Ustedes -quienes se hacen llamar mis enemigos- me confunden, me hacen sentir importante, como si fuera un político de izquierda o una periodista que investiga y divulga casos de corrupción.
Me paro ante el espejo, veo mi cara desabrida, mi porte de gente sin gracia y me cuesta trabajo creer que alguien como yo, una persona sin atributos, una mujer tan insignificante, una señora tan simple que no merece ni la mirada de un perro de la calle, tenga enemigos poderosos que no descansarán hasta darme el castigo que me merezco.
Querido enemigo: no entiendo por qué estás tan ofendido. Si yo pudiera saber el motivo de tu ira y tu dolor haría lo que fuera por hacerla más soportable, porque sé que el sufrimiento no sirve para nada y no enaltece a nadie.
¿Qué es lo que tanto te molesta?
¿Es mi forma de escribir?
No hago nada más que escribir y ni siquiera soy escritora, no he publicado nada, no existo en las librerías ni en las bibliotecas. Sólo escribo aquí. No me hagas sentir importante, no me hagas creer que un mísero blog lleno de publicidad que le reporta ganancias al dueño del dominio -uno entre cientos de millones- es importante para ti y que por leer las tonterías que se me van ocurriendo mientras transcurren las horas muertas de mi mísero ocio tú decidiste ponerme la etiqueta de tu enemigo y a medida que pasa el tiempo tu ira se incrementa más y deseas una muerte lenta y dolorosa para mí.
No es elegante pensar en una señora pobre, vieja, fea, sola, indefensa, residente de barrio popular, usuaria del Transmilenio y el SITP como tu objetivo militar. Te invito a reflexionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario