domingo, 26 de julio de 2015

¿Cómo es la vida sin Twitter?

Abandoné Twitter gracias al consejo de varias personas sabias. Oí en varios tonos y con diferentes énfasis frases del tipo: “estar en Twitter es como estar en la calle, expuesto al odio y a los insultos de la peor gente”, “te has fabricado un cúmulo de enemigos que no son sólo tontos sino peligrosos, esas personas son capaces de contratar un sicario para que te mate por lo que escribes allá y en tu blog sobre las estrellitas de la farándula y las divas tuiteras, por la forma en que expones su miseria”, “vales más que una cuenta en Twitter, te estás desperdiciando allá, mejor dedícate al blog”, “ojalá lo logres”…
Y creo que lo logré. Quienes hicieron suspender la cuenta @ensayista en alguna medida me hicieron abrir los ojos, gracias a ese acto orquestado por alguien que me odia con todas las fuerzas de su ser y que organizó un batallón de chusma enfurecida para que reportaran la cuenta supe que el odio no era una broma sino que se trataba de algo real y varias personas me dijeron que mi vida sí podría estar en peligro. Cuando me lo decían no podía salir del asombro, no lo podía creer, siempre pensaba que no era para tanto.
Hay quien me envidia por haber salido de esa manera: censurada; hay quien se sorprende ante la violencia tan desprorpocionada en contra mía por unos simples tuits, por unas simples frases escritas para divertir a la gente inteligente y despierta.
Suspendieron la cuenta el 11 mayo, estamos a 3 de julio y estoy casi convencida de que no volveré a ser la de antes. Es prudencia, es cansancio y es la sensación de que por fin me pude librar del martirio y de la mentira llamada redes sociales.
Renunciar a Facebook fue muy fácil porque apareció Twitter y renunciar a Twitter fue muy complicado porque después de Twitter no apareció nada más. Cinco años en ese lugar miserable fue mucho tiempo, lo digno era haber soportado dos o tres, pero, bueno, no soy perfecta. Nadie lo es.
Logré tener un usuario, escribir dos o tres frases cada dos días, usar la cuenta para compartir lo que escribo en este blog -que fue el destino de mi cuenta en Facebook-.
Tener una cuenta en Twitter pero no leer nada de lo que escriben los usuarios, nada, porque leer es envenenarse. Nada, ni tuits, ni TT, ni nada porque no vale la pena.
¿Por qué no vale la pena tener un usuario activo en Twitter?
1. Porque un tuit puede desencadenar amenazas de muerte, intimidación por teléfono, muchos memes, calumnias de todo tipo, reporte de la cuenta y odio al mejor estilo colombiano. En cinco años recibí más de veinte amenazas de muerte y no vale la pena vivir de esa manera. Un lugar tan lastimero como Twitter no da para tanto. Nada en la vida da para poner en riesgo la vida.
2. Porque en Twitter se vive el instante de miseria en miseria, de desastre en desastre, de insulto en insulto y lo que es importante hoy no lo será mañana porque cada día tiene su motivo de risa y de indignación.
3. Porque en Twitter la gente saca lo peor de su ser: violencia, burla, ataque en manada, falsedad, soledad, fracaso, adicciones al alcohol, a las drogas, al sexo y porque Twitter es adictivo, está hecho para que la gente esté conectada más que en otras páginas y piense y se obsesione con lo que lee allá.
¿Cómo es la vida sin Twitter?
1. Más tranquila.
2. Se pueden realizar otras actividades de forma mucho más consciente y organizada.
3. Se da cuenta uno de que Twitter es un mundo muy pequeño y que la mayor parte de la humanidad no sabe qué es ni le interesa saberlo.

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