sábado, 25 de julio de 2015

A un tuitero le dio un infarto, producto del matoneo

Me acaban de contar -vía WhatsApp- que a un tuitero le dio un infarto debido a las múltiples burlas de que fue objeto en el pasado reciente, es decir durante los últimos días, semanas, meses o años.
La semana pasada no soportó más su tragedia y ahora está hospitalizado. Leía la noticia y no salía de mi asombro, no lo podía creer, porque la pregunta es sencilla: ¿Si usted está en un espacio virtual por voluntad propia, si se siente agredido, si las agresiones afectan su salud física y mental lo más sensato no es renunciar a ese espacio? ¿Qué sentido tiene soportar el dolor hasta terminar en consulta psicológica, psiquiátrica, escapando de su lugar de origen, su trabajo o su lugar de estudio si pudo haber renunciado a un espacio que no le ofrecía ningún beneficio a su vida sino que sólo le trajo problemas?
Sé de personas que han terminado verdaderamente trastornadas gracias a Twitter por el matoneo o porque han llegado al convencimiento de que son bellos, famosos o influyentes. Me han narrado conversaciones en clínicas de reposo sobre tuiteros convencidos de su valía que no supieron administrar su poderío.
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