domingo, 26 de julio de 2015

Ian Schnaida y el periodismo con carácter

Hace menos de seis meses recibí una propuesta de Ian Schnaida, el director y jefe supremo de Con la oreja roja, el medio que revolucionaría el periodismo en Colombia. Ian me invitaba a ser una de sus columnistas.
¿Pero por qué yo? Hice la pregunta entre admirada y confundida, se supone que no necesito publicar en ningún medio porque tengo este blog, el más leído de Colombia. El blog que leen los periodistas más prestigiosos de este pobre país, el blog que tanta gente lee temblando de ira e indignación.
Me dijo Ian que como Con la oreja roja pretendía hacerle poner la oreja roja a la gente ridícula, presumida y convencida de nuestra pobre patria yo era la persona más indicada para formar parte de este proyecto tan original en Colombia, el país de los payasos y los irreverentes. No sería la nueva bobada literaria ni la nueva actualidad panamericana, sería algo mucho más ambicioso.
Sin nombrarme a ninguno de estos ilustres me dijo que yo era la columnista ideal para tan ambicioso proyecto porque era una mezcla explosiva, porque poseía las cualidades intelectuales más exquisitas de gente como Groucho Marx, Charles Bukowski, Thomas Bernhard, Howard Phillips Lovecraft y Ambroce Bierce. Lo más seguro es que Ian no conoce a ninguno de estos autores pero a través de sus palabras me dio a entender que yo era La elegida para humillar y ofender a las grandes personalidades de Colombia desde su nuevo medio que expresión. Ian casi me hacía un favor al concederme el privilegio de publicar allí, me daba la posibilidad de existir, publicar en su página sería el trampolín a la fama que había estado esperando durante tanto tiempo.
¡No sabía de qué forma agradecerle a Ian el gesto tan hermoso de haberse fijado en mí!
No sé por qué le dije que sí, cada semana recibo propuestas similares a la de Ian y siempre digo que no sin pensarlo. A Ian le dije que sí y le dije que comenzáramos a trabajar ya, que quería ser famosa cuanto antes. Le dije que no sé escribir por contrato ni por encargo, que lo poco que podría ofrecerle son los pobres perfiles de nuestros personajes ilustres que he publicado en este blog, que sólo podría hacerle sugerencias. Ian aceptó. Le propuse que comenzáramos con Luis H. Aristizábal, el maestro del aforismo en Twitter. Ian no lo pensó mucho, dijo que le parecía perfecto.
A los dos días recibí algunas sugerencia de Ian y de uno de sus asesores (había olvidado decir que el equipo de Ian es muy nutrido y al parecer todos se toman muy en serio su trabajo), cuando sus colaboradores se ponían en contacto conmigo imaginaba que así se debe sentir la gente que recibe instrucciones de grandes personalidades que trabajan en la NASA o en el Fondo Monetario Internacional.
Una de las asesoras o colaboradoras de Ian me pidió en tono respetuoso que cambiáramos algunas palabras ofensivas que había usado para referirme al maestro Luis H. y yo les dije que no, que no aceptaba. Se suponía que ellos abogaban por la libertad de expresión, iban a revolucionar el mundo a través de la irreverencia y la verdad en la cara. Publicaron el perfil sobre uno de los hombres más cultos, amados y admirados de Colombia sin cambiar ninguna palabra y todo fue paz y amor hasta cuando llegamos al segundo texto.
El segundo texto fue sobre Carolina Sanín: La situación de Carolina Sanín es complicada, un texto que hizo llorar hasta a Dios. El gran problema con este texto fue que tardaron demasiado tiempo en publicarlo, el texto estaba siendo municiosamente estudiado por el comité de asesores de Con la oreja roja y el gran Ian me pedía que tuviera paciencia, que probablemente pasaría a edición. Después de varios días de tormentosa espera por fin el texto vio la luz, pero publicaron mal el título, escribieron Carolina Salín.
Cuando vi semejante despropósito le pedí a el gran Ian que me sacara de su grupo de columnistas, me parecía el colmo que cometieran un error tan estúpido y me daban motivos para no volver a aceptar nunca más en la vida invitaciones de gente tan mediocre o tan convencida.
Cuando renuncié al medio que revolucionaría el periodismo en Colombia Ian se convirtió en mi enemigo público. Desde ese día cree que no soy digna de sus ojos, que Con la oreja roja merece invitar a personas con más valía.
El periódico El Colombiano busca estrellitas de Twitter para entrevistar y el gran Ian recluta grandes mentes -también de Twitter- para que vomiten hasta hacerle poner morada la oreja al objeto de su burla.

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