sábado, 25 de julio de 2015

El costo de hacer trascendental lo intrascendente

El costo de hacer trascendental lo intrascendente. Eso es poesía pura, formas lindas de pasar el tiempo, de reír y de hacer reír a otros a costa de la miseria y de la tontería ajena. ¡Pecado no es! Es sólo haber aprendido a observar con mirada fría, objetiva, desapasionada y en contexto para luego compartir lo observado a través de la palabra escrita. La palabra escrita se fija en el ojo y en el oído y por eso duele más.
Una agresividad atroz por parte de gente que en apariencia parece muy normal, muy tranquila. Ese es el poder de la palabra, lo que seduce a los sacerdotes más serios y a las brujas más comprometidas. Se sienten señalados aunque no se pronuncie su nombre. No es necesario leer el texto en voz alta con la mirada fija en su rostro inexpresivo al verse reflejado en la miseria ajena.
Cualquier provocación obtiene una respuesta desproporcionada. Eso es poesía pura.
Eso que has observado desde una distancia prudente toda la vida. Eso es un don.
Una sobreviviente del último cataclismo habitando una ciudad en ruinas. Eso es poesía pura.
Antiguos ídolos de barro, gente agresiva y engreída que acarició la cúspide de una sociedad arruinada, gente que creyó por un instante acariciar con sus dedos un cielo de cartón. Observar ese triste espectáculo produce risa triste y asombro de niño, y siempre es más hermoso observar que ser el observado. Eso también es poesía pura.
Cuando se pide ser observado, cuando se comparte una imagen de forma premeditada no hay inocencia pura. Si cada imagen presentada es fruto del cálculo hay un jugar con la inocencia del observador que no sabe ver bien lo que se le pide que vea y es porque su ojo ha sido modelado para que vea de una manera y no de otra. Y hay varias formas de aprender a ver.
La gente de mi barrio no está loca ni está triste, está confundida. No saben qué quieren y no están seguros de cuál es el modo más adecuado de representar el personaje que han construido de forma inocente o calculada, es una especie de cálculo inocente, la banalidad hecha forma. Lo que reina es la confusión y la representación de un papel. Nos quieren hacen creer que todo está bien cuando yo sé que todo está mal.

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