domingo, 21 de febrero de 2016

Un hombre que escribe

Un hombre que escribe necesita una mujer para que lo atienda, para que lo adore como a un rey y para que lo mime como a un niño, un hombre que escribe necesita una mamá para que le sirva de amante cuando se sienta solo. La mujer del escritor puede ser su madre, su esposa, su sobrina o su sirvienta, cualquiera de las cuatro sirve; si es una mujer multifuncional como algunas impresoras, es la mujer perfecta, lo que importa es que sea una mujer. Un hombre que escribe necesita una mujer que haga el papel de mamá y le levante el ánimo cuando se siente solo, miserable, mediocre y fracasado, es decir, un hombre que escribe necesita una mujer a su lado la mayor parte de las horas de su triste vida.

Una casa para escribir

Virginia Woolf necesitaba una habitación propia y terminó matándose; murió sin descubrir que lo que de verdad necesitaba era una casa suya y soledad, para escribir.
Marguerite Duras no fue tan conformista, tuvo la fortuna de nacer un poco después de Virginia Woolf, tenía el terreno mejor abonado. Ella necesita una casa inmensa y soledad para escribir. Lo sabía desde niña y construyó su vida en función de ese deseo.
Admiro a Virginia Woolf pero admiro más a Marguerite Duras porque fue más fuerte y arriesgada.
Virginia Woolf fue como tantas mujeres conformistas que vio en el matrimonio con un hombre -un socio y un hermano- el sustento más cómodo para aparecer como una señora normal y respetable ante la sociedad, como una mujer que no sucumbió ante la soledad. Le rindió culto a la familia y soñó con ser normal y aunque esa vida no le resta mérito a su obra vale la pena preguntarse qué tipo de textos hubiera escrito en caso de haberse atrevido a dar el gran paso. ¿Hubiera escrito textos como los que escribió Marguerite Duras?
La escritora más consciente que he leído es Marguerite Duras y he tomado varias ideas suyas para adaptarlas a mi propia vida. Una vida como la de ella sin incluir la tristeza, el alcohol ni el puterío.
Ella tenía claro desde muy joven que amaba el sexo y a los hombres pero la escritura era lo que de verdad le importaba. Quería tener un amante, varios amantes, mucho sexo, muchos amantes, mucho alcohol y soledad, pero lo que de verdad quería era escribir, escribir era lo que de verdad le importaba en la vida.
Compró una casa inmensa con su propio dinero, con ganancias obtenidas escribiendo. Eso es maravilloso.
Compró una casa inmensa para perderse en ella y para sentirse aún más sola porque la soledad la cautivó desde la infancia y decidió que la soledad es el mejor sustento para escribir.
Un hombre que escribe necesita una mujer para que lo atienda, para que lo adore como a un rey y para que lo mime como a un niño, un hombre que escribe necesita una mamá para que le sirva de amante cuando se sienta solo. La mujer del escritor puede ser su madre, su esposa, su sobrina o su sirvienta, cualquiera de las cuatro sirve; si es una mujer multifuncional como algunas impresoras, es la mujer perfecta, lo que importa es que sea una mujer. Un hombre que escribe necesita una mujer que haga el papel de mamá y le levante el ánimo cuando se siente solo, miserable, mediocre y fracasado, es decir, un hombre que escribe necesita una mujer a su lado la mayor parte de las horas de su triste vida.
Una mujer que escribe no necesita un hombre a su lado. Un hombre al lado de la mujer que escribe se convierte en un estorbo, en un mueble, en alguien que termina sobrando en el espacio de la escritura.
Marguerite Duras necesita apropiarse de la totalidad de la casa, ella forma parte de la casa, la casa no es un simple espacio en el que transcurre el tiempo sino que es el espacio para escribir y en esa casa se debe crear la atmósfera perfecta para la escritura y lo fundamental es la soledad.
***
Tenía pensado vender esta casa, estaba pensando en una casa para la vejez, en un espacio bien pensado para pasar los últimos años de mi vida, sean dos o sean cuarenta y cuatro-, lo tenía decidido, pero cuando pienso que tengo que abandonar esta casa, la casa en la que he pasado los últimos once años de mi vida me duele empezar de nuevo. Esta casa es una casa cultivada, se ha ido llenando de mí, es como si fuera yo. Me da pesar que otras personas se apropien de ella y tal vez me sientan a mí sin saber que soy yo, sin saber que era la casa de la escritura y tal vez la quieran para convertirla en la casa del televisor, la lujuria y la violencia. Esta casa no se merece ese triste final, merece estar conmigo hasta el último día y luego ser clausurada. Que pueda ser vista sólo desde afuera, una casa mágica a la que es prohibido entrar porque es la casa de la escritura y si no está habitada por quien escribe pierde la esencia de su ser.

La veterana es la mujer de moda


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lunes, 15 de febrero de 2016

El amor es un fenómeno de campo

Sufriré por lo tanto con el otro, pero sin exagerar, sin perderme. A esta conducta, a la vez muy afectiva y muy controlada, muy amorosa y muy pulcra, se le podría dar un nombre: es la delicadeza: es como la forma “sana” (civilizada, artística) de la compasión. (Até es la diosa del extravío pero Platón habla de la delicadeza de Até: su pie es alado, apenas toca el suelo.
Roland Barthes, en Fragmentos de un discurso amoroso
E. Ella. La protagonista de esta triste historia.
A. Una relación de diez años con E. Tres de convivencia (que acabaron con el amor).
B. Una amistad de cuatro años con E. que parecía amor no manifiesto. Una especie de amor platónico fruto de la mutua admiración desmedida que jamás llegó a convertirse en discurso amoroso por exceso de timidez y respeto excesivo de los participantes. Una amistad nerviosa, casi como la de Carlota y el pobre Werther.
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C. Una declaración de admiración desmedida durante un mes que terminó sumida en el silencio y sin que los participantes se hayan visto cara a cara (¿porque el Destino no lo quiso?). C. Logró desplazar de la mente de E. a A. y a B. porque es un absoluto amante latino: conquista con dibujos, canciones, conversaciones de índole intelectual con alto contenido sexual (vía telefónica, mensajes privados en Twitter y conversaciones de cuatro horas vía Whatsapp). Es lo que llamaríamos en un texto de biología un macho dominante.
E. sufre porque está obsesionada con los procesos de observación, comprensión e interpretación de textos de toda índole y el discurso amoroso y las acciones e intenciones de los participantes no le son ajenas. Después de una cadena de hechos que superan su entendimiento no ha podido llegar a comprender cuál era la intención de C. A veces se pregunta si no se trató de una conquista de venganza. Si hay porno de venganza puede haber conquista de venganza, pero, entonces surge otra pregunta: ¿A quién estaba vengando C.? ¿Por qué tanto despliegue de talento, memoria, tiempo y energía con el único propósito de que E. terminara locamente enamorada de C. si la única intención consistía en dejarla aturdida y abatida ante el más aplastante Silencio?
¿Por qué? Si se trata de un juego es muy divertido y si se trata de una venganza es una dulce venganza, tan dulce que puede ser narrada sin lágrimas y sin suspiros.
A. Era recordado con cierta nostalgia y aunque no se abrigaba el deseo de reanudar el idilio amoroso se vivía a su lado una especie de “bonita amistad”, recuerdo del viejo amor que se tuvieron y que C. destruyó para siempre porque durante un mes trastornó la mente de la protagonista de esta triste historia, se insertó de tal modo en lo más íntimo de su ser hasta el límite de convertir a  A. en un amigo lejano y B. en un amigo más.

¿El tamaño importa?



Así, yo quisiera una noche,
Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,

A fin de castigar tu carne,
De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.

Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.

Charles Baudelaire

La cabellera

Durante edades, siempre en tu densa melena
Mi mano sembrará perlas, rubíes, zafiros,
Para que el deseo mío no puedas rechazar.
¿No eres, acaso, oasis donde mi sueño abreva
A sorbos infinitos en vino del recuerdo?
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Te adoro como adoro la bóveda nocturna
¡Oh vaso de tristeza! ¡Oh mi gran taciturna!
Y tanto más te adoro cuanto te escapas más,
Y cuando me parece, ¡oh lujo de mis noches!
Que con más ironía amontonas las leguas
Que separan mis brazos de la inmensidad azul.

Me dispongo al ataque y acometo el asalto
Como tras un cadáver un coro de gusanos
Y me enloquece, ¡oh fiera implacable y cruel!
Hasta esa frialdad que te vuelve aún más bella.
Charles Baudelaire



Nos enredamos en una conversación

Solemos decir que “conducimos” una conversación, pero cuanto más propia es una conversación, tanto menos se encuentra su conducción en la voluntad de uno u otro interlocutor. Así, la conversación propia nunca es aquello que queríamos conducir. En general, es mucho más correcto decir que vamos a parar en una conversación, o, incluso, que nos enredamos en una conversación.
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La giganta

Cuando en su poderoso numen hijos monstruosos
a diario paría la Creación, yo quisiera
haber vivido junto a una joven giganta,
como un gato sensual a los pies de una reina.
y ver cómo su cuerpo y su alma florecían
creciendo libremente en sus juegos terribles;
saber si una sombría llama abriga su pecho
por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;
recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
trepar por la ladera de sus grandes rodillas,
y a veces, en verano, cuando malsanos soles,
a tumbarse en el campo, fatigada, la impulsan,
indolente a la sombra de sus pechos dormirme,
cual aldea apacible al pie de una montaña.
Charles Baudelaire

lunes, 8 de febrero de 2016

Una persona común

Hay dos formas de ser intelectual:
Siendo un intelectual, apropiándose a cabalidad del personaje, es decir, asumiendo el rol del intelectual las 24 horas del día ante compañeros de trabajo, familiares, vecinos, amigos y ante sí mismo. Cada mañana el gran intelectual se levanta, contempla su rostro ante el espejo y piensa con prepotencia: Soy un gran intelectual. Y entonces todos notamos que el intelectual es un gran intelectual, pero ese gran intelectual no se va a apropiar de la realidad real porque la gente común, la que nos da las verdaderas pistas sobre cómo funciona el mundo, no va a ser como es cuando no se encuentra ante el gran intelectual sino que actuará para él, actuará como actúa la gente común cuando se halla ante la presencia de un gran intelectual.
La clave es esta: renunciar a los discutibles y narcisistas beneficios de la hipervisibilidad a favor de las bastante más útiles ventajas del anonimato. Y es ahí cuando aparece la otra forma de ser intelectual:
Un intelectual auténtico es el que se mezcla con la gente y casi se pone por debajo de la gente, se viste como la gente común, habla con la gente común como se habla con la gente común, trata con respeto a la gente común y cuando la gente común asume un rol de superioridad ante el intelectual éste debe respetar el rango de la gente común y ponerse a sus órdenes, debe saber satisfacer todos sus caprichos sin que la persona común note que se halla ante la presencia del gran intelectual.

Seis piropos cortos para esta princesa

  1. Esta solitaria chica con pocas habilidades comunicativas la va a extrañar. No olvido fácil  y menos a una persona como usted.
  2. Me gusta la persona que usted es, tiene mi respeto y admiración por la vida que lleva. Ya quisiera tener un alma libre y ver pasar el tiempo como usted lo hace.
  3. Me tranquiliza saber que su claridad mental, resistencia y frescura la mantendrán donde debe estar, al margen de esta sociedad que tanto repudio inspira.
  4. Le agradezco compartir con generosidad sus conocimientos, ser una mujer independiente y crítica y lamento no poder leer sus apuntes diariamente.
  5. Me parece que de alguna forma cuando es agresiva lo que pretende es llamar la atención de la persona que se puede sentir acosada para que crezca, se pellizque y deje fluir su creación de manera auténtica más allá de poses y de marcadas manipulaciones para destacarse en medio de la frivolidad.
  6. Leo más su blog que la cuenta de Twitter.

Autoentrevista sobre autoficción

Lleva dos meses leyendo sobre autoficción y a veces aparecen las dudas. ¿Era todo más sencillo cuando no sabía que estaba escribiendo la literatura del futuro?
Sí, claro. Era todo mucho más fácil, la vida y la escritura.
Ahora sabe que usted es un personaje que sabe escribir y que es hábil para hacerse leer como tal.
Sí.
¿Es más autora, crítica literaria, humorista, irreverente, erudita, persona o personaje?
Es una mezcla absurda de todo eso y me da miedo terminar perdiendo la esencia de mi ser porque parece como si viviera en función de la escritura. A veces siento que no vivo por vivir sino para narrar lo vivido y eso me hace sentir un poco culpable, siento que exprimo a mis amigos, que mientras hablo con ellos la persona que escribe está muy atenta a la conversación para no perder la esencia de la experiencia, procesarla mientras duermo y cuando ha sido completamente asimilada salto al teclado antes de la cinco de la mañana y escribo.
¿Escribe sobre todo lo que vive?
No, escribo sobre lo que mi mente me pide que escriba mientras duermo.
¿De diez experiencias vividas cuántas narra?
Una.
¿La gente que usted menciona en sus textos la autoriza a mencionarla?
Nunca les pido una autorización porque cuando vivo no sé si lo que estoy viviendo se convertirá en escritura.
¿Algunas personas le han pedido no ser mencionadas en sus textos?
Sí.
¿Quiénes?
Andrés, mi sobrino y un tuitero con el que hablo desde hace menos de un mes.
¿Por qué no quieren ser mencionados?
Cada quien tiene sus razones. Es molesto para ellos porque mucha gente lee y sus amigos los identifican y les hacen bromas o los ven como almas de élite y los tres son personas muy humildes, sin sed de protagonismo.
¿Usted escribe sobre qué tipo de personas?
Me gusta escribir sobre las personas más admirables y sobre las más despreciables.
Pero últimamente ha dejado de escribir sobre gente despreciable. ¿Por qué?
Porque he estado muy ocupada con la gente admirable y porque ahora tengo más amigos, me he convertido en una persona muy sociable. La farándula y los escritores colombianos no me interesan mucho en este momento.

sábado, 6 de febrero de 2016

Cuatro canciones

El 8 de enero hubo un TT muy particular: Elsy.
El origen del TT fue una o dos fotos de este tipo
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Los tuiteros hablaban de desnudez: Elsy se desnudó, Elsy nos mostró las tetas, Elsy juzga a las tuiteras por mostrar las tetas pero ella las muestra y nosotros…
Fue un canto que duró un día entero y, bueno, yo me preguntaba por qué pasan ese tipo de cosas si en las redes sociales la desnudez es el pan de cada día y si en esas fotos no hay desnudez sino que es una simple fotografía digna de un catálogo de ropa interior. Ya me han propuesto servir de modelo y yo, claro, digo que no porque esa no es mi profesión y además, que cada quien se quede donde la naturaleza lo puso. A mí la naturaleza me puso ante las páginas de un libro, no ante una cámara fotográfica.
Ese día, hace menos de un mes, apareció un tuitero infrecuente, de los que tienen el poder de capturar mi atención en medio de centenares de mensajes que se producen cada veinte segundos en un día como el 8 de enero. Su intervención en ese día meritorio se resume más o menos así: me gustan tus tetas pero me gustas más tú, como te ves en las otras fotografías, como escribes, me gusta tu cerebro, el amor es una experiencia de cerebro a cerebro…
Después de casi un mes, el 4 de febrero, en una llamada de cuatro horas que narraré dentro de siete párrafos me dijo que pensaba en mí con esta canción. Le pregunté ese día, el día de la llamada de cuatro horas, si también le gustan las fotos de mis tetas y me dijo: no, tus tetas quisiera tenerlas aquí conmigo. ¿Quieres que vaya a tu casa ya?, dije yo, él dijo que sí y luego yo dije que no porque no es buena idea manifestarse amor bajo el efecto del alcohol. Dos noches antes, el 2 de febrero, hablamos hasta las dos de la mañana con cuatro cervezas en mi cabeza y ahora hablábamos cuatro horas, el 4 de febrero, con cuatro whiskys, whiskeys o wiskis en su cabeza.
El TT desapareció y yo seguí al tuitero apasionado, conversábamos a través de mensajes públicos, luego a través de mensajes privados, luego por WhatsApp y después por teléfono y no nos hemos podido ver cara a cara, no hemos podido disfrutar del placer de vernos sonreír, porque hemos sonreído sin parar en llamadas cortas y frecuentes que desembocaron en una gran llamada que no se volverá a repetir porque media hora después de la gran llamada le escribí un mensaje que se resume más o menos así: esa llamada nuestra fue la llamada más espectacular de la historia de mi vida, mientras hablaba contigo salté, corrí, cerré los ojos, reí como loca, tuve que quitarme la chaqueta porque la sensación que tenía era la de estar practicando un deporte extremo, pero tú y yo somos seres sensibles con cuerpo y si me vuelves a llamar que sea para decirme que quieres verme. Mi sospecha es que no nos vamos a ver nunca.
Ese día le dije que quería verlo, que no es tan complicado concertar una cita porque somos vecinos, él me pide que lo comprenda y quiere que oiga esta canción, quiere que oiga las canciones por teléfono pero no se oyen bien, entonces yo las busco en YouTube y anoto los títulos en una hoja de papel para oírlas después con atención.
De las cuatro canciones que compartió conmigo en esa noche mágica esta es la que más me gusta. No la conocía y ya casi me la sé de memoria, camino al ritmo de esa canción.
Las frases más memorables:
  1. Este bálsamo no cura cicatrices
  2. Este rosario de cuentas infelices, calla más de lo que dice, pero dice la verdad.
  3. La llamaré mañana, hoy se me hizo tarde.
  4. Esa forma tan cobarde de no decirnos que no.
  5. Este contigo, este sin ti tan amargo.
  6. Esta huelga de besos, este letargo.
  7. No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón, tan maltrecho y ajado, que está cerrado por derribo.
  8. Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo.
  9. Para decir adiós a los dos nos sobran los motivos.
***
¿La llamada y las canciones eran un adiós sin conocernos?
El me dice que no, que nos veremos pronto y me dará los dibujos.
Yo no le creo, creo que nunca nos vamos a ver.
***
Esa noche él me dijo que no se quería convertir en mi objeto de estudio, me dijo que no le gusta que escriba sobre él. Esa noche le prometí no volverlo a nombrar en Twitter y no volver a escribir sobre él en este blog, pero esta mañana me desperté, pensé en este texto, en las cuatro canciones, en las llamadas, en los dibujos, en su voz, en la mía, en lo que siento cuando hablo con él  y me senté a escribir. Yo no le puedo impedir que dibuje y él no puede obligarme a no escribir. Si no escribo no sé qué pasaría, el texto pide ser escrito y ya. Que piense lo que quiera cuando lo lea si lo lee.
La tercera es una triste canción. El hombre mágico es triste y talentoso como pocos y yo sé lo que es la melancolía.
La cuarta canción es la reafirmación de la segunda, es como si fuera yo la que no quiere ser vista. Es un chico malo que me encanta porque me recuerda las películas que más me gustan, los poemas que más me gustan, me hace sentir como en un sueño todo el tiempo. Escribo para recordar que las canciones son reales, no quiero recordar estos días de forma distorsionada, por eso escribo, porque estoy obsesionada con la memoria, no es morbo ni psicología social, que no se equivoque.
Si esta es una historia de amor es el Amor.

¿Y si no nos vemos?

Me llamas fantástica, mágica, genial, maravillosa, guerrera…
Te llamo talentoso, misterioso, asombroso, desconcertante…
Nos deshacemos en elogios el uno al otro porque no nos hemos visto
Porque lo dos tenemos una imaginación poderosa y sabemos apreciar y valorar el talento ajeno.
Lo único que conocemos con certeza son los dibujos, las palabras y el tono de nuestras voces cuando hablamos. Y nos gusta. Ha sido emocionante hablar contigo por teléfono los últimos tres días.
¿Y si nos vemos y todo se derrumba?
Hay tres desenlaces ante la posibilidad del encuentro:
  1. Que los dos quedemos conmovidos ante tanta belleza y seducción y desfallezcamos ante el deseo, es decir, que el cerebro nos tienda una trampa.
  2. Que uno de los dos se entusiasme y el otro no.
  3.  Que los dos veamos con dolor cómo su ídolo se deshace ante la presencia viva del ser sensacional que había creado en su mente y descubramos que sólo somos dos seres humanos porque no tenemos alas como las hadas que tanto nos gustan y tampoco podemos hablar con la luna como los lobos; tenemos talento y eso no es poca cosa, pero no tenemos alas. Somos dos simples seres humanos caminando por las calles de una ciudad destruida.
Podemos escoger entre André Guide y Petrus Borel. Podemos hacer una fusión entre esas dos ideas poderosas sin vernos, sin destruir la imagen que cada uno ha construido del otro gracias a la constatación de lo que sabemos hacer muy bien.  Yo escribo y tú dibujas lo que percibes y sientes cuando lees lo que escribo. ¡Maravilloso!
Tú dibujas mejor de lo que yo puedo llegar a escribir. Escribir es más fácil que crear seres con ojos que miran, movimientos sutiles del cuerpo, boca y sentimientos en un hoja de papel con un lápiz de $200. Ya habrás notado que tanta admiración suelo confundirla con  Amor porque sentirse enamorado es una experiencia superior y me encanta sentirme enamorada de alguien como tú.
Voy a compartir contigo, para ti, estas frases sacadas de otro ensayo sobre el amor que escribí hace más de diez años. Espero que te gusten tanto como a mí:
Sólo el amor del Amor podría escapar al aburrimiento. Se trata del deseo de amar, siempre fugaz, que se desvanece cuando se hace realidad. Porque el otro, cuando por fin cree haber encontrado al ser amado, nunca estará a la altura del amor ideal.
El amor  no debería ser un «carnal cruce de sexo» sino perpetuación del deseo, de gozo en el sufrimiento, en la sensación de que el objeto amoroso está próximo y lejano, es caprichoso y majestuoso, humano pero con un halo de divinidad; se trata, en últimas, de un sentimiento que alberga contemplación y deseo y por encima de todo idealización del amor, concebido como la experiencia que le concede mayor vitalidad al ser humano:
El amor es uno de los preceptos fijos de los hombres discretos … es el comportamiento más hermoso de los hombres corteses y nobles… Un hombre cortés no puede estar libre de pasión ni desnudo de languidez, porque la pasión tal como la han descrito los sabios y como lo dicen los filósofos, es la primera puerta a través de la cual se abren las mentes y se ensancha el espíritu, y tiene una intensidad en el corazón por la que vive el alma.
Cuando usted apareció quedé deslumbrado… la sangre se me oxigenó, los músculos se me fortalecieron, el pensamiento se me aclaró, y me creció el valor. El amor me dice las mentiras más absurdas.
Por ti conozco quién soy. Me levantaste de tierra y me elevaste hasta el cielo; y diste un dulce sonido a mi lenguaje.