viernes, 24 de julio de 2015

Las estupideces que uno sueña

Anoche -antes de acostarme- conté dos millones de pesos en billetes de $50.000 nuevos y consecutivos. Metí la plata en un sobre, me lavé las manos, me acosté y me dormí. A las ocho horas me desperté, Andrés me avisó que estaba hablando dormida en tono triste y lastimero pero no entendía nada de lo que decía, entonces le narré mi tonto sueño que estaba relacionado, claro, con lo que había hecho antes de acostarme: Era un sueño sobre el vil metal:
El sueño consistía en que mis compañeros de trabajo me miraban con pesar porque no pagaban en efectivo sino en cheque, como antes, y mi cheque había salido por $140.000 y, claro, yo esperaba mucho más. Había mucho misterio, no sabían cómo decirme que se trataba de un error. Yo lloraba amargamente, me lamentaba, reclamaba, estaba tan ofuscada en el sueño que terminé hablando dormida. ¡Qué superficialidad! ¿Qué tontería! Rodolfo Llinás tiene razón: los sueños son el recreo del cerebro.

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