domingo, 26 de julio de 2015

Mi desnudo en la revista SoHo

La revista SoHo ha superado sus propios niveles de vulgaridad, desde hace varios años es un reencauche de sí misma y a falta de mujeres voluptuosas (como las que aparecen en las tapas de los cuadernos de los niños de colegio) ha rebajado sus estándares de calidad porque casi todas las damas desnudables de Colombia -los mejores ejemplares de nuestra raza- ya han pasado por allá. Se quedaron sin material, sólo les queda la pauta, el gancho para vender los productos que ofrecen en la revista, es decir, las mujeres expuestas como objetos disponibles para ser disfrutados al lado de otros objetos de lujo se han vuelto escasos y esos cuerpos deseables eran los que hacían que la otra mercancía ofertada luciera mejor, mucho más elegante. Ese detalle debe tener un poco ansiosos a las dueños y a los anunciantes de la revista.
Aunque el lector no compre nada, aunque pase las páginas de la revista en un supermercado o en una peluquería ávido de los cuerpos voluptuosos y los objetos apetecibles, aunque ni las mujeres ni los objetos estén al alcance de quien devora con la mirada lo que le ofrece la revista más monoseada de Colombia, aunque la mayoría de los fieles lectores de la revista no sean precisamente la gente más hermosa, sensual ni escultural, muchas de esas personas han empezado a creer que ahora la revista no vale la pena porque desde hace un buen tiempo desnudan a cualquiera.
Con cualquiera me refiero a mujeres no estereotipadas, a mujeres comunes o incluso desagradables si se piensa en los cánones de belleza y sensualidad actuales. Pueden desnudar mujeres con treinta kilos de sobrepeso o abuelas de setenta años, actrices de telenovela odiadas por la teleaudiencia o transexuales más sensuales que una mujer.
¿Cuál será el nivel de decadencia al que ha llegado la revista SoHo que hay quien sueña con que algún día me verá desnuda allá?
¿Desaparece primero la versión impresa de la revista El Malpensante, SoHo o El Espectador?

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