jueves, 23 de julio de 2015

Margarita Posada: una puta vieja

Para expresar lo que me inspira Margarita Posada es preciso que hable antes de mí cuando era joven: tenía tetas grandes y culo abundante, tanto que ningún hombre podía creer que fuera bogotana. Esas tetas y ese culo no eran mi carta de presentación, jamás le di gracias a Dios, a mi madre, a la naturaleza ni a la genética por haberme hecho tetona y culona. Al contrario, esos “atributos” me hacían sentir incómoda porque atraía miradas de hombres que pensaban en sexo y sólo en sexo. Mientras ellos pensaban en sexo y sólo en sexo yo buscaba la manera de que ellos hablaran conmigo porque la idea de usar esas cualidades para buscar amor, dinero, placer o ser portada en la revista SoHo para recordar a los cincuenta que fui tetona y culona, jamás formó parte de mi perspectiva de futuro.
Mientras los hombres pensaban en sexo cuando me veían yo sólo deseaba ser mayor para que dejaran de mirarme, de desearme y de decírmelo (los piropos siempre me han parecido agresivos, no entiendo por qué Camila Zuluaga dice que cuando le dicen algo bonito ella lo agradece).
Como yo era inteligente sabía que las tetas y el culo son atributos para atraer machos deseosos de aparearse con la hembra, me sentía triste porque no quería sentirme deseada, sólo quería hablar, me gustaba cuando me decían que les gustaba mi voz, mi forma de caminar o mi forma de pensar; me gustaba cuando me decían que era una persona difícil de olvidar, única porque era auténtica, porque no medía las palabras antes de pronunciarlas, una persona seria con risa de niña.
Margarita Posada también tuvo tetas y culo grande, ahora tiene las tetas más grandes que antes porque se sometió a una cirugía estética; también se están definiendo en su rostro marcas de mujer vieja, de mujer vivida, se nota que ha comido muchas vergas, a ella le fascina decir que le fascinan las vergas en casi todas las crónicas sobre su vida sexual que publica en la revista SoHo. Ella sospecha que comer muchas vergas la hace ver más mujer, más definida en su condición de heterosexual.
Margarita Posada es una mujer despreciable, más despreciable desde cuando narró su experiencia en Biancas, un bar de lesbianas que cerró sus puertas pocos días después de que ella fuera a reírse de las mujeres que frecuentaban ese sitio porque no parecían mujeres. Mientras desprecia el sitio, las mujeres, la música, la forma de bailar, resalta lo maravilloso que es ser una mujer como ella -una mujer tetona y culona-. De tanto ver mujeres que parecen hombres termina antojada de verga, ese es el resumen de su trabajo periodístico para una de las revistas más prestigiosas de Colombia.
Nuestra comedora compulsiva de vergas también es escritora de novelas, trabaja en radio y participa en tertulias de todo tipo; hace poco, en un foro organizado por la revista Semana, le pidieron que explicara por qué se desnuda en SoHo, si este hecho la pone en una situación de minusvalía, de objeto, de pedazo de carne para exhibir. Ella, con las cualidades intelectuales que la caracterizan respondió con un enfático: “Me desnudo en la revista SoHo porque quiero, puedo y no me da miedo”.


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