jueves, 23 de julio de 2015

Emprendedores colombianos en la red. El caso Catalina Alba

En estos tiempos confusos la gente tiene claro lo que quiere: Dinero, mucho dinero.
Nos han querido hacer creer que la “revolución tecnológica” lo revolucionó todo y que -como por arte de magia- podemos convertirnos todos en empresarios digitales. Si la propuesta no funciona la culpa es tuya, así de simple, algo falló en tu plan de negocios, Tienes que aprender a ser un mejor emprendedor.
Cada día aparecen en la red cientos de nuevas páginas de nuevos periodistas, nuevos cocineros, nuevas prostitutas, nuevos artistas integrales, nuevos emprendedores… personas entusiastas con la idea de hacer realidad un sueño que reporte ganancias económicas fruto de la buena suerte y la ingenuidad de algún tonto. Todos están vendiendo algo o se están vendiendo a sí mismos y casi nadie está comprando, ese es el dilema.
¿Cuántas personas se han enriquecido en Colombia gracias a una propuesta digital?
¿Para qué sirve la fama virtual?
¿Para qué sirven cinco mil amigos en Facebook y más de seis mil seguidores en Twitter?
El caso más emblemático y pintoresco que conozco en Colombia es el de Catalina Alba. Tuve la oportunidad de estar cara a cara con esta emprendedora hace tres años en uno de sus intentos desesperados por ser reconocida. Me contactaron para que junto a ella y otros tres o cuatro emprendedores venidos a menos habláramos de reinas y de reinados a cambio de dos porciones de pizza, un ruta en taxi, una sal de frutas Lúa, un esfero con logo, una agenda con logo y un bono de librería sin atributos. El gancho para convencerme de tan sucia propuesta fue simple: no nos dan plata pero nos dan cositas.
Esa es la frase clave de los emprendedores en Colombia: "No nos dan plata pero nos dan cositas".
Acepté por pura curiosidad y todavía recuerdo esas dos o tres horas como las dos o tres horas más tormentosas que he soportado en los últimos tres años. Los divos y las divas tuiteros se trataban como si fueran gente famosa e influyente y no soportaban que yo, la tuitera mayor, no me pusiera al nivel de su imbecilidad.
Ese día pasó y yo he seguido los pasos de Catalina para ver en qué termina su representación de empresaria digital, de emprendedora para mostrar en ferias y foros sobre nuevas tecnologías y triunfadores de la web. Catalina se toma en serio su papel y está dispuesta a regalarse por una lata de atún o por un delantal Parmalat. Su pose principal es de cocinera, pero también es periodista, fotógrafa, buena amiga y consejera.
En sus conferencias siempre nos recuerda que es una emprendedora exitosa porque sabe usar las nuevas tecnologías, encontró marido en un chat, entiende cómo funciona Google, Facebook, Twitter, YouTube, tiene cámara fotográfica profesional, puede chatear desde el teléfono y ha conocido gente maravillosa en las redes sociales.
Catalina Alba era una publicista exitosa, renunció para crear su propia empresa y a pesar del llanto y las súplicas de sus jefes para que no los abandonara ella dio el gran paso y ahora puede dormir después del almuerzo o salir a tomar café a cualquier hora con quien quiera y a la hora que quiera. Ese es el éxito de Catalina Alba. Ella llama emprendimiento a lo que una persona más realista llamaría de forma menos pomposa desempleo.
Cuando estuvo de moda vender cuanta porquería se pueda vender a través de la aplicación llamada twitcam Catalina preparaba comida con invitados y nosotros presenciábamos el espectáculo extasiados. ¡cuánta falsedad! ¡cuánta zalamería! ¡cuánto desorden dejaban en la pobre cocina de la pobre emprendedora estos tuiteros descarados! Ella invitaba a comer en vivo y en directo a los tuiteros más influyentes para parecer más influyente todavía porque podía invitar a su casa a los tuiteros más influyentes. ¡un círculo vicioso!
La frase clave del emprendimiento: "no te damos plata pero te damos cositas" fue inventada por algún director de marketing exitoso, el mismo tipo de embaucador de las amas de casa que venden cremas por catálogo.
Cientos de Catalinas Alba promocionan productos de todo tipo a cambio de migajas y quién gana ¡pues las marcas! Mientras haya tontos dispuestos a venderse por una sal de frutas habrá trabajo para todos los emprendedores que tengan computador o teléfono con acceso a internet.
A Catalina le molesta que no me tome en serio su profesión. Si es cierto que estudió publicidad y renunció a una agencia para preparar huevos a la napolitana disfrazada de ama de casa en dos minutos para RCN, si se deja engañar con la supuesta rifa de un carro y hace el ridículo en YouTube, si posa de locutora en una efímera emisora en la que hacen supuesto periodismo independiente, si se toma a sí misma como la mujer más exitosa de la web en Colombia por qué supone que merece ser respetada y admirada.

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