sábado, 25 de julio de 2015

Nos separó la risa

Hace diez años tuve la fortuna de conocer a Andrés
Como tenemos muchos rasgos comunes nos sorprendimos al coincidir en un instante concreto de tiempo y espacio con alguien tan parecido a nosotros mismos.
Sin pensarlo mucho confiamos el uno en el otro.
Sentíamos que teníamos una misión y que no podía ser casualidad que dos personas -como él y como yo- se conocieran por casualidad, como quien no quiere la cosa.
Porque nos conocimos por casualidad el 5 de mayo de 2005.
¡Sí!
5 – 5 – 5.
El día en el que el Universo prometió que ocurrirían cosas maravillosas a quienes estuvieran preparados y él y yo estábamos preparados para lo mejor.
Y fue maravilloso conocernos como si nos conociéramos desde mucho tiempo antes y descubrir hasta el último día que no nos habíamos equivocado al confiar desde el primer momento (es importante anotar que nos conocimos a través de la escritura en una sucia sala de chat cuando la mayoría de los usuarios de esos espacios virtuales eran maricas desesperados que buscaban a alguien con quien pasar un aburrido fin de semana en una sucio cuarto de motel). ¡Ahí, en un contexto sórdido y banal, nos conocimos él y yo!
Nos escribimos menos de media hora, nos vimos cara a cara un poco después y así comenzó la historia:
Dos persona que no confían en la condición humana decidieron confiar ese día sin saber por qué y no se equivocaron.
¿No es maravilloso?
Y nos sentimos en el mundo de la Fantasía desde el primero hasta el último día.
En alguna medida el Universo nos cumplió.
***
Pasó el tiempo y aunque nos divertíamos como locos no ocurría nada realmente extraordinario aparte de la dicha de estar juntos, que no era poca cosa.
Pero nosotros queríamos mucho más, pasamos diez años esperándolo y eso que esperábamos, que no sabíamos exactamente qué era, no llegó.
Andrés es trece años menor que yo
A veces pensábamos que yo le robaba la vida mientras alargaba mi juventud de manera desproporcionada,
Con mucha avaricia.
Mucha gente lo pensaba con una mezcla de envidia y de recelo (especialmente los hombres y las mujeres, a los perros y a los gatos -en cambio- les simpatizábamos mucho cuando íbamos al parque en pareja o cuando saludábamos a la perra de la vecina).
***
Durante diez años hicimos más o menos lo mismo
Y eso no es sólo sabio sino afortunado.
Nuestras rutinas nunca nos agotaron
Nunca deseamos abandonarnos a nuestra suerte.
Como nos gusta jugar y como nuestra vida ha consistido en sonreír a costa de la tontería ajena
Ahora vamos a jugar a que paramos el juego justo de diez años
Con la ilusión de volvernos un poco serios.
Nos vamos a poner de nuevo en manos del Destino
Con la ilusión de conocer a otras personas,
Vivir otras vidas con otras personas que nos hagan ver el mundo de otra manera porque nos lo merecemos,
Mucho más él que yo porque yo he vivido más y me quedan menos años de vida si es que llegamos a morir de viejos.
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