Y luego intenta de un modo fallido, desesperado, hacerlos reír, arrancar una risotada sincera del público, al menos una, que es algo, la ambición del humor, que lleva al hombre a decir las cosas más deslenguadas, desmesuradas, reñidas con la moderación y el buen gusto, pero las risas y la elegancia son empeños que le resultan aparentemente incompatibles.

No hay comentarios:
Publicar un comentario