lunes, 7 de agosto de 2017

Los viajes no curan los dolores del alma

A lo largo de mi nada accidentada vida he conocido gente que ha viajado alrededor del mundo, desde Islandia hasta Corea del Norte; desde Melgar hasta Taganga.
Todos dicen embelesados mientras narran sus supuestas grandes aventuras que a mí nunca me han sabido a nada: Elsy, ¡Tienes que viajar!, te falta mundo, te falta calle, viajar es una experiencia necesaria y bla bla bla.
Yo oigo a mis amigos sin mucha emoción y lo que me sorprende siempre de todos ellos sin excepción es que planean, viajan, regresan, narran la experiencia y en lo más íntimo de su ser siguen siendo los mismos seres humanos.
No los veo más inteligentes, creativos, sensibles o despabilados, sólo un poco más vanidosos, convencidos de que los viajes transforman cuando yo sé que es mentira. Transforman más los libros o las experiencias amorosas, la muerte, la enfermedad o el desempleo, los viajes no son la gran cosa.

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