viernes, 15 de enero de 2016

Esas necesidades profundas no existen

En cualquier caso, parece claro que a los trabajadores no les interesaba demasiado liberar su imaginación. En vez de abarrotar las galerías de arte y recitales de poesía, han seguido teniendo una afición malsana por los deportes, la televisión y las bebidas alcohólicas. Naturalmente, eso alimenta la molesta sospecha de que al gran público le pueda gustar el capitalismo, que pueden realmente querer tener productos de consumo. Parece sugerir que la incapacidad del capitalismo para satisfacer las “necesidades profundas” de la gente quizá no sea tan grave, sencillamente porque esas necesidades profundas no existen. En otras palabras, los académicos parecen haber confundido los intereses de su propia clase con los intereses generales de la población, dando por hecho que “lo bueno para mí” es “lo bueno para la sociedad”.
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