viernes, 18 de septiembre de 2015

¿Y qué tiene de malo el amor?

Meg y Tony llevaron a la mujer de Tony al aeropuerto. En cuanto Dolly estuvo a bordo, fueron al bar del aeropuerto a tomar algo. Meg pidió un whisky con soda. Tony con agua.
—Tu mujer confía en ti —dijo Meg.
—Sí —dijo Tony.
—Me pregunto si yo puedo confiar en ti.
—¿No te gustaría echar un polvo?
—Esa no es la cuestión.
—¿Cuál es la cuestión?
—La cuestión es que Dolly y yo somos amigas.
—Nosotros podemos ser amigos.
—De esa manera no.
—Tienes que ser moderna. Estamos en la edad moderna. La gente se divierte. Se desinhibe. Joden de mil modos. Se tiran perros, niños, pollos, peces…
—A mí me gusta escoger. Tengo que sentirme interesada.
—No seas pueblerina. Sentir interés está pasado de moda. Si sigues por ese rollo mucho tiempo, cuando te des cuenta, acabarás creyendo en el amor.
—¿Y qué? ¿Qué tiene el amor de malo, Tony?
—El amor es una forma de prejuicio. Amamos lo que necesitamos, amamos lo que nos hace sentirnos bien, amamos lo que es conveniente. ¿Cómo puedes decir que amas a una persona cuando hay diez mil personas en el mundo a las que amarías más si llegases a conocerlas? Pero nunca las conoceremos.
—Sí, de acuerdo, pero hay que hacer todo lo posible.
—Concedido. Pero hay que tener en cuenta, de todos modos, que el amor sólo es consecuencia de un encuentro al azar. La mayoría de la gente le da demasiada importancia. Sobre esta base, un buen polvo es algo de lo que no hay por qué burlarse.
Charles Bukowski, en Golpes en el vacío

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