domingo, 6 de diciembre de 2015

Autoentrevista sobre autoficción

Esta semana descubrió el término autoficción en un libro sobre Fernando Vallejo. Descubrió que su nombre (Elsy Rosas Crespo) figura en algunos estudios críticos sobre el autor antioqueño relacionados con este enfoque, es decir, que en alguna medida usted estudiaba la estética del autor desde una perspectiva novedosa aunque usted no la llamaba autoficción sino ficcionalización de la oralidad. Descubrió también que usted misma ha llevado la autoficción al límite sin proponérselo, sin ser consciente de que está haciendo literatura en la medida en que ha sido capaz de construir un personaje que suele confundirse con la persona que lo construyó. El personaje es Ensayista, la persona es Elsy Rosas Crespo. Ensayista es el nombre de un usuario que escribe sobre sí mismo y sobre otros y es un poco engreída, nada que ver con la dulzura, la amabilidad y la sencillez de Elsy Rosas Crespo. La gente odia al personaje Ensayista y persigue con un hacha a la pobre Elsy Rosas Crespo. ¿Cómo se siente ante tantos hallazgos?
Confundida.
¿Por qué?
Ahora entiendo mejor por qué he recibido tantas amenazas de muerte, de ataques con ácido,  por qué me han cerrado y suspendida tantas veces la cuenta en Twitter, por qué me han perseguido en la calle y en el servicio público, por qué he tenido que cambiar mis números telefónicos varias veces y por qué he tenido que dar tantas explicaciones que mucha gente se niega a entender.
¿Qué es lo que la gente no entiende?
Quienes dicen que me odian confunden la escritura con la persona que escribe. Ayer escribí precisamente sobre eso. Sobre el hecho de que algunas personas leen lo que escribo y reaccionan con violencia. En vez de responder con un texto escrito que se convierta en puente para establecer un diálogo en torno a un tema concreto que parta, por ejemplo, de un texto publicado en este blog, me dicen que me están buscando para matarme o me dejan comentarios insultantes en el blog. La escritura los hiere, sueñan con aniquilar a la persona que escribe por aquello que escribió. Se toma cada palabra al pie de la letra, no piensan en procesos de escritura sino que sienten que la persona llamada Elsy Rosas Crespo los está atacando y creen que deben reaccionar. Es como cuando Germán Santamaría escribió una columna de opinión titulada “Prohibir al sicario” para referirse a la adaptación cinematográfica de La virgen de los sicarios. El periodista leyó el libro, vio la película, y quedó convencido de que Fernando Vallejo es el personaje de la obra literaria. Confundió al personaje, que también se llama Fernando, con el autor, que es Fernando Vallejo y vive en México desde hace más de treinta años y confiesa conocer las comunas de Medellín a lo lejos.
¿La costumbre de autoentrevistarse formaría parte de la autoficción?
Hasta donde he leído sí. El personaje Ensayista se niega a conceder entrevistas, escribir su autobiografía en Wikipedia, ir a recitales, participar en concursos de cuento, publicar libros, no aspira a ser amiga de escritores colombianos ni de figuras influyentes de las redes sociales  y Elsy Rosas Crespo la apoya, le sigue el juego porque se ha terminado convirtiendo en algo serio lo que comenzó siendo apenas un juego. Cuando me autoentrevisto puedo ejercer bien el papel de periodista y de escritora. Creo que sueno convincente.
¿Cuando se autoentrevista responde Ensayista o Elsy Rosas Crespo?
Hasta donde he leído en la autoficción se terminan fusionando la persona y el personaje. Para algunas personas la que responde en Ensayista, para otras la que responde es Elsy, para otras responde el personaje que ha construido en su mente a partir de la idea generada por el cerebro del espectador  al observar las fotos que he ido publicando desde hace cinco años, a partir de los tuits, de los posts y de los ensayos que publiqué hace quince años cuando era simple y llanamente Elsy Rosas Crespo, cuando no habían aparecido las redes sociales y no tenía la posibilidad de pensar en algo como Ensayista. Me imagino que la imagen del personaje también se nutre con los rumores entre los lectores,  se alimenta de las calumnias y exageraciones de las que he sido víctima. Se han inventado muchas mentiras sobre mí. Los lectores le dan nuevas dimensiones al personaje y los reclamos se los hacen a la persona. Es bastante confuso todo.
¿Se siente orgullosa de su gran descubrimiento?
Más que orgullosa estoy sorprendida.
¿Por qué cree que terminó haciendo autoficción?
Supongo que tiene que ver con el hecho de que estoy obsesionada con la vida de las grandes mentes de todos los tiempos. Me gustan los seres humanos honestos y auténticos, los que no han tenido miedo cuando se trata de  hacer públicos sus puntos de vista, los que han tratado de vivir una vida digna de ser imitada. Busco gente admirable que hable bien de la condición humana, que me motive a ser tan grande como ellos. Es algo que nació conmigo, necesito admirar a vivos y a muertos. Por eso tengo tan pocos amigos y soy desconfiada, porque tengo que estar segura de que admiro a una o dos personas porque son dignas de admiración, porque conversar con ellas se convierte en un gran acontecimiento para mí.
En el caso de los humanos admirables muertos la honestidad brota en las cartas, los diarios, las autobiografías, las memorias, los consejos y las entrevistas más que en las obras de ficción. Lo más sorprendente de los escritores que más admiro no lo encuentro en las obras que los hicieron famosos sino cuando hablaban sin pensar en la fama ni en el arte,  cuando eran un simple ser humano, cuando le escribían una carta a un familiar o a un amigo muy querido.
¿Cómo cree que es el personaje que ha ido construyendo?
Supongo que quiero presentarme como un ser humano digno de ser admirado pero también como una persona arrogante, implacable y desmedida y por eso el personaje puede afectar de manera tan directa y contundente a algunas personas, sienten que están ante un personaje pero saben que en algún momento me pueden ver caminando por ahí, como la persona más común del mundo, porque eso es lo que soy.

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