miércoles, 2 de diciembre de 2015

Carta abierta a Juliana Malaparte

Espero que leas esta carta, si no la lees tú que la lean otros y entiendan por qué me gusta escribir cartas abiertas.
Escribo para un público masivo porque sé que te gusta mi estilo y lees con cierta frecuencia lo que escribo y porque aunque te pude haber escrito un mensaje privado prefiero que sea un mensaje público porque en la escritura pública me esmero más y reviso bien el texto antes de publicarlo. Me he vuelto exhibicionista y exhibirse ante muchas personas es más emocionante que hacerlo ante una sola.
Sé que nuestra amistad no es La amistad y a pesar de eso no me resigno a perderla. No es amor porque sólo me enamoro de las personas que me dan placer a través de la acrobacia y tú y yo, cuando hablamos, parecemos seres asexuales, almas de élite, personas concentradas en la conversación más que en la seducción. Te he dicho muchas veces y te lo vuelvo a decir: eres un gran conversador, tienes el don de la palabra, sin contar con tus excelentes dotes en el arte de la kinesia y la proxemia y como esos temas son de mi predilección porque soy muy culta y sensible -sin contar con que me  entusiasma la semiótica y la pragmática- por esa y por otras dos o tres razones una simple conversación contigo es un manjar para mis ojos y mis oídos. Ya sabes bien que los ojos no son el espejo del alma sino la puerta del cerebro. Y como tienes los ojos grandes y bonitos imagínate la emoción de mi cerebro cuando mi mirada espontánea se posa sobre la tuya. ¡Ay! Las palabras no son suficientes para plasmar mis emociones.
Tengo dos amigos buenos conversadores, a los dos les hablo de ti con entusiasmo cuando pasamos por las mejores temporadas de nuestra amistad y no disimulan el placer, se les ilumina el rostro cuando les digo que ya no somos amigos. Es asombroso. Los celos entre amigos son un asunto al que no se le brinda la debida importancia. También hay sufrimiento en la amistad.
Tú y yo hemos dejado de ser amigos tres a cuatro veces y los dos pensamos que ahora sí es para siempre. Es porque somos de carácter fuerte y nos encanta el drama, y parte del drama de nuestra amistad tiene que ver con el hecho de que los dos somos muy inteligentes y no hemos logrado descifrarnos a pesar del esmero. Los dos vivimos en un permanente estado de impotencia porque no sabemos exactamente por qué somos amigos y por qué los dos somos tan reservados en algunos asuntos personales, especialmente yo, claro. Después de varios años todavía no soy contigo como soy con mis amigos. Tendrías que verme, es un espectáculo conmovedor porque es absolutamente auténtico.
Tú eres una persona buena y sensible  y yo también lo soy, esa es la única certeza que tenemos. Las personas buenas y sensibles son escasas y por ser escasas casi nunca se cruzan en la vida. Que tú y yo nos hayamos encontrado no es sólo una bonita casualidad sino un absoluto privilegio. No tiene sentido ser humildes. Tú no eres humilde y yo tampoco lo soy y eso es parte del encanto en una conversación entre tú y yo. Estoy segura de que hay gente que pagaría por vernos conversar.
¿Recuerdas que teníamos programada una cita y yo la cancelé de forma intempestiva porque estaba peleando con la humanidad entera? Pasaba por un momento de delirio en el que me tomo por la Diosa y bendigo la soledad y porque hay momentos en los que necesito sacudirme porque necesito saber quién es mi amigo y quién no lo es. Una persona como yo se ve asediada todo el tiempo por seres falsos, interesados y zalameros y  no puedo vivir con un ejército de personas  adorándome y solazándose en mi amistad porque no soy una intelectual colombiana. No. Soy mucho más que eso. Necesito la amistad de dos o tres personas para sentirme bien y tú eres una de esas dos o tres personas. Cuando hago el inventario de mis amistades siempre apareces tú en en un lugar muy destacado, es inevitable, debes ser un alma de élite como yo.

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