sábado, 12 de diciembre de 2015

Al margen

Por lo que respecta al marxismo, no veo la utilidad de esa violación practicada sobre sí mismos por burgueses de nacimiento y de educación que se esfuerzan en identificarse con el proletariado invocando su doctrina. ¡Todo eso no son sino palabras al viento!
Y un lujo, además. Esos análisis interminables, esos estados anímicos archisutiles, esos escrúpulos demasiados dramáticos, ese hilar tan fino, todo eso huele a lujo; y el olor del lujo no es olor de santidad… resulta casi imposible separar cierta moral demasiado moral de las comodidades, del refinamiento, de un nivel de vida más elevado. Esa moral aristocrática, o simplemente bien provista, esa moral en carroza, esa “gran dama” me fastidia, yo la preferiría corriente, sencilla, vestida con modestia, oprimida entre el gentío, un tanto perdida en la marea de los acontecimientos, más inmediata, anónima.
Desgraciadamente, el lujo parece acompañar a esta moralidad también en un sentido concreto. ¿A dónde llevó la moral a un Mauriac? A la gloria, a la Academia Francesa, al Premio Nobel, y a unos ingresos bastante interesantes, supongo. ¿Acaso no es gracias a la moral por la que Sartre goza de tanta influencia entre las jóvenes generaciones? Supone también un éxito personal. ¿No es cierto que los representantes de la moral comunista, Aragón y Neruda, por ejemplo, han conseguido en el inmoral sistema capitalista posiciones muy envidiables, hermosas casas, honores, chóferes, admiradores, cuartos de baño, amor y muebles de estilo? Y la angustias morales de Camus ¿No le proporcionaron el Premio Nobel apenas cumplidos los cuarenta?
No les estoy condenando, les comprendo, también a mí me gustaría poseer hermosas casas, y colecciones como las de Neruda. Pero no hay nada que hacer; para el artista, la moral constituye una especie de sex-appeal, por ella seduce y se embellece, a sí mismo y a sus obras. En consecuencia, sería mejor que el arte no abordara tan delicado tema sin la discreción necesaria. Un arte explícitamente moralizador, o realmente, demasiado “noble”, es para mí un fenómeno bastante irritante. De acuerdo, que el escritor sea moral; pero que hable de otras cosas. Que la moral nazca de sí misma, al margen de la obra.
44305708

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