domingo, 6 de diciembre de 2015

Un café a las cinco de la mañana para soñar

Uno de mis grandes placeres consiste en hacer experimentos con el sueño.
Uno de mis experimentos más recurrentes tiene que ver con el placer sublime de mezclar sueños y café.
Hay algo en el café que nos pone a soñar distinto
Y entonces durante meses me gusta despertarme a las cuatro de la mañana, pensar un rato, dar vueltas en la cama como cuando un bebé se despierta satisfecho y se solaza en su propio descanso. Y luego me levanto a las cinco, preparo un tinto y duermo hasta las ocho.
He caído en esas prácticas de la pereza a lo largo de mi vida pero lo sorprendente es que ahora sueño menos.
Sueño menos pero descanso más.
Dicen que la madurez consiste en no pensar en el público y en no preocuparse por nada. Ni emociones fuertes ni grandes decepciones.
Vamos a ver hasta cuándo me dura el idilio.

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