Uno de mis grandes placeres consiste en hacer experimentos con el sueño.
Uno de mis experimentos más recurrentes tiene que ver con el placer sublime de mezclar sueños y café.
Hay algo en el café que nos pone a soñar distinto
Y entonces durante meses me gusta despertarme a las cuatro de la mañana, pensar un rato, dar vueltas en la cama como cuando un bebé se despierta satisfecho y se solaza en su propio descanso. Y luego me levanto a las cinco, preparo un tinto y duermo hasta las ocho.
He caído en esas prácticas de la pereza a lo largo de mi vida pero lo sorprendente es que ahora sueño menos.
Sueño menos pero descanso más.
Dicen que la madurez consiste en no pensar en el público y en no preocuparse por nada. Ni emociones fuertes ni grandes decepciones.
Vamos a ver hasta cuándo me dura el idilio.
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