martes, 22 de marzo de 2016

Mi afán de santidad

Siendo apenas una niña soñaba con ángeles y arcángeles.
Mi familia no es nada religiosa
Ese deseo surgió de forma espontánea en mí.
Me gustaban los cementerios y la catedrales
Y sin haber leído ningún libro
Pensaba ya en el cielo y en el infierno,
En la salvación y en la Caída.
He pasado por periodos de búsqueda desesperada de santidad.
Y, como buena creyente y apasionada con el mundo de la fantasía, si no veo resultados abandono la búsqueda y me concentro en otra cosa.
Han sido tres los momentos:
El primero ocurrió en 1979, cuando intenté volar para comprobar que era inmortal. Mi sospecha estaba bien fundada: caí parada. Esa Caída fue una Revelación. Ese día comencé a ser la Elsy que todavía soy.
El segundo ocurrió cuando supe que el amor romántico no existe. Mi primer amor era sólo un hombre y yo aspiraba a compenetrarme con la Divinidad. Entonces me entregué a una nueva búsqueda desesperada: leía la Biblia, rezaba todas las noches y leía a Pascal. Tampoco hubo manifestación de Divinidad y pasé a convertirme en una creyente invertida. Concluí que Dios no existe, que es una proyección de nuestra mente infantil. Así pasé la vida durante los últimos diez años.
El tercero está ocurriendo en este momento, desde hace unos tres o cuatro meses. Han ocurrido varios Milagros Inesperados: profundicé en la amistad con un hombre al que ahora llamo Maestro y estoy por conocer a otro con el que conversamos sobre diferentes niveles de pasión vía WhatsApp. Los dos ardemos de deseo por vernos y entrar en un tipo de contacto más profundo para invocar a la Divinidad, pero el ente es un poco esquivo y cada vez que intentamos vemos algo se interpone de nuevo.
Cuando cesé en mi intento de entrar en contacto con la Divinidad (los diez años de intervalo durante la segunda y la tercera Búsqueda), soñé con convertirme en abeja para hablar con las flores y con otras abejas y también quise ser amiga de las hadas, por eso caminaba buscando rosales y soné con tener ni propio jardín.
Creo que esa búsqueda ha despertado en mí un deseo nuevo: el deseo de volar. Pero no sueño con un vuelo simple, como el de 1979, sueño con un vuelo de altura. Cuando camino sintiéndome abeja y buscando hadas en medio de las rosas siento que me elevo. Con mi Maestro estamos ideando estrategias nuevas para lanzarme desde la torre Colpatria.
torre-colpatria.jpg

No hay comentarios:

Publicar un comentario