lunes, 9 de noviembre de 2015

Mensajes de los lectores

Cada cierto tiempo algún amable lector deja un comentario digno de mi atención. Cuando eso ocurre lo comparto aquí para que muchas personas tengan el placer de leerlo.
El comentario que leerán a continuación fue dejado en el post titulado “La situación de Carolina Sanín es complicada”. No fue dejado en este blog sino en el que desaparecerá el 31 de diciembre de 2015. Para que el lector entienda el estado de ánimo del amable corresponsal adjuntaré al final el post en el que dejó el comentario. Cabe anotar que es uno de los posts más comentados y ha herido susceptibilidades. En una ocasión alguien me dijo que le produzco asco a la escritora, ella también cometió el error de leerlo.
¿Por qué me llamó la atención el comentario?
Porque me recordó a Platón cuando denigraba de la escritura desde la escritura, no desde la oralidad
El comentario:
Es como todo, un monton de gonorreas que se pajean unos a otros escribiendo guevonadas para insultarse o para descubrir que son amiguitos de pipi cogido desde la intelectualidad enajenada. Personas que no viven en su país, en su contexto, con su gente, sino entre sus letras y frustraciones de todo tipo, que son desde mundanas hasta sexuales. Todo eso desde afuera, puede ser detrás del internet o incluso desde las rabietas de niño chiquito que gime a grito herido por microfono en una sala llena de gente, ese nuevo tipo de autista emocional de nuestra epoca. Cojan oficio y escriban algo que valga la pena, algo que a uno lo haga querer llorar a punta de verdades, no guevonadas encarnadas en palabras muertas de un monton de maricas.
Esto está escrito, claro está, para pobre malparido que se identifique con cualquier cosa escrita en estos parrafos de mierda.
El post:
Supe de la existencia de Carolina Sanín hace menos de un mes y ese tiempo me bastó para desilusionarme de ella. ¿Dónde supe de su existencia? En Twitter, por supuesto, como supe también allí que hay un personaje lamentable llamado Suso el Paspi y una presentadora de farándula llamada Jessica Cediel que lloró ante Pirry mientras narraba su drama relacionado con una cirugía estética mal practicada. Sí, los profesores de literatura de los Andes ahora son Trending Topic en Twitter como cualquier Amparo Grisales o Natalia París y no precisamente porque escriban literatura o crítica literaria sino porque, como las figuras de la farándula, escriben con el propósito de ser insultados bajo el precepto de Oscar Wilde.
Carolina Sanín no logró hacerse notar con sus lamentables obras literarias ni con sus columnas de señora amargada y ahora, como si se tratara de una caricatura de Fernando Vallejo mimada, se despide de su espacio en El Espectador con un insulto de varios párrafos que sólo se pueden tomar en serio sus eternos enamorados y los jóvenes melancólicos que se deprimen porque llueve y porque no llueve.
No debe ser agradable saberse sobrina de Noemí Sanín, bella, burguesa, doctora en literatura, políglota, feminista, espectadora sufrida de la deplorable televisión colombiana -incluyendo reinados de belleza y conciertos de Juanes- y además de todo eso, solitaria, triste, melancólica y clara en lo que tiene que ver con su odio a los taxistas, el agua embotellada, las mujeres enmorcilladas en sus pantalones debajo de sus botas y sus horribles “rayitos”.
Carolina Sanín, como todo buen principiante que aspira a convertirse en Maestro de Las Letras Colombianas, en este momento adopta el estilo de Héctor Abad Faciolince y Evelio Rosero antes de convertirse en divos, en buenos vendedores de libros, en bebedores compulsivos de whisky en eventos culturales patrocinados por El Malpensante, Soho o Arcadia (no debemos olvidar que nuestra sufrida escritora ha publicado en estas revistas); pasa por la fase en que sufre, llora y se lamenta porque nadie comprende la hondura de su pensamiento, el estilo de su prosa, los mensajes cifrados que se ocultan en párrafos de aparente sencillez.
No quisiera estar en el cuerpo de Carolina Sanín, no debe ser fácil soportar el peso de un apellido y una familia, estar bajo la sombra y seguramente la tutela de una tía que pocas escritoras quisieran tener, un rostro hermoso que excita a hombres ordinarios que sueñan con un beso de la mujer seria que escribe cuentos para niños que no soportan ni siquiera los niños, la misma mujer que seguramente ha estudiado con juicio los clásicos de la literatura tal vez con la idea de que en estos tiempos la literatura significa lo mismo que significaba hace veinte años, una mujer demasiado seria y exquisita para soportar los insultos de millones de ignorantes que pasan sus días escuchando música popular y viendo televisión colombiana.
carolina sanin

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