lunes, 26 de octubre de 2015

No hay nada que atemorice más al colombiano promedio que una persona libre

De Elsy Rosas Crespo (1970-2015) se puede decir que fue original y digna de diferentes tipos de amenaza: de muerte, de ataques con ácido y de violación grupal. También fue víctima de matoneo digital, censura, suplantación de identidad, persecuciones y toma de fotos en los buses de servició público (SITP y Transmilenio) sin que ella supiera cuál era el propósito de quienes le seguían los pasos, le tomaban fotos y las publicaban en internet para intimidarla. Hubo intelectuales colombianos que intentaron demandarla por delitos informáticos, pero nunca encontraron pruebas de peso para iniciar un proceso judicial en su contra. Varias veces tuvo que cambiar su línea de teléfono fijo y móvil porque la tenían interceptada, le crearon varios avisos clasificados de “señora mayor, con sitio propio y discreto, dispuesta a satisfacer los caprichos sexuales (sin condón) de quienes estuvieran dispuestos a contactarla, por la módica suma de $30.000”. Inventaron historias inverosímiles alrededor de su vida privada, su honra y su nombre cada cual más asombrosa y descabellada que la anterior. Ejercieron censura de manera despiadada en todas las redes sociales y la pobre señora murió sin saber quién o quiénes estaban detrás de tantos desmanes. Parece un milagro que el deceso de la doña haya sido de forma natural, en la comodidad del hogar un día cualquiera mientras tomaba la siesta de tres horas después del almuerzo y un café negro sin azúcar. Autora de una amplia obra que puso en evidencia a la sociedad de su tiempo sin necesidad de haber publicado ningún libro, sin haberse dejado tomar fotos de forma voluntaria y sin haberse dejado abordar jamás por un periodista. Su carácter crítico le acarreó varios problemas, que tal vez repercutieron para que hoy no se conozca su obra de manera profusa. La escritora Elsy Rivas Castro investigó y retomó su obra y el resultado es un libro que ella comenta hoy en este blog. El nombre de la autora del libro es un sencillo pero sentido homenaje al personaje que nos ocupa, ya que la madre de la autora del libro era una de las grandes admiradoras de Elsy Rosas Crespo y siendo apenas una muchacha se prometió a sí misma que de tener una hija la llamaría sin dudarlo apenas  ni siquiera un minuto simplemente Elsy y así lo hizo. A medida que la niña iba creciendo madre e hija se encargaron de leer el blog de la difunta con esmero y leyendo y leyendo llegaron a la conclusión de que de entre tanto material se podría hacer una pequeña selección para un libro.
En la introducción del libro usted cuenta cómo llegó a Elsy Rosas Crespo, pero no quedó claro cuáles fueron aquellas ideas elegantes que la atrajeron. ¿Qué fue lo que más la atrajo del blog de la Elsy?
Leí primero de forma aleatoria, dejándome llevar por los tags y en ese proceso llegué a la conclusión de que lo que más me gustaba eran las autoentrevistas, los perfiles dedicados a las divas de la farándula criolla recién llegadas de la provincia y los poemas eróticos.
¿Este libro es un rescate, un homenaje o un redescubrimiento?
Un regalo para sus admiradores. Mucha gente soñaba con ver lo que ella escribía en el blog en un libro impreso. Le pedían a gritos que publicara un libro pero ella nunca aceptó porque era una rebelde con causa, sentía asco por los escritores de moda, los llamaba de forma despectiva Pobres Vendedores de Libros. Era arrogante y presumida, por eso mucha gente la buscó para matarla pero ella siempre estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Circula el rumor de que podía hacerse invisible.
¿Por qué cree que en este país, especialmente en las últimas décadas, se había olvidado a  Rosas?
Aunque muerta hace ya cincuenta años la señora, Rosas es quizás demasiado moderna y demasiado postmoderna para una sociedad cuyos intelectuales se aferran a las fórmulas, las ideas heredadas y el lugar común. Además, creo que Rosas fue o trató de ser una mujer libre, y no hay nada que dé más miedo a nuestra sociedad colombiana que las personas libres. Más si se trata de una mujer.
¿Era tan fea Elsy Rosas Crespo como cuenta las leyenda?
Ella no era fea, lo feo era su actitud.
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¿Al recoger una obra tan extensa como la de Rosas qué parte de esa magnificencia tuvo que desechar?
Casi todo el blog. De todo lo que publicó salen -si uno se dedica con juicio a seleccionar lo más rescatable- por lo menos veinte libros de quinientas páginas.
¿Por qué cree que escribía tanto?
Porque tenía mucho tiempo libre y digitaba bastante rápido.
En “Es más fácil si buscas mi nombre en Google” Rosas es crítica con la vanidad y con la costumbre de los colombianos de copiarlo todo. ¿Usted quiere ser un poco como ella?
¿Se me nota mucho?
¿En qué se pueden identificar Rosas y usted?
Yo no le llego ni siquiera a los talones. La pregunta ofende.
¿Por qué es tan difícil encasillar a Rosas?
Porque no era una idiota promedio.
¿Por qué cree que recibió tantas calumnias y amenazas?
Si no lo supo ella mucho menos lo voy a saber yo.
¿Cree que su libro cambie algunos prejuicios sobre Elsy Rosas Crespo?
Yo creo que en el fondo la amaban y la siguen amando. La amenazaban de muerte y la censuraban sólo para ver su reacción.
¿Elsy Rosas Crespo sería Elsy Rosas Crespo si hubiera nacido en Boyacá?
Si hubiera nacido en Boyacá seguramente se hubiera dedicado al cultivo de papa, amaba el campo, el aire puro y la naturaleza.
¿Cómo pudo haber tanto humor en una mujer a la que la vida le parecía tan despreciable?
Me permito citar a Soren Kierkegaard:
“La seriedad mira a través de lo cómico, y cuanto más profundamente se alza desde abajo tanto mejor, pero no interviene. Naturalmente, no  considera cómico lo que quiere en serio, pero sí puede ver lo que de cómico hay en ello. De este modo lo cómico depura lo patético, y viceversa, lo patético da énfasis a lo cómico. Por eso, lo más devastador sería una concepción cómica configurada de tal modo que secretamente actuase en ella la indignación, pero sin que, por pura risa, nadie la notara.  La vis comica es el arma que exige mayor responsabilidad, y por eso tan sólo está sustancialmente a disposición de quien posea el pathos correspondiente. Quien por ejemplo sepa dejar en ridículo a un hipócrita, también podrá aplastarlo con su indignación. En cambio, el que quiera emplear la indignación y no posea la correspondiente vis comica sucumbirá fácilmente a la declamación y resultará cómico él mismo”.
¿Usted cree que sus lectores entendían sus chistes?
Creo que no. Y precisamente por eso la buscaban para matarla y le chuzaban el teléfono.
¿Quién le debe más a Rosas: Google o Twitter?
Creo que Wikipedia.
Pero no hay información sobre ella en Wikipedia.
Eso es lo que nos han querido hacer creer. La invito a que busque bien.

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