martes, 22 de marzo de 2016

¿Por qué no tomo más?

No tengo problemas con el alcohol y leí en un libro que en una persona sana el consumo moderado de alcohol puede ser una experiencia positiva para el cuerpo y para el alma porque el alcohol activa lo mejor de nuestro ser, lo hace ver más puro. Lo más puro en mí es la risa y, claro, cuando consumo un poco de alcohol empiezo a reír con un poco más de énfasis pero hay un pequeño problema: no necesito darle un realce nuevo a mi risa, a mi forma de reír ni a lo que me produce risa porque entonces me empiezo a ver a mí misma como un payaso fastidioso. Lo sé porque en dos ocasiones, mientras me estaba tomando una simple segunda cerveza, timbró el teléfono y yo misma me sentía en un estado de euforia que no me gusta. Sentía que mi risa se volvía fastidiosa ante mi cerebro y aunque ninguno de mis interlocutores se quejó de mi conversación ni me preguntó si no me encontraba en un estado habitual, mientras hablaba sentía que no oía a mi yo sino a una caricatura de mi yo. No necesito más estados de euforia que los que me produce el placer de caminar, el café y el chocolate. La meta es no volver a probar el alcohol porque mi cuerpo no lo necesita, no necesito alcohol para animarme, siempre estoy muy animada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario