sábado, 12 de noviembre de 2016

Franciso Bacon. Retrato de una pesadilla

No podía vivir sin la decadencia de las grandes ciudades. . El campo le producía horror, decía que no soportaba “despertar con todas esas cosas cantando afuera”. (Felipe Restrepo).
Aunque ya había pasado los cuarenta cuando conocí a Peter, me di cuenta de que nunca antes me había enamorado. Por supuesto, desde el inicio fue un desastre: estar enamorado de esa forma tan extrema -total y físicamente obsesionado- es como tener una enfermedad espantosa (Francis Bacon).
Soy idiota, pero soy curioso y brillante. No me importa nada y no creo en nada. Nada. Sólo existe mi brillantez y la brillantez de la vida (Francis Bacon).
Francis y yo nos encontramos situados en polos opuestos del espectro. A él le gustan los camioneros de mediana edad, y yo prefiero a los jovencitos. El se mofa de la inmortalidad y para mí es lo único que importa. Aunque claro que estamos relacionados por a morbosidad de nuestros temas (William Burroughs).
Desde luego Bacon siempre fue un ateo y sostenía que toda creencia religiosa no era más que una ilusión autoprotectora y dentro de su visión de mundo, en donde el azar era lo más importante, no había espacios para ningún Dios.
No creo en nada, pero siempre me alegra despertarme por las mañanas. No me deprime. Nunca estoy deprimido. Sé que es una locura, porque es un optimismo sobre nada. Creo que la vida no tiene sentido y sin embargo me excita. Siempre creo que va a suceder algo maravilloso (Francis Bacon).
El crítico Grey Gowrie dijo que Bacon y Eliot comparten “el mismo sentimiento de una civilización que atraviesa una depresión nerviosa” (Felipe Restrepo).
Una vez en Londres, el funeral de Dyder fue emotivo. A lo largo de la toda la ceremonia, Bacon mantuvo la misma actitud que le habían criticado tanto: no mostró ni un poco de tristeza y más bien parecía mirar todo con cierto sarcasmo (Felipe Restrepo).
A pesar de que sus cuadro se vendían en miles de libras, Bacon siempre mantuvo un estilo de vida austero. Aparte de algunas extravagancias -como las apuestas y las fiestas alocadas- no dejó que el dinero le cambiara la vida: nunca quiso tener lujos ni un estilo de vida burgués. Decía que, al igual que Picasso, quería “ser lo suficientemente rico para vivir pobremente”. Y la prueba es que, aunque comía en los mejores restaurantes de Londres, sostenía que su comida favorita era un huevo hervido (Felipe Restrepo).
Mi vida ha sido un desastre. Todos los que he amado están muertos. O se mataron con el alcohol o se suicidaron. No sé por qué atraigo a este tipo de personas, pero no hay nada que pueda hacer al respecto (Francis Bacon).
Siempre pretendí expresar las cosas del modo más directo y crudo posible, y puede que, si una cosa llega directamente, la gente sienta que es horrible. Porque si dices algo muy directamente a alguien, aunque sea un hecho, el otro suele ofenderse (Francis Bacon).
Creo que el arte es una obsesión de vida y, después de todo, dado que somos seres humanos, nuestra mayor obsesión somos nosotros mismos, aunque detesto mi propia cara y he hecho autorretratos porque no podía pintar a otros (Francis Bacon).
La mirada de Bacon se posa sobre el rostro como una mano brutal, intentando apoderarse de su esencia, de ese diamante oculto en las profundidades. Es cierto que no estamos seguros de que las profundidades encierren realmente algo. Pero, como quiera que sea, en cada uno de nosotros está ese gesto brutal, ese movimiento de la mano de arruga el rostro del otro, con la esperanza de encontrar en él o detrás de él, algo que se ha escondido allí (Milan Kundera).
A finales de los setenta le informaron que el Palacio de Bukhingham quería nombrarlo caballero del Imperio Británico, pero él declinó el honor y dijo en broma que ya era suficiente con un Sr Francis Bacon (Felipe Restrepo).
Tengo siempre conciencia de mi condición mortal. Y odio esa condición: no quisiera morirme nunca (Francis Bacon).
La violencia de los cuadros elegidos le dio la razón a los comunistas más conservadores. Para ellos ésta era la prueba de la decadencia del capitalismo y de Europa en general. Algunos extremistas llegaron a decir que el pintor era un pervertido, que estaba poseído por el demonio o que sufría de alguna enfermedad psiquiátrica. Un médico incluso escribió un artículo en el que explicaba que la manera de pintar de Bacon se debía a una grave lesión cerebral (Felipe Restrepo).
Deleuze sostenía que Bacon había creado una forma de pintura en la que sus figuras estaban vaciadas de todo sentido, en las que la sensación lo era todo (Felipe Restrepo).
Francis Bacon. Retrato de una pesadilla. Felipe Restrepo Pombo. Bogotá: Panamericana. 2006. 124 páginas.

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