sábado, 27 de agosto de 2016

Convertida en una rosa

Nuestra mejor acción es la espontánea. Ni tus deliberaciones, ni tu meticulosa observación te acercarán tanto a cualquier cuestión como lo hará tu mirada espontánea.
Emerson
Soy consciente de mi propia bondad
Yo misma suelo asombrarme
Esa bondad es interpretada a veces como masoquismo o estupidez. Se me pide que no sea tan buena y después de los consejos sobre por qué no debo ser tan buena -porque no parezco de este mundo y porque este mundo no me merece-, me dicen que merezco ser amada por un ser que no parezca de este mundo, por alguien que sea un poco como yo-. Yo respondo siempre que no busco amor sino comprensión y gente admirable para idolatrar (porque tiendo a la idolatría). Mi admiración desmedida puede parecer un defecto, para mí es una cualidad. La admiración me llena de energía y de ideas para escribir y la emoción ante el encuentro con la persona admirada siempre es una experiencia vital, todo un Acontecimiento. Una simple conversación (no necesariamente cara a cara)  casi siempre termina convertida en escritura y escribir es lo que más me interesa en la vida. Así de simple.
No me muero por ser amada sino por amar,  más por admirar que por amar; mi vida consiste en encontrar almas de élite, gente deslumbrante que me entusiasme con su elegancia, su erudición, su talento, su bondad, su naturalidad, su inteligencia… algo que se salga del lugar común, gente que no sea otro muerto en vida, alguien que no esté resignado a cargar con el peso de la existencia.
Esta semana tuve dos conversaciones de este tipo: usted es muy buena, una mujer muy buena, la más buena… y anoche ocurrió algo extraño y asombroso:
Me acosté a dormir pensando que soy la mujer más buena que conozco y sin saber cómo ni saber por qué tuve una experiencia zen.
Siempre he esperado una experiencia mística,  sueño con sentir lo que sentía esta dama
sor_maria_jesus_de_agreda
No sueño con verme así
morQEwdj
Sino así
Marguerite Duras (1914-1996), écrivain français, chez elle. Paris, 1955.
Marguerite Duras (1914-1996), écrivain français, chez elle. Paris, 1955.
Y lo extraño fue que no me sentí como una santa ni como una princesa ni como una escritora tanto o más apasionada que yo sino como una rosa. No estaba dormida, estaba bien despierta y sentí como si no tuviera cuerpo humano sino como si fuera una rosa. Podía sentir como siente una rosa. Era una rosa rosa y lo que sentía con más claridad eran los pétalos. Yo era una rosa y podía sentir como si fuera una rosa. Recordé que todos los días recorro el mismo camino y siempre me detengo con atención en todas las flores que veo, pero mis favoritas son las rosas, las rosas de color rosa. Me gusta ver todo el proceso, desde que nacen hasta que no queda nada de la rosa y luego vuelven a aparecer otras rosas que no son la misma rosa sino rosas nuevas. Mientras me sentía rosa y sentía como siente una rosa recordé este poema y supe que lo mío fue una experiencia zen. No sé si sea más poderoso que vivir la experiencia de la santa pero fue algo que no había vivido nunca y valió la pena sentir.
Las frases enaltecedoras de mis buenos amigos sobre mi bondad, la conciencia de mi propia bondad (casi santidad), mi experiencia con las rosas durante tantos años y quién sabe qué más… me llevaron hasta la dimensión desconocida.
Para quienes no saben este es un poema zen:
A través de la contemplación amorosa
de la transformación y mutabilidad
recibo una anticipación de la eternidad
y vi con certeza luminosa
que la rueda dio vueltas y no las dio.
Pintando diez años una hoja de rosa
fluí por fin en la hoja;
me estremecí ante el tacto de la gota de lluvia
hasta que me hice gota y salpiqué:
entonces perfectamente pinto la hoja de rosa.
Irving Layton

No hay comentarios:

Publicar un comentario