sábado, 27 de agosto de 2016

Un local lleno de maricones

En el barrio francés hay unos cuantos bares de maricones que por las noches están tan abarrotados que muchas locas tienen que quedarse en la acera. Un local lleno de maricones es algo que me horroriza. Van espasmódicamente  de un lado para otro como marionetas que colgasen de cuerdas invisibles, con una hiperactividad postiza que es la negación de lo vivo y de lo espontáneo. El ser humano vivo abandonó sus cuerpos hace muchísimo tiempo. Pero algo penetró en ellos cuando los dejó su inquilino originario. Los maricones son muñecos de ventrilocuo que se introdujeron en el cuerpo de su creador y usurparon su personalidad. Se sientan en un bar de locas con su cerveza en la mano y parlotean incansablemente moviendo sólo la boca mientras el resto de su cara de muñeco permanece rígido.
De vez en cuando pueden encontrarse personalidades intactas en esos bares, pero los que imponen su estilo son los maricones, y entrar en esos locales siempre acaba por deprimirme.
9788433966421

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