sábado, 27 de agosto de 2016

Soy consciente de mi propia bondad

No se nace bueno, la bondad es una construcción mental.
Es más sensato reír que llorar
Y dormir que conceder entrevistas, presentar libros, ir a congresos de literatura…
Es más reconfortante construirse a partir de la bondad y la sencillez
Es más reconfortante que construirse a partir de la maldad y el engreimiento.
Decidí ser buena gente porque estoy cerca de la santidad, lo natural, la autenticidad y muy lejos de la codicia y  la vanidad.
Ser buena gente me produce placer y me he construido para disfrutar la vida a partir de mi propio placer.
Pero hablo con muy pocas personas: dos o tres.
Decidí hacerlo porque la mayoría de las conversaciones son conversaciones estúpidas y el hecho de que sea un ser rebosante de bondad no me quita que también sea de gusto exquisito y no soporte las conversaciones insulsas. Mi bondad es real, no es una simple pose para ganar amigos o sentirme querida. No es un espectáculo para los demás sino para mí misma. Me gusta tener dos o tres amigos y un amor, me gusta que esas tres o cuatro personas y ese amor gocen del privilegio de ser amigos míos, me gusta entregarles toda la naturaleza de mi ser, me gusta que se sientan amados por alguien como yo: un ser auténtico y rebosante, una energía superior que se desborda sólo cuando estoy con esas personas a las que he elegido para darles todo mi cariño y toda mi bondad.

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