sábado, 27 de agosto de 2016

Ser grande y caminar tranquila por ahí

Desde 1979 he recibido los mejores elogios sobre mi talento, estilo, contundencia y sensibilidad. Estoy acostumbrada
Desde 1979 me han dicho que nací para ser grande.
Desde 1979 me han hecho las propuestas más sorprendentes para que me convierta en una estrella y a todos esos ofrecimientos he dicho siempre no sin pensarlo dos veces, sin sentarme a pensar si quiero ser grande o si ya lo soy. Siempre llego a la misma conclusión: soy grande porque no soy como ellos, porque no aspiro a lo que aspiran ellos y porque los confundidos y equivocados son siempre ellos, no yo. Yo soy las reina y ellos son los esclavos. Ellos se esfuerzan por ser grandes y reconocidos, yo no necesito esforzarme para demostrarle a nadie que soy grande porque sé que todos están convencidos de que lo soy, especialmente yo, lo reconocí desde 1979, y ese mismo año decidí que no nací para demostrar que soy grande sino simplemente para serlo y eso es lo que soy.
Soy tan inteligente y analítica que desde 1979 supe que tiene más sentido descansar, dormir, caminar tranquila por ahí, vestida de cualquier forma y mirando objetos, animales, personas, situaciones cotidianas con tranquilidad, sin pensar que quien va caminando por ahí es una gran intelectual, una erudita, una lectora, un ser profundo y sensible, una figura pública, una estrella, una gran mujer. Nunca soñé con ser  vista con reverencia porque por sobre todas las cosas lo que más disfruto es pasar desapercibida, ser tratada como una persona común para poder observar las situaciones sin que estén manchadas por el peso de mi presencia o mi autoridad. Para mí eso es todo un privilegio y he cumplido con el rol que me impuse desde 1979 a cabalidad: no quiero ser como ellos porque ellos son despreciables, lo que me interesa es ser una persona común y fijarme sólo en la gente común.

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