sábado, 27 de agosto de 2016

Sumergida

El dibujo que ven a continuación me representa así: sumergida
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Lo vi y quedé atrapada en el dibujo, se supone que así soy la mayor parte del tiempo, que esta imagen representa la esencia más íntima de mi ser.Vi el dibujo y quise conocer al autor de tan bella representación, nunca lo vi, nunca se dejó ver y ese pequeño detalle es encantador -se vuelve altamente significativo- porque siempre lo recordaré como un ser sacado del mundo de la fantasía: El Hombre Misterioso de los Dibujos.
Le mostré el dibujo a varias personas y estas fueron algunas de las reacciones:
¡Eres tú!
Yo haría una ampliación del dibujo, lo convertiría en cuadro y lo pondría en la parte más vistosa de la casa.
¡Tienes que conocerlo! Yo iría con el autor del dibujo hasta las últimas consecuencias.
¡No puede ser! En una ocasión, cuando estuve en estado de coma, vi exactamente ese dibujo, idéntico. ¿Es un tatuador? ¡Tiene trazo de tatuador!
***
Sin ser Virginia Woolf oigo voces.
Hoy las voces me dijeron:
¡Cambia de casa!
¿Qué pasó con las conferencias?
¡Levántate y camina!
La idea de cambiar de casa es una obsesión que me persigue desde hace dos años. Vivo en una casa mágica llena de seres del mundo de la gente menuda (duendes, hadas, gnomos…).  Las voces prometen que me está esperando una casa aún más encantada. Mi sospecha es que terminaré cambiando de casa dominada por Las Voces (que nunca se han equivocado en los Planes que tienen reservados para mí).
Lo de las conferencias tiene que ver con el hecho de que cuando nací sabía que venía de una reciente vida anterior en la que era un señor muy serio y formal de barba y sombrero, que va siempre muy bien vestido (esa Visión me llevó a empezar leyendo filosofía alemana, algo me decía, no eran voces sino Pensamientos, que leyera a los filósofos alemanes -y empecé mi vida de lectora -en 1979- con Schopenhauer y Nietzsche, esos fueron mis cuentos infantiles). El señor va siempre bien vestido de forma muy elegante y, se supone que en esta vida vendría a continuar mi Obra y que esa Obra se manifestaría a través de conferencias en espacios públicos.
Entre 1979 y 1996 estaba segura de que mis conferencias serían brillantes y aclamadas. En 1996 descubrí internet y me dijo mi doctor europeo interior, el señor elegante que fui en mi otra vida: ¡Ahí tiene su público, sus soñadas conferencias, doña Elsy!

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